El artista plástico y astrólogo madrileño Juan Carlos Rodriguez Sanz, colaborador habitual de esta página, nos envía la siguiente réplica a un escrito referente a la Astrología editado recientemente en el diario El País, que reproducimos más abajo.
Parece que algunos "científicos" o defensores del paradigma ciéntifico más rancio piensan que todos los astrólogos somos un puñado de estúpidos ignorantes. Más les valdría no exhibir, como lo hacen a menudo públicamente, sus propias carencias. En ese sentido sería más prudente e inteligente por su parte esconder su propia y absoluta ignorancia sobre el asunto y no mostrala públicamente como en esta carta remitida al País hace gala el autor de la misma.
BANALIDAD, INFORMACIÓN Y ASTROLOGÍA
El día 1 de abril de 2012 encuentro un artículo de opinión en el diario El País escrito por “el defensor del lector” en el que se habla, entre otras cosas, de Astrología.
Reproduzco la parte final del artículo, que es donde se toca este tema, y comento más adelante.
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EL PAÍS - OPINIÓN - 1 ABR 2012
Frivolidad y horóscopos
TOMÁS DELCLÓS, DEFENSOR DEL LECTOR
Un comentario lamenta que el diario albergue augurios astrales
(.....)
Otra queja, no inédita, versa sobre el horóscopo. Rosendo Vílchez critica su publicación. Muestra su tristeza porque El PAÍS, “que suponía un diario serio y con respeto a la ciencia”, ha incluido uno en SModa. “Aunque sea un suplemento frívolo, no creo que EL PAÍS deba caer tan bajo”.
Este diario alberga otro, el que se propone en la edición digital. En la citada revista —la misma que ofrece artículos de opinión o reportajes, como el de la neuromoda, ajenos a cualquier idea de frivolidad— se puede encontrar al final de su paginación. Seguramente, muchos lectores los consultan sin tomárselos en serio y hacen bien. Pero otros pueden confundirse sobre la condición científica de este tipo de “filigranas de la ensoñación”, en palabras de Carl Sagan.
Empar Prieto, directora editorial de la revista, comenta: “El horóscopo en SModa está pensado como una sección de entretenimiento más, un servicio adicional al lector, que encuentra información muy variada en un suplemento que puede abarcar desde el último restaurante al color de barra de labios que está de moda, pasando por una reseña de libros o un artículo de opinión. Consideramos que informar en el diario sobre los números ganadores de la lotería no supone una incitación al juego, sino simplemente un servicio a una parte más o menos importante de los lectores. Del mismo modo, ofrecer una página con el horóscopo es un servicio a los lectores que lo solicitan. Los lectores son libres de otorgar credibilidad o no a lo que se cuenta en los horóscopos. De todas formas, sí se tuvo cuidado en elegir a una persona de prestigio en el mundo de la astrología. Susan Miller es la astróloga de referencia en Estados Unidos. Lleva 25 años escribiendo al respecto. Su web tiene seis millones de usuarios únicos y 15 millones de páginas vistas como promedio mensual. Miller tiene un enfoque particular de la astrología, de la que dice que ‘no es un libro de autoayuda’ y más bien la define como ‘una herramienta de información más”.
El catedrático de Astronomía de la Universidad Complutense Miguel Sevilla de Lerma considera que muchos seguidores del horóscopo son totalmente incrédulos. “Basta con leerlos para detectar su desacierto sistemático”. Sevilla afirma que la influencia gravitatoria del Sol o la Luna no puede trasladarse a este tipo de predicciones y subraya que manejan 12 signos zodiacales, cuando en realidad son 13 las constelaciones que deberían figurar (habría que añadir Ofiuco, entre el 30 de noviembre y el 18 diciembre). Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona, considera que
“El Sol está uno o dos signos antes
del que se nos atribuye al nacer”
se trata de una simplificación producto del pensamiento mágico. “Se definieron 12 regiones para que coincidieran con la división del año en meses lunares”. Es una división que no tiene base científica. “La astrología asegura que nuestro signo zodiacal se corresponde con el lugar donde se halla el Sol el día que nacemos; pero, debido a los movimientos orbitales de la Tierra, cuando nace una persona… el Sol está uno o dos signos antes del que se le atribuye”. Armentia considera un oprobio intelectual pensar que únicamente hay una docena de tipos de personas.
El combate de la ciencia contra este tipo de literatura viene de lejos. En 1975, cerca de 200 científicos suscribieron un manifiesto en el que mostraban su inquietud por esta “charlatanería”. Desde entonces, se han sucedido otros. Es obvio que este diario no se da por aludido.
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El astrónomo Edmond Halley (1656-1742) regañó a Newton por apreciar la Astrología demasiado.
! Estimado señor, yo he estudiado el tema y usted no! - contestó Newton.
Albert Einstein
“La Astrología es una ciencia y contiene el conocimiento que nos ilumina. Me enseñó mucho y le debo mucho. Las pruebas geofísicas descubren el poder de las estrellas y los planetas en relación a la Tierra. A cambio, la Astrología lo confirma. Por eso la Astrología es un elixir de la humanidad.”
APROPIACIÓN DE LA CIENCIA
… cerca de 200 científicos. Para empezar, habría que contar cuantos no lo hicieron. Solo las opiniones de Isaac Newton o Albert Einstein tirarían por los suelos tanta seguridad. Y para continuar, es fácil colegir que esos científicos dejan de serlo cuando se informan sólo a través de la televisión –al menos sobre este tema así lo hacen--, la primera herramienta de manipulación mediática, que FRIVOLIZA la Astrología, la cultura y todo lo que toca. ¿Qué opinión podría tener sobre la Música quien sólo hubiera escuchado “la canción de los pajaritos” o las canciones del verano… y nunca a Beethoven, Mozart, Xenakis o a los mismos Beatles, sin ir más lejos?
Lo que dice todo un catedrático de Astronomía de la Universidad Complutense como Miguel Sevilla de Lerma es indicativo, para quien esté realmente informado sobre Astrología, de un desconocimiento lacerante sobre el asunto. Y debería tenerse bien en cuenta que lo que dice no es sino mera OPINIÓN (doxa). Así mismo, es un claro índice de ignorancia por su parte no saber que aquello que él da por hecho que los astrólogos no saben es no otra cosa que conocimiento de andar por casa para estos. He observado que es ésta una OPINIÓN reiterante por parte de los astrónomos, un colectivo del que es presumible que sepan sobre su especialidad, pero que, según he observado personalmente, suelen saber poco o nada de otras y sí suponer demasiado sobre mucho.
Conviene recordar a este señor que la Astrología (occidental) no se basa únicamente en la posición del Sol, como él parece entender por sus declaraciones, sino en la de diez astros mayores, el Sol, la Luna y ocho planetas, de Mercurio a Plutón (el nuevo, Eris, irá entrando con tiempo en los cálculos astrológicos, los astrólogos no improvisan), en la de la posición por giro sobre su eje de la Tierra, además de la relación angular entre todos estos elementos, dando lugar a una cantidad infinita de tipos astrológicos NO SOLO LOS DOCE QUE ÉL CONOCE, o de los que, digámoslo claro, ha oído hablar sólo de lejos, ¿o no?. Y conviene añadir que la Astrología no pretende saberlo todo, cosa que sí parece hacer este señor; e insisto, con una falta de información y de rigurosidad que no puede decir mucho a favor de su condición académica.
Podríamos hablar sobre respuestas recurrentes de astrónomos y otros críticos de la Astrología, aunque éstas no indiquen sino una mayor ignorancia sobre esta disciplina, como lo es el hecho de considerar el supuesto de que, según la Astrología, los planetas “ejercen influencias energéticas”, ya gravitatorias o físicas de cualquier tipo. He de decir que eso no es Astrología, si acaso sería Astronomía. Se confunden los términos por puro desconocimiento. Los astrólogos (no los farsantes ni aquellos que pretenden serlo sin un conocimiento real, que los hay como en todas los terrenos) saben muy bien que no existen influencias astrológicas de ese tipo. La Astrología se basa en el concepto de SINCRONICIDAD, el “principio de conexión acausal” formulado por el físico teórico Wolgang Pauli y por el psicoanalista Carl Gustav Jung hace ya bastantes décadas; es decir, en la correlación existente entre lo que ocurre en el macrosistema (sistema solar) y el microsistema (el medio terrestre). En definitiva, que la validez de una opinión como la del catedrático que la suscribe quedaría desautorizada ante el desconocimiento de lo que la materia es, tanto así al estar fundamentada en supuestos erróneos o en informaciones inciertas. A este respecto, ver el texto del matemático y astrólogo Gonzalo Peña:
http://egarciaber.blogspot.com.es/2011/12/definicion-de-la-astrologia-por-gonzalo.html
http://egarciaber.blogspot.com.es/2011/12/definicion-de-la-astrologia-por-gonzalo.html
Por otra parte, es un error de bulto considerar a la Astrología como un asunto ORACULAR (augurios, se dice en el artículo), como lo sería hacerlo con la Meteorología, con la prospectiva económica, o con los dictámenes médicos, y meterla en el mismo paquete que el de otras técnicas que sí lo son, y que, por cierto, no dejan de tener sus razones. Pero es que hay razones que la “razón” de los ignorantes no entiende. Véase la interesante digresión que Pepe Rodríguez, catedrático de periodismo y psicólogo, hace en su libro “Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica”:
(Hablando del Dios –Yahveh- del Antiguo Testamento)
De alguna manera ocurría algo similar a lo que hacemos hoy con la “ciencia”. Cualquiera que desee convencer a un auditorio de que sus argumentos son irrefutables, habla hoy “en nombre de la ciencia”. La ciencia es el dios de nuestro tiempo*, pero muchos de sus profetas suelen ignorar a menudo que esta, como Yahveh, va cambiando con el paso del tiempo. La realidad es puro relativismo y eso genera mucha inseguridad, por eso hay tantos que intentan protegerse de su ignorancia y fragilidad invocando lo que consideran una verdad inmutable. Dios o la ciencia, que tanto da cuando usan sus nombres en vano o con vanidad.
“Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica”, Pepe Rodríguez,
Ediciones B, Sine Qua Non, 2000, nota 58, pág. 68.
* Y el ateismo suele ser la religión-ideología-creencia del científico o, mejor, pseudocientífico. Algunos lo ignoran, pero otros, los más inteligentes y sabios, lo sospechan, aunque la inseguridad que les produce les haga, habitualmente, mirar hacia otro lado. Parece que la luz del Sol –la consciencia- es cegadora.
Hay quienes, con un ego mal resuelto --compensación a una inseguridad esencial--, se aferran a las mismas imprecisiones que aquellos a quienes ellos consideran engañados e inferiores intelectualmente. Es eso de “yo soy empírico y tengo una cultura superior a la media, y tu no puedes entender eso, y dadadá, dadadá ..., y punto” (y expresado agresiva o irónicamente), y se acabó el diálogo, la base de lo científico, por cierto, la dialéctica, cayendo en el dogma, muy “científico”, eso sí, (o sería mejor decir “cientifista”) que no es sino opinión, la doxa a la que sustituyera el razonamiento, el nous, en los albores de la filosofía en la antigua Grecia. No parecen caer en la cuenta de que se desenvuelven dentro del mismo mecanismo de pensamiento que critican y rechazan, la absolutidad. Y esta, como Dios, es, incognoscible.
Notas de quien escribe
Notas de quien escribe
La Astrología va también cambiando con el tiempo, como la Física o la Medicina.
Quisiera, con o sin modestia pero con evidencia, hacer dictamen de una posible enfermedad que les pudiera aquejar a algunos “científicos”, en especial astrónomos, mediante la siguiente pregunta: ¿qué conocimiento empírico o científico sobre la Astrología posee quien hace esas declaraciones?
Puedo responder yo: ninguno.
A ciertos “científicos” no les vendría mal, sinceramente, que se recetaran la medicina que enarbolan como propia y sólo propia y se aplicaran a conocer lo que ni de lejos atisban a entender ni siquiera se han molestado en mirar. Podían tomarse la molestia de hacer ejercicio de modestia y “dar una oportunidad” al conocimiento de algo que invalidan gratuitamente, es decir, a priori, utilizando un insospechado, supuesto y mágico “saber inducido” por no se sabe qué: un “juicio previo” que, no han caído en sospechar que, no es sino acrítico pre-juicio.
Ese tipo de malsana reacción frente a la Astrología está en buena parte determinado por la idea que existe en la calle sobre esta materia, y que nace, como decía, del patético (mal) uso que de ella se hace en medios de masas como la televisión, donde una serie de farsantes de túnicas doradas y de analfabetos funcionales especializados en impostar gestos (como los políticos de “éxito”) intentan aprovecharse de gente que tiene problemas. Y, como bien decía el excelente astrólogo y psicólogo Stephen Arroyo, “con quienes los astrólogos no quieren asociarse”.
La consideración que la Astrología pueda tener por parte del corpus social pasa por su conocimiento, y este, hoy por hoy, es nulo.
PRIVACIÓN Y APROPIACIÓN DE HERRAMIENTAS
Me pregunto, no sin razones, qué es lo que no hay en esa intransigente actitud en contra de la disciplina astrológica de intento de arrebatarnos una herramienta de conocimiento de primera magnitud. Y me viene a la cabeza la voluntad gubernamental de eliminar la Filosofía (disciplina filosófica) de los planes de estudio en los colegios desde hace algunos años. En definitiva, se trata no de otra cosa que de restringir el potencial mental del pueblo a favor de los poderosos, de los amos, y aplicarlo en exclusiva a los intereses de estos, al tiempo que éstos no se privan de ningún conocimiento ni mecanismo de pensamiento, algo que incluye a la Filosofía, a la Astrología y a otras disciplinas que el desinformado “ciudadano” medio no acertaría ni a sospechar.
No se pueden obviar los esfuerzos por parte de la élite mundial de poder corporativo, cuyos tentáculos alcanzan casi todas la facetas de lo humano mediante el poder que les proporciona la propiedad de casi todo, por mantener la calidad de la enseñanza a raya, así en los colegios como en las universidades. Y un par de ejemplos a vuelapluma sobre este asunto son el nulo conocimiento que se imparte sobre el Imperio Jázaro o sobre Níkola Tesla.
La universidad española en general (con probables excepciones puntuales) tiene muy poquita categoría. Es mi experiencia personal y lo que observo al escuchar argumentos tan flagrantemente faltos de rigurosidad. Pero ya advertí en su día, cuando era estudiante, que la universidad en España está en buena parte compuesta por una corporación de “profesionales” cuyo objetivo no es otro que un sueldo para toda la vida y, si acaso, el prestigio consecuente y sus parabienes. Doy fe. La impronta trepa que se respira en los conciliábulos universitarios, digo bien, responde más a una lucha de poder que a la búsqueda de excelencia en lo que al conocimiento se refiere. Y, por cierto, en el ámbito científico de investigación, directamente relacionado con lo anterior, ocurre exactamente lo mismo. De esta manera, no es del todo extraño que no pierdan oportunidad de arrogarse para si, apelando a algún supuesto derecho “divino”, como hacen las jerarquías religiosas, la potestad de opinar sobre todo con autoridad y de determinar qué es y qué no es ciencia, tomando el nombre de esta en vano, con vanidad y con banalidad.
No obstante, el ámbito académico, universitario y científico (!) está y ha estado históricamente muy bien nutrido de excelentes astrólogos, como los mismos Kepler, Newton, Albert Einstein (algo que en los ámbitos académicos oficiales no se sabe o no se quiere saber), el matemático mejicano Gonzalo Peña, los psicólogos Lizz Greene y Stephen Arroyo o el médico psiquiatra, psicoanalista y filósofo Carl Gustav Jung, por poner sólo unos ejemplos.
Quisiera terminar añadiendo algunas citas más:
C.G.Jung
Nacemos a cierta hora, en cierto lugar, y, y como el vino de un buen año, nosotros llevamos la calidad de ese año y la temporada adentro. Eso es lo qué aduce la Astrología, nada más, nada menos.
Louis Pasteur
El control de la vida se construye en la forma y el arreglo nuclear en relación al movimiento del universo.
Benjamin Franklin
La Astrología es la ciencia más vieja, respetada en el pasado por los Grandes y Sabios. Ningún rey ha hecho la paz ni la guerra, ningún general ha ganado una batalla, en resumen, ninguna decisión importante se ha hecho sin consultar al astrólogo.
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