Viendo estas imágenes me vienen a la memoria las reveladoras palabras de G.I. Gurdjieff acerca de la Astrología, que están recogidas en el excelente y recomendable libro "Fragmentos de una Enseñanza Desconocida" que sobre el Sistema de Enseñanza del Maestro ruso escribiera su principal y aventajado discípulo P.D.Ouspenski.
El texto reza así:
"Recuerdo otra conversación sobre la guerra. Estábamos sentados en el caté Philipov, en la Tverskaya. Estaba atestado de gente muy bulliciosa. La especulación y la guerra creaban una atmósfera febril y desagradable. Incluso yo había rehusado concurrir a este café. Pero G. había insistido, y como siempre ocurría con él, yo había cedido. Ya para entonces había comprendido que algunas veces, deliberadamente, él creaba situaciones que harían más difícil la conversación, como si me quisiera pedir un esfuerzo adicional y un acto de sumisión a condiciones penosas e incómodas en aras de hablar con él.
Pero esta vez el resultado no fue muy brillante; el ruido era tal que no llegué a oír las cosas más interesantes. Al comienzo comprendí sus palabras. Pero el hilo se me escapaba poco a, poco. Después de haber hecho varias tentativas por seguir lo que estaba diciendo, de lo cual sólo me llegaban palabras aisladas, finalmente dejé de escuchar y simplemente me puse a observar cómo hablaba.
La conversación había comenzado con mi pregunta:
—¿Pueden detenerse la guerras?" Y G. había contestado:
—Sí, es posible."
Sin embargo, debido a nuestras conversaciones anteriores, yo creí estar seguro de que respondería:
"No, es imposible".
—Pero todo está en la pregunta: ¿cómo? — continuó. Hay que saber mucho para comprenderlo. ¿Qué es una guerra?
La guerra es un resultado de influencias planetarias. En alguna parte, allá arriba, dos o tres planetas se han acercado demasiado, y resulta una tensión.
¿Ha notado cómo se tensa usted cuando un hombre lo roza en una vereda estrecha? Entre los planetas se produce la misma tensión. Para ellos quizá esto no dura sino uno o dos segundos.
Pero aquí, sobre la tierra, la gente comienza a matarse y continúa la matanza durante años. En todo este tiempo les parece que se odian los unos a los otros; o quizá que es su deber destrozarse por algún propósito sublime; o bien que deben defender algo o a alguien y que es muy noble hacerlo: o cualquier cosa por el estilo. Son incapaces de darse cuenta hasta qué punto son simples peones sobre un tablero de ajedrez. Se atribuyen importancia; se creen libres de ir y venir a su antojo; piensan que pueden decidir el hacer esto o aquello. Pero en realidad, todos sus movimientos, todas sus acciones, son el resultado de influencias planetarias. Por sí mismos no tienen ninguna importancia. Quien tiene el papel importante es la luna. Pero hablaremos de la luna más adelante. Basta comprender que ni el emperador Guillermo, ni los generales, ni los ministros, ni los parlamentos, tienen significación alguna, ni hacen nada. En una gran escala, todo lo que sucede está regido desde el exterior, sea por combinaciones accidentales de influencias, sea por leyes cósmicas generales."
Esto es lo que oí. Sólo mucho más tarde comprendí que en aquel entonces él había querido explicarme cómo las influencias accidentales pueden ser desviadas o transformadas en algo relativamente inofensivo. Había aquí una idea realmente interesante, que se refería a la significación esotérica de los "sacrificios". Pero en todo caso, esta idea actualmente sólo tiene valor histórico y psicológico. Lo más importante —que había dicho de manera casual, en tal forma que yo no le presté atención en el momento mismo y no me acordé sino más tarde, tratando de reconstruir la conversación— era lo que se refería a la diferencia de los tiempos para los planetas y para el hombre.
Pero, aun cuando lo recordé, por mucho tiempo no llegué a comprender la significación plena de esta idea. Más tarde se me presentó como algo fundamental.
Más o menos por esta misma época tuvimos una conversación sobre el sol, los planetas y la luna.
Aunque me impresionó vivamente, he olvidado cómo comenzó. Pero me acuerdo que
habiendo dibujado G. un pequeño diagrama, trataba de explicarme lo que él llamaba la "correlación de las fuerzas en los diferentes mundos". Esto se refería a lo que había dicho anteriormente de las influencias que actúan sobre la humanidad. La idea, a grosso modo, era la siguiente: la humanidad, o más exactamente, la vida orgánica sobre la tierra, está sometida a influencias simultáneas, provenientes de fuentes variadas y de mundos diversos: influencias de los planetas, influencias de la luna, influencias del sol, influencias de las estrellas. Ellas actúan todas al mismo tiempo, pero con el predominio de una u otra según el momento. Para el hombre existe cierta posibilidad de elegir influencias; dicho de otra manera, pasar de una influencia a otra.
—El explicar cómo, requeriría un desarrollo demasiado largo, dijo G. En otra ocasión hablaremos de esto. Por el momento quisiera que comprendiera lo siguiente: es imposible liberarse de una influencia sin someterse a otra. Toda la dificultad, todo el trabajo sobre sí, consiste en elegir la influencia a la que usted se quiere someter, y en caer realmente bajo esta in-fluencia. Con este fin, es indispensable que usted sepa prever la influencia que le será más provechosa."
Lo que me había interesado en esta conversación era que G. había hablado de los planetas y de la luna como de seres vivientes, que tienen una edad definida, un período de vida igualmente definido y posibilidades de desarrollo y de transición a otros planos de ser. De sus palabras resultaba que la luna no era un "planeta muerto", como se admite generalmente, sino por el contrario era un "planeta en estado naciente", un planeta en su primerísimo estado de desarrollo, que no había alcanzado aún el "grado de inteligencia que posee la tierra", para usar sus propios términos.
—La luna crece y se desarrolla, dijo G., y quizá, algún día, llegará al mismo grado de desarrollo que la tierra. Entonces, cerca de ella aparecerá una nueva luna y la tierra devendrá para ambas su sol. Hubo un tiempo en que el sol era como es hoy la tierra, y la tierra, como la luna actual. En tiempos más lejanos aún, el sol era una luna."
Esto atrajo inmediatamente mi atención. Nunca me había parecido nada más artificial, más sospechoso, más dogmático, que todas las teorías habituales sobre el origen de los planetas y de los sistemas solares, comenzando por la de Kant-Laplace hasta las más recientes, con todos sus cambios y añadiduras. El "gran público" considera estas teorías, o por lo menos la última que ha conocido, como científicamente comprobadas. Pero en realidad nada es menos
científico, nada está menos comprobado. Por lo tanto el hecho de que el sistema de G. admitía una teoría totalmente diferente, una teoría orgánica originada en principios enteramente nuevos y revelando un orden universal diferente, me pareció sumamente interesante e importante.
—¿Cuál es la relación entre la inteligencia de la tierra y la del sol? le pregunté.
—La inteligencia del sol es divina, respondió G. No obstante, la tierra puede llegar a la misma altura; pero naturalmente en esto no hay nada seguro: la tierra puede morir sin haber llegado a nada.
—¿De qué depende esto?" La respuesta de G. fue sumamente vaga.
—Hay un periodo definido, dijo, durante el cual pueden realizarse ciertas cosas. Si al final del tiempo prescrito lo debido no ha sido hecho, entonces la tierra puede perecer sin haber llegado al grado que hubiera podido alcanzar.
—¿Se conoce este plazo?
—Sí, se conoce, dijo G., pero la gente no ganaría nada con saberlo. Esto sería aún peor.
Algunos lo creerían, otros no, y aun otros pedirían pruebas. Luego comenzarían a romperse la cabeza. Siempre todo termina así entre la gente."
Hasta aquí las reveladoras palabras de Gurdjieff...........
Resulta evidente para el observador "atento" (en el sentido que Gurdjieff otorgaba a este adjetivo) que ciertos comportamientos comunes de las masas, cuando coinciden en un momento determinado del tiempo, y en muy diferentes latitudes geográficas deberían asociarse a una parecida respuesta ante un mismo estímulo externo, un estímulo muy distinto, a pesar de lo que pudiera considerarse inicialmente, al asociado con la Sociología o lo sociológico, ya que estas respuestas extremas se producen a modo de oleadas simultáneas, en diferentes culturas y bajo modelos y realidades sociales muy distintas.
Nos inclinamos hacia un pensamiento más cercano, aunque no por completo, al del Maestro ruso G.I.Gurdjieff. Pensamos en influencias globales, externas a nivel planetario, muy sutiles y tal vez de una realidad distinta a todo lo conocido hasta el momento, tanto es así, que a día de hoy resultan no cuantificables para la Ciencia, aunque no por ello menos reales en su manifestación, cuyos "reflejos" podemos rastrear observardo su correlación o analogía directa con diversas fases de determinados ciclos planetarios. Repito, serían sólo los "reflejos", pues a mi entender la "música" viene de mucho más lejos y las relaciones planetarias, el estudio de lo que denominamos Astrología, proporcionaría tan sólo un mapa analógico, como la partitura es a la música, "música" que sería la responsable de estos comportamientos en apariencia miméticos, pero que en realidad resultan la respuesta automática (para aliviar la tensión inconsciente) de la maquinaria social ignorante ante una causa común, oculta para la mayoría, pero global y mucho más trascendente.
No obstante a cierto paralelismo con lo que sigue, lo sucedido aquí, al menos de momento, es un juego de niños.................
La fotografía del "beso" de los disturbios de Vancouver desencadena el misterio
Pareja captada por la cámara de un reportero durante los disturbios que siguieron a la derrota decisiva de los Canucks en la Stanley Cup.
Photos: Riots, fire, destruction after Vancouver’s loss
Jason Payne/Postmedia News Service
Rioters run amok after game 7 of the Stanley Cup finals between the Canucks and the Boston Bruins in Vancouver, June 15, 2011.
National Post Staff Jun 16, 2011 – 7:36 AM ET | Last Updated: Jun 16, 2011 8:44 PM ET
From Brian Hutchinson: Blood in our streets. I saw people on the ground, bleeding. Shattered glass everywhere. Police cars set alight. Major bridges are now closed, preventing public access into the downtown core. Transit is plugged up, there’s no way out. More police and fire crews are arriving, from the suburbs, but again, it seems too late. And as I write this, the sun has just set. Vancouver, what a disgrace.
Bruce Bennett/Getty Images
People pose in front of a burning vehicle on June 15, 2011 in Vancouver. The city broke out in riots after the Vancouver Canucks lost in Game Seven of the Stanley Cup Finals.
Mike Carlson/Reuters
A firefighter works to extinguish the flames of an overturned burning vehicle during riots after the Vancouver Canucks lost game seven of the NHL Stanley Cup final hockey game to the Boston Bruins in Vancouver, June 15, 2011.
VANCOUVER (CANADÁ)
15 Junio 2011
BARCELONA
15 Junio 2011
ECLIPSE LUNAR TOTAL
VANCOUVER
15 Junio 2011
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