Intentaré explicar cual es mi visión, aunque no descarto que pueda ser errónea, eso aun nadie lo sabe, mientras el funcionamiento de la Astrología siga siendo un misterio, como lo es de momento, cualquier teoría es analizable, no podemos pues cerrarnos en banda dentro de la lógica cartesiana que en Astrología parece, y no en pocos casos, no funcionar .
Tomado de mi libro "2010-2014: Un Análisis Astrológico del Nuevo Paradigma Multipolar" (Libro Prmero)
La gran laguna de la Astrología radica en el desconocimiento de las leyes que la hacen funcionar, siendo este su “Talón de Aquiles”. Esta falta de conexión “Cielo – Tierra”, tan solo aparente, para quien no se toma la molestia de penetrar en sus misterios, le resta su validez y veracidad para el estamento científico, pero el desconocimiento del “Hilo de Ariadna” que une fenómenos celestes y terrestres no invalida, no obstante, su correcto funcionamiento, que basamos en la Teoría de Prospectiva de Sistemas.
El principio básico de la Teoría de Prospectiva de Sistemas podemos resumirlo de la siguiente forma:
“Toda coincidencia cronológica de carácter sistemático observable entre dos o más fenómenos aparentemente inconexos entre si, revelan una conexión y, consecuentemente, implican un sistema, es decir: Un conjunto de hechos enlazados entre si”.
La observación sistemática de esos sistemas de sincronicidad conduce a derivar un segundo principio: “Desde su creación, nacimiento o fundación, todo ente individual o colectivo, queda inseparablemente acoplado a unos módulos de sincronicidad cuyo despliegue futuro puede ser previsto a priori, si conocemos el cuadro de frecuencias de esas sincronicidades.”
Podemos establecer un ejemplo sencillo de sincronicidad como sistema basándonos en la coincidencia cronológica de las mareas oceánicas respecto a ciertas posiciones del Sol y la Luna. Imaginemos que un observador ignorante de las leyes naturales que producen las mareas intentara frente al fenómeno de las mismas crear unas tablas para predecirlas en el futuro. Tras una observación minuciosa de la repetición sistemática de ambos fenómenos coincidentes (mareas y posiciones lunares) en un determinado tiempo estaría en condiciones de predecir ambos fenómenos, ya que la regularidad de sus ciclos le habría inducido a concluir que esos ritmos o ciclos se repetirían indefinidamente.
Una vez anotados los ritmos de las sincrónicas pulsaciones de las mareas trataría de explicarse a si mismo el fenómeno en términos de relación causa-efecto, pudiendo concluir que “los movimientos de la Luna están determinados por los movimientos de las mareas, facultándole de esta manera poder predecir los horarios de los movimientos lunares basándose en su conocimiento de los horarios de las mareas”. Teoría del todo incorrecta, pero que tendría plena validez operante en cuanto a los resultados eficaces de su aplicación como regla de predicción, ya que sus pronósticos resultarían exactos.
Este trivial ejemplo conduce a inferir otro principio: “Para los fines específicos de la prospectiva de sistemas, es indiferente que se conozcan las verdaderas leyes físicas que regulan las sincronicidades en cuestión”.
Tomado de mi libro "2010-2014: Un Análisis Astrológico del Nuevo Paradigma Multipolar" (Libro Prmero)
La gran laguna de la Astrología radica en el desconocimiento de las leyes que la hacen funcionar, siendo este su “Talón de Aquiles”. Esta falta de conexión “Cielo – Tierra”, tan solo aparente, para quien no se toma la molestia de penetrar en sus misterios, le resta su validez y veracidad para el estamento científico, pero el desconocimiento del “Hilo de Ariadna” que une fenómenos celestes y terrestres no invalida, no obstante, su correcto funcionamiento, que basamos en la Teoría de Prospectiva de Sistemas.
El principio básico de la Teoría de Prospectiva de Sistemas podemos resumirlo de la siguiente forma:
“Toda coincidencia cronológica de carácter sistemático observable entre dos o más fenómenos aparentemente inconexos entre si, revelan una conexión y, consecuentemente, implican un sistema, es decir: Un conjunto de hechos enlazados entre si”.
La observación sistemática de esos sistemas de sincronicidad conduce a derivar un segundo principio: “Desde su creación, nacimiento o fundación, todo ente individual o colectivo, queda inseparablemente acoplado a unos módulos de sincronicidad cuyo despliegue futuro puede ser previsto a priori, si conocemos el cuadro de frecuencias de esas sincronicidades.”
Podemos establecer un ejemplo sencillo de sincronicidad como sistema basándonos en la coincidencia cronológica de las mareas oceánicas respecto a ciertas posiciones del Sol y la Luna. Imaginemos que un observador ignorante de las leyes naturales que producen las mareas intentara frente al fenómeno de las mismas crear unas tablas para predecirlas en el futuro. Tras una observación minuciosa de la repetición sistemática de ambos fenómenos coincidentes (mareas y posiciones lunares) en un determinado tiempo estaría en condiciones de predecir ambos fenómenos, ya que la regularidad de sus ciclos le habría inducido a concluir que esos ritmos o ciclos se repetirían indefinidamente.
Una vez anotados los ritmos de las sincrónicas pulsaciones de las mareas trataría de explicarse a si mismo el fenómeno en términos de relación causa-efecto, pudiendo concluir que “los movimientos de la Luna están determinados por los movimientos de las mareas, facultándole de esta manera poder predecir los horarios de los movimientos lunares basándose en su conocimiento de los horarios de las mareas”. Teoría del todo incorrecta, pero que tendría plena validez operante en cuanto a los resultados eficaces de su aplicación como regla de predicción, ya que sus pronósticos resultarían exactos.
Este trivial ejemplo conduce a inferir otro principio: “Para los fines específicos de la prospectiva de sistemas, es indiferente que se conozcan las verdaderas leyes físicas que regulan las sincronicidades en cuestión”.
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“Para los fines específicos de la prospectiva de sistemas, es indiferente que se conozcan las verdaderas leyes físicas que regulan las sincronicidades en cuestión”.
Esa es la piedra angular y el meollo en el que tropiezan los "científicos" que por desconocer el "Hilo de Ariadna" del funcionamiento astrológico se niegan a entrar en la "fortaleza astrolögica" para su estudio que permanece, y me temo que por mucho tiempo aun, vedada para ellos por su presunto caracter apriorísticamente ilógico.
Si tan sólo tuviesen más amplitud de miras, simplemente "curiosidad científica", como en algunos casos han demostrado valientemente sus colegas del grupo conocido como los Gnósticos de la Universidad de Princeton, comprobarían su equivocación. No obstante lo único que podemos afirmar de momento es que existe una determinada correlación CIELO-TIERRA. Nada más.
Esa correlación sincrónica, que para mi está fuera de toda duda, entre determinadas posiciones angulares de los planetas en visión geocéntrica (NIVEL CELESTE) y la consecución en el planeta Tierra (NIVEL TERRESTRE) de hechos relevantes de determinado matiz asociado al NIVEL CELESTE que corresponda en cada caso, no implica (o tal vez si.. eso lo dejo como interrogante....) que el NIVEL CELESTE DETERMINE U OBLIGUE FÍSICAMENTE AL NIVEL TERRESTRE, mediante un proceso CAUSA-EFECTO FISICO Y DIRECTO.
La "música que danzan" los planetas y también la Tierra, como uno más de ellos, podría venir de mucho más lejos, o de un sistema mayor que les englobase a ambos, de tal forma que nosotros mediante la práctica astrológica podríamos en este caso anticipar la "danza" que nos tocaría "bailar" (NIVEL TERRESTRE), leyendo la "partitura", en las efemérides astronómicas, de la "danza futura" de los demás planetas.
Estaríamos en este caso consultando un "mapa de ruta", pero el "mapa" no sería el causante directo de las curvas que nos encontraríamos en el camino, sino sólo una representacion de ellas que nos anticiparia la holografía del terreno anticipadamente.
Esta teoría justificaría por qué no se detecta nada que emitan los planetas físicamente, e incluso por qué Plutón que es un planeta de muy reducido tamaño, hasta el punto que incluso ha perdido ese rango por el de planetoide, y encontrándose en los confines del Sistema Solar, sin embargo en Astrología manifiesta un demoledor efecto transformador.
Evidentemente en el ejemplo anterior el "mapa" no emitiría energia fisica alguna, pero serviría para anticiparnos el devenir del viaje si sabemos leerlo correctamente
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