viernes, 20 de noviembre de 2009

Santiago Niño Becerra: La Crisis de 2010

Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull y al parecer es también astrólogo........




(Este texto fue publicado en www.lacartadelabolsa.com entre los días 31 de Julio y 10 de Agosto del año 2007. La actual es una edición revisada y ampliada).



El mes de Septiembre del 2007 va a suponer el principio del fin del sistema económico en que nos hallamos inmersos desde hace casi dos siglos y que se manifestará en una gran crisis que se iniciará en el año 2010. A partir de aquí, el sistema irá evolucionando hasta su total transformación en otro muy diferente siguiendo un proceso estructuralmente semejante al que el Sistema Mercantilista siguió en la segunda mitad del siglo XVIII. La crisis del 2010, por tanto, será consecuencia del proceso de muerte de la estructura actual; muerte que por dramática que pueda parecer, no hace más que encuadrase en la dinámica histórica que lleva aconteciendo en los últimos dos mil años; una dinámica que supone que los sistemas, como todo ente vivo, nace, cambia, evoluciona, se agota y muere.



La estructura actual nació en 1928 y es propia al estado de bienestar en el que el planeta ha estado inmerso desde dicho año. La crisis de 1929 y la Gran Depresión significaron un cambio radical con respecto al pasado, un cambio que se manifestó a través de la unión entre el ‘apoyo social’ y la ‘supervivencia’ y que se concretizó en un crecimiento económico continuado, sin embargo, tal estado de bienestar, tal estado de ‘ir a más’, de crecer, ha dejado de lado algo que es imprescindible: la estabilidad.



Por ello, la actual estructura se halla en proceso de profunda modificación debido a que la búsqueda del éxito individual, consustancial a la evolución que el sistema ha adoptado, no ha considerado la necesidad de cumplir los pactos de estabilidad que implícitamente estaban contenidos en el proyecto iniciado en 1928, lo que ha implicado un gasto de recursos desmedido que, en la mayoría de las ocasiones, ha derivado en el desperdicio.



El motivo de tal desperdicio ha sido la propia filosofía capitalista. El Capitalismo es individualista, es decir, cada individuo debe mirar para sí a fin de avanzar en su evolución personal, lo que supone que no ha de preocuparse de los demás porque cada uno de esos demás se fijará, únicamente, en sí mismo; en consecuencia, cada individuo actuará del mejor modo que pueda y sepa para sí, pero esa forma de proceder lleva aparejada el desperdicio de recursos.



Entre 1973 y 1984, con las dos crisis energéticas, el sistema avisa de que al ritmo de consumo a que están siendo sometidos los recursos difícilmente se podrá continuar avanzando. La respuesta llega en la década de los 80 con el inicio de la mejora de la productividad, lo que desconecta el crecimiento económico del empleo de los factores productivos, sin embargo, el aspecto individualista del proceso, no se revirtió, más aún, se aceleró: el proceder de los yuppies y la expansión del proceso globalizador lo atestigua.



En los 80 hubiera tenido que abordarse un pacto, hubiera tenido que diseñarse una estrategia colectiva y participativa a fin de optimizar la utilización de los recursos, que hubiese redundado en la disminución de su consumo, lo que no se hizo ya que continuó pensándose en términos individuales. Tal pacto ya fue totalmente imposible a partir de 1995 cuando al proceso se convierte en postglobal.



Es decir, el sistema se está muriendo porque ya no es sostenible en su forma actual; está, pues, agotado.



La crisis del 2010 será de características muy parecidas a la de 1929: fin de un modo de hacer las cosas, aunque, a diferencia de lo sucedido en 1929, cuando la llegada de la crisis fue por sorpresa debido a que la sociedad de los años 20 vivía totalmente centrada en su presente, la del 2010 se está viendo venir desde hace tiempo, por lo que su impacto no será tan violento como la del 29; además, los restos del modelo de protección social mitigarán, en parte, sus consecuencias; no obstante, ese efecto mitigador será muy limitado debido a los progresivos recortes que en el modelo lleva tiempo forzando la propia evolución del sistema, recortes que se acrecentarán.



Hay algo que lleva tiempo anunciando el germen de unos nuevos elementos filosóficos. La Tercera Vía, en cualquiera de sus manifestaciones, con su constante referencia a la responsabilidad, a que las personas deben ser responsables, a que las personas deben actuar responsablemente, a que cada persona debe actuar con responsabilidad, está poniendo sobre la mesa la idea de que ya no hay nadie que, por encima de cada persona, vele a fin de corregir las desviaciones que se vayan produciendo; es decir, lo que la filosofía que subyace en la Tercera Vía está anunciando es que ‘cada palo ha de aguantar su vela’.



A partir de Septiembre todo va a ser ya muy diferente. Rápidamente se irá imponiendo la idea de que las cosas no van tan bien como hasta ahora se está diciendo que van, pero, esa constatación será paulatina, lo que dará lugar a una cierta idea de ‘previsión’ que se traducirá en la ‘imposición’ de políticas y de medidas concretas. Sin embargo, y a diferencia de la crisis de 1929 en la que la familia jugó un importante papel al brindar apoyo a los afectados, en esta nueva situación, ni este, ni ningún otro apoyo de semejante calibre estará presente, al contrario, en esta crisis, en la que viene, al ser el concepto de responsabilidad personal la estrella de la fiesta, los apoyos van a brillar por su ausencia; a lo sumo, aunque esto a nivel únicamente individual, cabe pensar en la instauración de una especie de subsidio de subsistencia que garantice la supervivencia a unos mínimos inaceptables para la ciudadanía de los países desarrollados, y a fin de que sus perceptoras/es se impliquen activamente en la búsqueda de alternativas, es decir, se responsabilicen de su propia existencia.



En Septiembre, inmediatamente a la vuelta de las vacaciones, un sentimiento de que las cosas no van como deberían comenzará a asentarse en las mentes de la gente, lo que se irá traduciendo en la toma de una serie de decisiones de política económica manifestadas en actuaciones concretas tendentes a enderezar la situación, actuaciones que serán impuestas, no negociadas; decididas, no sugeridas.



La economía mundial lleva años funcionando por inercia, con el piloto automático, en gran medida, programado con la filosofía inherente a la divisa ‘el mundo va bien’. Esto, lo que en el fondo significa, es que el sistema no está preparado para actuar en situaciones de riesgo, por ello, las medidas que se irán adoptando será un ‘ir a salto de mata’, sin un plan determinado, intentando salir del problema y creyendo, en un principio, que se trata de un mero revés coyuntural.



Al igual que sucedió entre 1748 y 1762, cuando la evolución llevó a una nueva filosofía en el Sistema Mercantilista: la que sería la filosofía del Sistema Capitalista, a partir de 1995 una nueva filosofía se está hoy definiendo en el sistema vigente, una nueva filosofía que habla del individuo como parte de un colectivo, un colectivo crecientemente modelado por una productividad creciente y por una creciente tendencia a usar más que a poseer, un colectivo crecientemente influido por la necesidad de comunicación.



Paralelamente, el consumo de recursos y, más aún, la evolución esperada de la tendencia del consumo de recursos -de todo, incluido el consumo de algo que hoy es esencial: el ancho de banda por el que transitan las comunicaciones- muestra un panorama insoportable para el stock existente de recursos. A partir de Septiembre este hecho se mostrará con toda su crudeza y supondrá la paulatina imposición de limitaciones al uso y al consumo de recursos, bien a través del aumento de sus precios, bien a través de la limitación o de la denegación de su consumo, lo que acarreará la muerte de las actividades que se demostrarán ineficientes cuando se les impida el desperdicio.



A la vez, todo lo que hasta ahora se ha ido constatando que no funcionaba en el Sistema pero que ha quedado enmascarado por la consigna ‘el mundo va bien’, se manifestará: los problemas en el comercio internacional, la dependencia financiera de USA, las tensiones que provocará un cada vez más devaluado dólar USA, los crujidos de una Europa que no acaba de encajar, los insuficientes pero crecientes gastos sociales, el agotamiento de la capacidad de endeudamiento de las familias, las diferentes burbujas inmobiliarias.



Todo lo anterior provocará que, a partir de Septiembre, se desemboque en una situación de recortes, de intervención y de crecientes protestas sociales que, en ocasiones, serán reprimidas con dureza. La consecuencia obvia de todo ello será la desaparición de la confianza en la infalibilidad del sistema, lo que contribuirá a la degradación de la situación, y a la desaparición de la falsa sensación de bonanza y cuyas implicaciones -mayor consumo, mayor endeudamiento-, ahora pasarán factura.



A partir de Septiembre comenzarán a manifestarse problemas a nivel internacional. Por un lado, la oferta de petróleo -sobre todo a partir de Enero del 2008- será manifiestamente insuficiente para cubrir la demanda de crudo; esta situación continuará hasta que otras fuentes de energía, verdaderamente eficientes, se hallen operativas, algo que no sucederá a corto plazo. Por otro, la devaluación enmascarada de la que el dólar USA está siendo objeto se demostrará completamente inútil, continuando los crecimientos en los déficits gemelos (hasta el 2010 continuarán entrando capitales en USA por lo que su economía continuará sostenida, posteriormente, esas entradas cesarán). Por otro más, el desempeño de la economía europea se manifestará incorrecto aunque menos negativo que la de USA, por lo que el euro mostrará una mayor -aunque ficticia- fortaleza que el dólar.



Se irá imponiendo la idea de ‘utilidad’, de ‘no desperdicio’, aunque ello suponga el abandono de posiciones hasta ahora inamovibles. Así, en Europa, puede muy bien imponerse un concepto hoy considerado herético: ‘la geometría variable’; también, el tipo de interés puede no ser único sino vinculado al destino que se pretenda dar a los capitales solicitados en una atmósfera en la que la idea de ‘colectivo’ vaya teniendo una creciente importancia. En este momento será obvio que la idea de ‘ilusión’ es algo que, definitivamente, ya pertenece al pasado.



Particularmente triste va a ser la Navidad del presente año.



Entre Septiembre del 2007 y Octubre del 2009 se producirá la fase previa a los años más duros de la crisis: 2010, 2011 y 2012. Se irán implementando medidas enfocadas a evitar ‘ir a peor’. En este decorado se producirá el choque entre todo aquello que brinda seguridad y la pura supervivencia debido a que al ser ésta lo fundamental, el mantenimiento de la protección social entorpece las actuaciones necesarias para lograrlo.



Por ello, las políticas y actuaciones se centrarán en ‘lo básico’, lo que dará lugar a que se instalen concepciones minimalistas, y que gran número de servicios básicos -sanidad, educación, ...- entren en crisis, lo que afectará de lleno al modelo de protección social que empeorará ostensiblemente la calidad de su funcionamiento -falta de recursos financieros, de profesionales, de material- así como su grado de cobertura, generalizándose, además, el pago por los menguantes servicios recibidos por parte de sus perceptoras y perceptores -el denominado ‘copago’-como ya sucede en varios países europeos.



La manifestación de esta problemática hasta ahora soterrada, supondrá problemas muy serios en el empleo ya que se irá produciendo un cierre paulatino de empresas; de hecho, tan sólo las muy pequeñas, las de tamaño mínimo o las auténticamente gigantescas, acabarán sobreviviendo; las primeras debido a su gran flexibilidad y adaptabilidad, las segundas, por sus enormes recursos aunque a costa de ir realizando constantes recortes. Todo ello repercutirá negativamente en la renta de las personas, de hecho, tan sólo la población activa altamente especializada en tareas verdaderamente útiles tendrá garantizado el acceso a un empleo.



El resultado será el desconcierto, entre otras razones porque faltará un plan a largo plazo, plan que, por otra parte, será imposible elaborar al no servir las políticas hasta ahora utilizadas debido a la transición sistémica en que se hallan la economía y la sociedad. En consecuencia, tan sólo se irán diseñando medidas cortoplacistas a falta de una estrategia estructurada a largo plazo. En otras palabras, y literalmente, no se sabrá qué hacer.



En contra de lo que podría pensarse, la población aceptará bastante bien el paso de un mensaje en el que todo apuntaba a un mundo maravilloso, a otro tachonado de problemas. Al margen de que las ciudadanías de los diferentes países perciban esos problemas, es posible que ciertas estadísticas, que algunos datos, puedan llegar a ser manipulados y falseados a fin de inyectar ciertas dosis de optimismo en la población; a la vez, el creciente control sobre la libertad de expresión encuadrado en la ‘lucha contra el terrorismo’, facilitará las intervenciones y la censura de los temas considerados sensibles.



El período Enero del 2008 – Octubre del 2009 será un período bisagra en el que el objetivo único será el ‘alargamiento de lo que se tiene’ a fin de ‘no perder lo que hay’ y que dará lugar a que se lleven a cabo reducciones generalizadas en todos los órdenes vía la aplicación de recortes manifestados en auténticos y masivos ‘tijeretazos’, aunque dependiendo del uso que se pretenda dar a los recursos, es decir, de la utilidad que vaya a tener lo que se pretenda hacer con los recursos que se precise utilizar. Las valoraciones que en este período se realicen de la situación concluirán con un “¡aún aguantamos!”.



Es decir, en dicho período, se acentuará el sentimiento de que lo único importante es la supervivencia, por ello, la confianza decaerá y las creencias, todas las creencias y las ilusiones, se tambalean. Los puntos de vista, las percepciones, se tornarán mucho más utilitaristas, por lo que el mensaje de los políticos variará, pasándose a un entorno de ‘menos hablar y más hacer’.



Las tendencias minimalistas se acentuarán y, definitivamente, se pondrá fin a la idea de que un título universitario o, incluso, de postgrado, es garantía de empleo; en su lugar se producirá una importante y rápida expansión de la idea de que lo fundamental son aquellos conocimientos -adquiridos no importa cómo- que estén orientados hacia lo que sea ‘útil’, es decir, que sirvan para profundizar en la practicidad de las cosas y para diseñar y elaborar bienes y servicios que sean prácticos.



Fondos para realizar inversiones, contrariamente a lo que podría parecer, no van a faltar, aunque no para invertir en cualquier aventura incierta. La pregunta que toda institución, pública o privada, se planteará cuando se halle ante una solicitud de inversión será: “¿para qué va a servir lo que vaya a obtenerse con esta inversión?”.



Este enfoque eminentemente práctico, orientado a la operatividad y en línea con el nacimiento de una nueva filosofía, hará que valores defendidos en la fase anterior, decaigan o, incluso lleguen a desaparecer. En esta línea, la ética, tal y como desde hace años está siendo entendida, con toda seguridad modificará su enfoque y su mensaje. Así mismo, y por la misma razón, se producirá un retroceso de las posturas y de los movimientos basados en los fundamentalismos religiosos.



Uno de los aspectos que con más fuerza se pondrán de manifiesto será la eclosión del concepto de ‘Responsabilidad’ que pasará a ser considerado el valor fundamental de esta fase, de tal modo que el ‘ser responsable’, el ‘sentirse responsable’, el ‘poder ser responsable’, el ‘hacerse responsable’, se convertirán en elementos centrales de cualquier actuación. Por ello, y en esta búsqueda de la utilidad, serán pedidas responsabilidades a quienes fallen en el ejercicio de su responsabilidad.



Las circunstancias y la evolución de los acontecimientos llevarán, rápidamente, a la conclusión de que gran parte de la solución se halla en la delimitación de los diferentes aspectos de las realidades económica, social y científica, con lo que se pondrá en marcha un proceso semejante, en sus principios, a las Enclosures iniciadas en Inglaterra en el tercer cuarto del siglo 18, por ello serán promulgadas un gran número de normativas regulatorias.



Durante los meses comprendidos entre Septiembre del 2007 y Octubre del 2009, se irá instalando la sensación de que la tendencia apunta hacia un empeoramiento de las cosas se haga lo que se haga. Crecientemente se percibirá una menor disponibilidad de recursos. Las medidas que se irán tomando estarán dirigidas a ir tapando agujeros (ese será el destino de la liquidez que se vaya inyectando en el sistema monetario). El objetivo dejará de ser ‘trabajar para crecer’ y pasará a ser ‘trabajar para aguantar’.



La degradación progresiva de la situación se pondrá de manifiesto en la escasez de recursos -commodities-, en la escasez de agua, y en el peor funcionamiento de los servicios. Se irá produciendo la progresiva ralentización de lo monetario y lo bursátil, así como de la actividad comercial a nivel internacional. Paralelamente, y como consecuencia de un aún no perceptible aunque continuado debilitamiento de los Estados, las grandes corporaciones desempeñarán un mayor papel en la vida económica y social.



La falta de expectativas llevará a que a lo largo del año 2009 se vaya generalizando la sensación de que ‘esto, se acabó’. Cuando lleguemos a este punto la crisis, de hecho, ya se habrá instalado en el planeta.



No obstante, hacia finales de Octubre del 2009, la sensación será la de que se está en el buen camino para solucionar los problemas, de que las medidas que se han estado adoptando están dando sus frutos, aunque en un entorno de escasez y totalmente alejado de la percepción actual que se tiene de las cosas; esta sensación vendrá dada por el hecho de que aunque los recursos serán escasos, a base de regulaciones y sacrificios, puede disponerse de aquello que sea imprescindible.






A partir de Octubre del 2009, y debido a la sensación de que se está en el camino de la recuperación, se pone fin a las políticas restrictivas y minimalistas, a la vez que toma cuerpo la idea de que algo nuevo es preciso, de que una nueva idea es necesaria, para salir de la situación en que se halla el planeta, por ello se realizarán serios intentos de aumentar la cooperación a nivel internacional que tanto había sido restringida en meses anteriores.



Sin embargo, y de forma paulatina, y hasta Mayo del 2010, dramáticamente se irán poniendo de manifiesto las contradicciones existentes entre la filosofía del actual sistema, el nuestro, con la idea de supervivencia propia de una situación de escasez real de recursos. En gran medida debido a estas contradicciones, se irá extendiendo la percepción de que ‘las cosas no funcionan’ tal y como, en base a la actual filosofía, deberían funcionar.



La Gran Depresión es uno de los mejores ejemplos que existen de la combinación de dos de los peores aspectos que pueden darse en una economía: la sobreproducción y el subconsumo. En Enero 2010 se produciran las primeras manifestaciones evidentes de que una crisis está muy próxima, una crisis que no tiene sus bases en un sobreconsumo no satisfecho por una oferta limitada, sino en la escasez, tanto de recursos productivos como de capacidad de compra. Este es uno de los aspectos que harán semejantes las crisis de 1929 y del 2010 una vez se produzca el estallido de esta.



A partir de Mayo del año 2010 se producirá una degradación acelerada de la situación. Se vivirá al día, por lo que el ‘que cada palo aguante su vela’ será ley. El desencadenante de la crisis, lo que haga que se llegue a la conclusión de que la crisis es inevitable, será, probablemente, un hecho que afecte a la obtención de recursos.



Debido a la entrada en crisis de los elementos fundamentales de nuestro sistema, se llega al agotamiento de la capacidad de competición, el espíritu que, desde su nacimiento a principios del siglo XIX, ha guiado el Capitalismo. La razón será obvia: si el objetivo último es la supervivencia, ¿contra quien competir?, ello tendrá un efecto demoledor sobre los principios que daban sentido al concepto de ‘emprendedor’.



Paralelamente, se irá manifestando la falta de petróleo así como de la mayoría de las commodities que son esenciales para la actividad económica, lo que acelerará la puesta en marcha de políticas tendentes a la determinación de necesidades esenciales, por lo que, probablemente, se implantará el racionamiento de muchos bienes y servicios que, muy bien, puede ser complementado con alzas en sus precios a fin de forzar la reducción del consumo de los bienes y servicios racionados por debajo, incluso, de la capacidad de producción y suministro de la oferta; el objetivo será, claramente, el ahorro de recursos.



Llegados a este punto se manifestará un problema que hoy ya ha sido abordado por algunos expertos: el excedente de factor trabajo de baja o muy baja calificación que en estos últimos años ha desempeñado tareas de bajo valor añadido y que, fundamentalmente, está personalizado en la población inmigrante, a esto se añadirán probables tensiones entre la población inmigrante y la autóctona debido a la escasez de empleos y recursos.



La dinámica regulatoria y de delimitación entonces en vigor, puede decidir la conversión de ciertos barrios en guetos vigilados en los que pueden ser aisladas personas no necesarias y calificadas como potencialmente conflictivas y donde llevarán una existencia marginal. Esta política será ampliamente respaldada debido a las protestas sociales que la situación llevará meses generando y que, en algunas zonas, podrá dar lugar a la aparición de guerrillas urbanas.



En este sentido, entre Agosto y Octubre del 2006, el Pentágono desarrolló las maniobras Urban Resolve 2015 orientadas a hallar respuestas al que se considera será el escenario de combate típico en el horizonte del 2015: urbano, en barrios ultrapoblados y miserables. Meses después, en Enero del 2007, USA ensayó el ADS (Active Denial System), un sistema que utiliza ondas calóricas para repeler multitudes a 500 m. de distancia y que se espera se halle operativo en el año 2010.



El 2011 será un año especialmente duro, de hecho será el más duro de todo el período de crisis, lo que augura protestas sociales, tumultos y procesos reivindicativos. Debido a las carencias existentes, quienes tengan ‘cosas tangibles’, elementos palpablemente útiles, tales como recursos, o experiencia, tendrán auténtico poder. La especialización y la profesionalización, serán, consecuentemente, muy valoradas, al igual que los inventos y las creaciones orientadas al ahorro y a la optimización, por lo que la productividad aumentará. Se exprimirán hasta el límite los recursos que se utilicen, incluido el factor trabajo, por lo que el sentimiento de ‘explotación’ reaparecerá.



Obviamente se llegarán a pactos verbales y a acuerdos para coordinar políticas, caso del clima y del cambio climático. En relación a ambos se tomarán medidas, pero no por filosofía ecológica, sino debido al impacto negativo que el cambio climático tiene sobre los recursos y su disponibilidad.



Entre los años 2012 y 2015 se impone, de hecho, un modelo de economía regulada en todos los países. La población asume las regulaciones debido a que éstas suponen reducir su nivel de preocupación y de incertidumbre, pero, también, porque para la población, el paso en menos de cuatro años, de una situación en la que los responsables económicos y los líderes políticos pregonaban las bondades del momento a otro de carencias generalizadas, ha sumido a las ciudadanías un auténtico estado de shock.



La regulación de la economía supone, de facto, la implantación de una economía de subsistencia, en la que los intercambios se reducen a un nivel muy primario, recurriéndose, en muchas ocasiones, al trueque. En ese escenario, el apoyo de instituciones y Estados estará dirigido, de forma específica y concreta, a aquellas técnicas y a aquellos procesos orientados a la transformación de los recursos a fin de aumentar su utilidad. En este entorno, una de las figuras que experimentarán una transformación más profunda serán los Estados.



Durante los años de crisis la importancia de las corporaciones crecerá aceleradamente continuando un proceso que ya empezó en los años 80; este creciente papel de las corporaciones se producirá a costa del declive del papel Estado; de hecho, este declive del papel del Estado será uno de los signos más significativos de que el sistema aún vigente, el actual, está muriendo.



Las corporaciones irán ganando poder en la vida económica y social, ganancia de poder que será asumida y aceptada por la población. Ello será consecuencia de su mucha mayor operatividad en cuanto a la gestión en comparación con unos Estados que se muestran impotentes para funcionar en un entorno que en nada se asemeja al que estos estaban acostumbrados a operar; en otras palabras, la población acepta el poder de las corporaciones porque, de hecho, las corporaciones ya ostentarán el poder real cuando la población se aperciba de ello debido a que, desde Septiembre del 2007, pero, sobre todo desde Enero del 2008, se habrá estado produciendo una oleada de absorciones empresariales que habrá ido alimentando ese poder corporativo.



Un campo que durante estos años de crisis experimentará un avance espectacular será la biotecnología en todos los aspectos con ella relacionados, incluida la genética; el objetivo de tales avances será la mejora de elementos específicos de diversos subsectores y siempre bajo la óptica de la utilidad.



Hacia el mes de Octubre del 2012 serán visibles los primeros signos de que la parte más dura de la crisis ya ha pasado. Se manifestará una mayor facilidad en el acceso a algunos bienes y servicios baratos que la población necesita y que le ayudará a sobrellevar su situación de carencia; en esta línea es posible la legalización de la marihuana del mismo modo que la Ley Seca fue derogada, en 1933, durante la Gran Depresión; también el posible acceso gratuito a múltiples canales de televisión orientados al entretenimiento de una población en gran medida desocupada.



Entre los años 2015 y 2018, aunque aún con innumerables problemas, se irá produciendo una paulatina recuperación, pero no, como hasta ahora ha sido tradicional tras los períodos de crisis, basada en el consumo: esa vía ya no volverá. La recuperación estará sustentada en la búsqueda de la eficiencia en el uso de los recursos así como en una creciente productividad, lo que generará ingentes excedentes de factor trabajo, y que posibilitará la puesta en marcha de un subsidio de subsistencia a fin de asegurar un mínimo vital.



La recuperación, por tanto, estará sustentada en una nueva estructuración de las relaciones productivas y tendrá que ver con el desarrollo de nuevos recursos energéticos y de nuevas materias primas. Es previsible un espectacular avance de la genética. La recuperación se traducirá en la valoración de la creatividad y en la potenciación de las nuevas ideas. A lo largo del 2018 se irá asentando la percepción del fin de la crisis.



A finales del 2018 la crisis se dará, definitivamente, por concluida, sin embargo nada será ya igual a como era antes de su estallido en el 2010.







Por pura lógica, la mayoría de actividades que hoy son generadoras de PIB, desarrolladas en un ambiente de alegría y de admitida bonanza, no pueden seguir siendo las mismas que garanticen la supervivencia en una atmósfera de carencias generalizadas. Hoy, el quehacer económico está orientado -al menos lo está pretendidamente- hacia un permanente ‘ir a más’. Cuando, a partir de Septiembre del 2007, los primeros problemas se manifiesten y la idea de ‘utilidad’ vaya calando en el día a día económico y social, ¿qué actividades serán las que garanticen esa imprescindible utilidad?, ¿qué actividades serán las que sean apoyadas?, ¿qué actividades serán las que generarán empleo?.



A partir de Septiembre comenzarán a manifestarse problemas en el sector servicios y con los servicios, manifestados en funcionamientos deficientes y en la aparición de impedimentos para su correcto desempeño. Ello será debido a diferentes factores. Por un lado, el desmedido nivel de endeudamiento de la población incidirá negativamente en el nivel de consumo privado; por otro, el cierre de un creciente número de pequeñas y medianas empresas debido al estrechamiento continuado de sus márgenes y al ya referido descenso en el consumo; por otro más, al producirse aumentos de precios de la energía y de otros elementos por éstas utilizados y que incidirán negativamente en sus costes.



A la vez, las paulatinas reivindicaciones sociales que ya comenzarán a producirse en Septiembre, no contribuirán al consumo de servicios, sobre todo, de aquellos relacionados con el ocio; como tampoco contribuirá al consumo de servicios la reducción de ayudas sociales que desde dicho mes ya empezarán a producirse.



En una dinámica de escasez de recursos y de gasto a la baja, las actividades vinculadas al aprovechamiento y a la mejora de la utilización van a tener amplio recorrido. Profesiones relacionadas con la rehabilitación de todo tipo de elementos, con la recuperación, la reparación y la reutilización de bienes que hasta ahora eran desechados, así como con el reciclaje de artículos que hoy son considerados desperdicios y, por tanto, no aprovechados, van a tener el éxito asegurado.



Es decir, primará la idea de reciclaje, de reutilización, el concepto de barato, de outlet, de discount, de útil, tanto porque las cantidades de recursos disponibles van a ser escasas, como porque las rentas individuales medias van a sufrir un importante retroceso, al igual que la capacidad de endeudamiento personal.



Evidentemente, todos los aspectos relacionados con la logística van a ser esenciales, básicamente porque una inmejorable logística es la base de la mejora productiva al posibilitar la correcta administración y al contribuir a lograr costes aquilatados.



Y también, como ya se ha dicho en días pasados, la biotecnología y la genética serán campos que experimentarán un desarrollo espectacular, aunque estos estarán reservados a grandes consorcios y a redes de colaboración al precisar de cuantiosas inversiones.



Crear nuevas cosas va ser muy difícil, por lo que habrá que sacar partido a todo lo existente; esa será la idea fundamental para ese período, idea que puede ser resumida en una frase: ‘lo necesario será lo importante’.



Todas las economías nacionales no sufrirán por un igual los efectos de la crisis.



En USA la evolución de su economía durante estos años será muy negativa. La crisis supondrá la finalización de un período expansivo que comenzó en 1914, período expansivo que, sobre todo en los dos últimos decenios, ha estado sostenido por el resto del mundo, lo que dejará de suceder en cuanto estalle la crisis. Tal evolución, en un país en el que el consumo privado casi representa un 70% del PIB y el endeudamiento alcanza el 130% de la renta, tendrá amplias repercusiones sociales que desencadenarán importantes disturbios que se verán agravados por el hecho de que una parte significativa de su ciudadanía se halla en posesión de armas de fuego.



En Alemania ya se producirá una evolución muy negativa desde el 2008. El país generará ideas de calidad, pero carecerá de los recursos necesarios para llevarlas a la práctica; justo lo contrario de lo que le sucederá a UK. El hecho de que este país nunca acabe de estar totalmente vinculado a ninguna organización le va a dar una gran libertad de acción para realizar lo que considere más conveniente en esos momentos. Por otra parte, y de algún modo como ya sucedió en otros momentos del pasado, UK realizará una serie de aportaciones en relación con la optimización del uso de los recursos que influirán en la definición y estructuración del nuevo sistema y que serán de gran importancia para Europa.



En Francia, situación muy negativa ya desde el 2008; la total pérdida de protagonismo político y económico del país, será causa y consecuencia de ello; algo muy semejante a lo que le sucederá a España. En España la degradación de la situación ya empezará a percibirse desde Septiembre del 2007, siendo mucho más manifiesta a lo largo del 2008; ello supondrá el fin del ‘modelo español’. A partir del 2010 se generan expectativas que pueden hacer que el PIB crezca, pero de ese crecimiento no se beneficiará la población.



En Asia, Japón, y en base a la total internacionalización de su economía, se verá muy afectado por una situación que será de alcance mundial, aunque podrá sobrellevarla mucho mejor que otros países debido a la gran flexibilidad de la que es capaz su sociedad. Por su parte, la economía china evolucionará de forma muy negativa ya que su modelo productivo y social basado en las relaciones, en el tacto, en los dobles sentidos, no será capaz de adaptarse a unos momentos en los que primará lo operativo; por otra parte, su gran dependencia del exterior agravará estos problemas.



Donde con mayor dureza se manifestarán los efectos de la crisis será en Latinoamérica y en África, de hecho puede hablarse del hundimiento total de sus modelos sociales al desaparecer las ayudas internacionales. Zonas dispersas de ambas áreas especializadas en la producción y exportación de commodities serán explotadas por corporaciones sin práctico beneficio para las poblaciones de ambas áreas.



En términos generales, la problemática que afecta al medio ambiente, problemática hoy muy estudiada y discutida, y que el Protocolo de Kyoto pretende reducir y que para numerosas personas e instituciones se ha convertido en un tema de carácter ideológico, será abordada, únicamente, desde una vertiente operativa basada en criterios de utilidad.



En estos próximos años de precrisis y de crisis, los estudios que pasarán a captar mayor atención serán aquellos relacionados con el ámbito económico y que tengan aplicación en el ámbito económico; a la vez, la Economía adoptará el rol de ciencia que se ocupará de la mejor forma de administrar unos recursos que son escasos, algo que entiende muy bien la generación nacida entre 1984 y 1995, una visión completamente alejada de la de estas décadas pasadas centrada en crecimientos exponenciales sustentados en el desperdicio y en el endeudamiento.



Para acabar, una frase que entra de lleno en todo lo que hemos estado hablando estos días, una cita premonitoria. Su autor es Xabier Mariscal, como saben, escultor de profesión. La pronunció comentando, en una entrevista realizada por Llàtzer Moix y publicada en el periódico La Vanguardia el 15 de Diciembre del 2005, una de sus últimas obras: el estallido de un Chevrolet Impala de 1959.



Esta es la cita:



“La época de despilfarro del capitalismo se ha acabado, o está tocando a su fin. Entiendo que en los 50 se diseñaran automóviles como el Impala, que era un alarde de belleza, de decoración. Pero me parece que en un mundo masificado todo eso es insostenible, que hay que ajustar los productos a las necesidades. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es un coche?. Pues es una sillita con ruedas para cuatro personas. No hace falta que se convierta en una falla ni permitir que consuma un litro más de lo imprescindible. Por eso he hecho este Impala en el momento de su estallido, para simbolizar un ´hasta aquí hemos llegado´ de la civilización de la abundancia”.






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