domingo, 15 de mayo de 2011

La Agenda Detrás de la Muerte de Bin Laden



Por Paul Craig Roberts









La historia del gobierno de los EE.UU. sobre la muerte de Bin Laden fue tan mal elaborada en principio que no duró 48 horas antes de que sea fundamentalmente alterada. De hecho, la nueva historia que salió a relucir el martes (3 de mayo) por Jay Carney, el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, tuvo poca semejanza con la historia original del domingo (1ro de mayo) por la noche. La lucha feroz no ocurrió. Osama Bin Laden no se ocultó detrás de una mujer. De hecho, Bin Laden, dijo Carney, “no estaba armado”.

La historia del feroz combate fue inmediatamente sospechosa desde que ningún Navy Seals (un comando de operaciones especiales) sufrió un rasguño, a pesar de estar peleando contra Al-Qaeda, descrito por el ex jefe del Pentágono Donald Rumsfeld como “los asesinos más peligrosos, bien entrenados, y más despiadados sobre la faz de la tierra.


Se ha cambiado cada detalle de la historia original. No era la esposa de bien Laden quien fue asesinada por los Navy Seals, era solo la esposa de un ayudante. No fue Khalid el hijo de Bin Laden asesinado por los Navy Seals, sino su hijo Hamza.

Carney culpó del cambio de la historia a “la niebla de la guerra”. Pero si no hubo lucha, ¿de dónde vino la “niebla de la guerra”?

La Casa Blanca también ha tenido que abandonar la historia de que el presidente Obama y su equipo de seguridad nacional observaron, tensamente, como se desarrollaban los acontecimientos en tiempo real (a pesar de que la Casa Blanca publicó las fotos del equipo observando tensamente), con la operación transmitida a la Casa Blanca por las cámaras en los cascos de los Navy Seals. Si Obama estaba observando los acontecimientos mientras sucedían, él habría notado, uno espera, que no hubo combate y, así, no hubiera dicho en público que Bin Laden fue muerto en combate. Otra razón del por qué la historia tuvo que ser abandonada es que si el acontecimiento fue captado en vídeo, los servicios de noticias en el mundo estarían pidiendo el vídeo, pero si el acontecimiento fue un teatro orquestado entonces no habría vídeo.

Tampoco se ha proporcionado ninguna explicación del porqué un desarmado Bin Laden, ante la ausencia de un combate, fue asesinado por un Navy Seal de un tiro en la cabeza. Para quienes creen en la historia del gobierno de que “agarramos a bien Laden”, la operación solo puede aparecer como la más remendada de la historia. ¿Qué clase de incompetencia se requiere para que, insensiblemente e innecesariamente, se matara al rehén más valioso de la inteligencia en el planeta?


Según el gobierno de los EE.UU., los movimientos terroristas del mundo operaban a través de Bin Laden, “el genio”. Si fuera así, gracias a un estúpido Navy Seals que se apresuro en disparar, una bala destruyó al terrorista informador más valioso sobre el planeta. Quizás el Navy Seal pensó que él podía poner una marca en su arma y jactarse para el resto de su vida de ser el macho que mató a Osama Bin Laden, el hombre más peligroso del planeta, que fue más listo que los EE.UU. y sus aliados europeos e israelíes al infligir una humillación a la “única superpotencia del mundo” el 9/11.


Cuando una historia fundamental como el fallecimiento de bien Laden no puede durar 48 horas sin reconocer “discrepancias” que requieren alteraciones fundamentales a la historia, hay argumentos para la sospecha, además de las sospechas que se presentan ante la ausencia de un cadáver, de la ausencia de cualquier prueba de que mataron a Bin Laden en la incursión o incluso de que la incursión ocurrió. El episodio entero pudo ser otro acontecimiento como el de Golfo de Tonkín del 4 de agosto de 1964, que nunca sucedió pero tuvo éxito en poner en marcha la guerra abierta contra Vietnam del Norte a un coste enorme para los norteamericanos y vietnamitas, y enormes beneficios al complejo militar/de seguridad.




No hay duda de que los EE.UU. es lo suficientemente incompetente por haber matado innecesariamente a Bin Laden en vez de capturarlo. Pero ¿quién puede creer que los EE.UU. dispondría rápidamente de las pruebas de que habían terminado con Bin Laden?

La historia oficial de que el gobierno tiró al océano la prueba de su éxito no es verosímil, pero tiene algunas fotos que pueden ser publicadas, algún día.

Como un lector escribió en un correo electrónico que me envío: “Lo que es realmente alarmante es la cada vez más creciente arrogancia de estas mentiras, como si el gobierno estuviera profundamente confiado en su capacidad de engañar a la gente al punto que, incluso, no hacen virtualmente ningún esfuerzo para parecer creíbles”.



Los gobiernos han sabido desde el principio de los tempos que siempre pueden engañar a sus ciudadanos y súbditos por jugar la baraja del patriotismo. “Recuerde el Maine”, el “Golfo de Tonkín”, las “armas de destrucción masiva”, “el incendio del Reichstag” —los acontecimientos fabricados y las pruebas falsas son infinitas. Si los norteamericanos conocieran algo historia, no serían tan crédulos.


Qué hay detrás del espectáculo


Sin embargo, la verdadera pregunta antes nosotros es: ¿Qué agenda o agendas están diseñadas para el futuro tras la “muerte de bien Laden”?


Hay muchas respuestas a esta pregunta. Muchos han notado que Obama está enfrentando una reelección con grados de aprobación bajos. ¿Es para cualquiera una sorpresa que los resultados de una encuesta del New York Times /CBS encuentre una alza fuerte en el apoyo a Obama tras la incursión en la casa de bien Laden?

Como The New York Times lo reportó, “el resplandor del orgullo nacional” aupó “a la política partidaria, mientras que el apoyo al presidente subió perceptiblemente entre los republicanos e independientes. En total, el 57 por ciento dijo ahora que aprobaba el trabajo del presidente, cuando anteriormente el apoyo solo era el 46 por ciento”.




En el pensar de Washington, un alza en el grado de aprobación justifica un acontecimiento fabricado.

Otra posibilidad es que Obama sabe que el déficit presupuestario y el rescate del dólar de un hundimiento, requieren el final de la costosa guerra afgana y de la guerra de ocupación y despilfarro en Paquistán. Como el propósito de la guerra era tener a Bin Laden, el éxito en este objetivo permite que los EE.UU. se retire sin enfrentar una derrota, permitiendo así reducir el déficit presupuestario de los EE.UU. por varios cientos de mil millones dólares anualmente —lo cual es una manera fácil de lograr un recorte de gastos importante.

Si ésta es la agenda, entonces más poder para él. Sin embargo, si ésta es la agenda de Obama, el complejo militar/de seguridad se ha movido rápidamente contra él. León Panetta, el director de la CIA, abrió la puerta de los ataques falsos para mantener la guerra al declarar que Al-Qaeda se vengaría de la muerte de Bin Laden. La Secretaria de Estado Clinton declaró que el éxito en matar a bien Laden justifica más guerra y más éxito. La Seguridad Nacional declaró que la muerte de Bin Laden motivaría a “extremistas violentos de cosecha propia” (dentro de los EE.UU.) en la fabricación de atentados terroristas. Los “extremistas violentos de cosecha propia” es un término indefinido, pero en este espectro creado recientemente parece incluir a los ecologistas y a manifestantes contra la guerra. Como “sospechoso”, el término incluirá a cualquier persona que el gobierno quiera capturar.



Diversas partes del gobierno han tomado rápidamente el éxito en asesinar a Bin Laden para defender y avanzar sus propias agendas, tales como la tortura. A los norteamericanos se les ha dicho que Bin Laden fue encontrado como resultado de la información obtenida de los detenidos torturados y retenidos hace años en las prisiones secretas de la CIA en Europa del Este.


Esta lista de posibles agendas está lejos de ser completada, pero para quienes son capaces del escepticismo y del pensamiento independiente, esto puede servir como punto de partida. Las agendas detrás del teatro se revelarán con el paso del tiempo. Todo lo que usted tiene que hacer es prestar atención y saber que la mayor parte de lo qué usted oye de los medios masivos de comunicación están diseñados para avanzar esas agendas.

Paul Craig Roberts fue un Asistente al Secretario del Tesoro de EE.UU. y ex editor asociado del Wall Street Journal. Su libro más reciente es “The Tyranny of Good Intentions”, escrito con Lawrence Stratton, que trata de cómo los estadounidenses han perdido la protección de la ley.



Traducción: Alexandr Mondragón



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