Los mineros bajaron el martes por la noche a Sol. Con las linternas del casco encendidas recorrieron el centro de Madrid con la esperanza de frenar la retirada de unas ayudas al carbón que se llevarán por delante su pan y su forma de vida. Bajo el cielo abierto de la ciudad, liberados de la claustrofobia de los ingratos pozos a los que necesitan volver, los obreros convirtieron sus linternas en un símbolo. La luz amarilla vistió la marcha de un soplo romántico que parecía que la crisis había desterrado del ánimo.
Miles de madrileños recibieron a la marcha negra en el Arco de la Victoria de Moncloa a las 23.30 con aplausos, cánticos y vítores a la clase obrera. Se derramaron algunas lágrimas dentro del grupo de 500 mineros y familiares. Las dos columnas que ayer llegaron a Madrid marcharon hacia el centro de la capital con las luces de sus cascos encendidas en la etapa más emotiva de una marcha de uñas encarnadas, ampollas y tendones al borde de la rotura. Los mineros están hechos a circunstancias difíciles, a trabajar en espacios reducidos, húmedos y mal ventilados, pero la de estos días ha sido una prueba diferente: 19 jornadas de ruta bajo el calor del verano, siempre con el recuerdo de sus compañeros encerrados en los pozos Candín y Santiago desde hace más de 45 días.
La columna de Aragón, integrada por mineros aragoneses a los que se sumaron la mañana del martes castellano-manchegos y andaluces, había partido al encuentro de sus compañeros a las siete de la mañana de Alcobendas. Eran un centenar de manifestantes, que recorrieron a pie la carretera de Fuencarral y las calles Nuestra Señora de Valverde, Cardenal Herrera Oria, Ginzo de Limia y Sinesio Delgado, rumbo a la Ciudad Universitaria, en el distrito al que pertenece Aravaca, donde descansaba la otra columna. Con banderas de sus respectivas comunidades e insignias de CC OO y UGT, los mineros, visiblemente cansados, iban ataviados con camisetas con los lemas Sí a la reactivación de las comarcas mineras o Quieren acabar con todo.
El recorte del 63% en las subvenciones para el carbón este año hace pensar a los trabajadores que pueden estar a las puertas del cierre de las minas de Asturias, León, Palencia, Aragón y Castilla-La Mancha. Para evitarlo, los mineros de todas estas cuencas reunidos en la capital le piden al ministro de Industria, José Manuel Soria, 200 millones con los que acabar 2012. El ministro asegura que está dispuesto a hablar de ayudas en 2013, pero no este año porque España necesita todo el líquido que pueda para cumplir el objetivo del déficit. No habrá 2013 si no hay 2012, insistían ayer desde la calle los mineros con la esperanza de forzar una solución de última hora.
Fuera de las minas, el carbón no gusta: contamina y es caro. Mancha. Pero el debate ha rebasado el de su idoneidad como carburante. El corte de las ayudas llega de forma abrupta, nadie se ha tomado la molestia de desarrollar un plan para reconvertir el sector ni reubicar a los trabajadores. Toda la cuenca minera se ve al borde de un acantilado. Ante esta perspectiva la marcha negra se ha proyectado por encima de la reivindicación inicial para conglomerar el descontento popular ante los retrocesos sociales y la falta de solución a la crisis.
Los mineros han recorrido la mitad norte del país impulsados por la simpatía que suscita su reivindicación del derecho a trabajar entre una ciudadanía atónita por la velocidad a la que se disuelve el tejido productivo y desaparece la economía real mientras el debate gira en torno a la ciencia ficción de los rescates financieros y la especulación bursátil. Cada mañana han echado a caminar mientras en los mercados el valor de la deuda española se despeñaba. Han caminado mientras se concretaba la subida del IVA para todos los ciudadanos y la amnistía fiscal para algunos. Han seguido marchando mientras la OCDE alertaba de un futuro en el que uno de cada cuatro españoles estará sin empleo.
En respuesta, a las carreteras y entradas de todos los pueblos que han cruzado han salido a animarlos miles de ciudadanos preocupados por no tener voz en medio de la tormenta. En Madrid a los caminantes se les unieron los bomberos, los profesionales de la educación, sindicatos, artistas… La visita ha representado una catarsis para los colectivos que se consideran más apaleados por la crisis. “Mineros, sois cojonudos: sois nuestro orgullo”, se oyó gritar en más de un paso de la marcha nocturna.
Una protesta que, gracias a un inesperado giro judicial de última hora, pudo discurrir por la A-6 en contra de las pretensiones de la Delegación del Gobierno, lo que permitió a los manifestantes pitar al presidente Mariano Rajoy a las puertas de su residencia. Ante el Palacio de La Moncloa, ocupando dos o tres carriles de la autovía, alzaron sus cayados al grito de: "Si esto no se arregla, guerra, guerra guerra". También cantaron su himno a Santa Bárbara, entre los pitidos de apoyo de los sufridos conductores atrapados por el corte de tráfico, que se prolongó hasta bien entrada la noche.
Sol volvió a ser la estación final de las protestas sociales. Los mineros hicieron sonar su himno Santa Bárbara bendita en la casa del 15-M, el otro gran movimiento cuyas reivindicaciones se han hecho oír durante esta crisis. La contundencia minera tiene un estilo propio. “No estamos indignados, estamos hasta los cojones”: ya lo dijeron ellos. La rabia de los trabajadores por la amenaza que pende sobre el futuro de sus comarcas se ha materializado en huelgas y enfrentamientos con la policía. Saben que son uno de los grandes activos simbólicos del movimiento obrero y no están dispuestos a irse a casa sin haber dado guerra.
El miércoles los mineros se levantarán a las nueve de la mañana y se trasladarán hasta la plaza de Colón. Ahí iniciarán a las once la última marcha, que finalizará a unos 500 metros del Ministerio de Industria. Unos 500 autobuses procedentes de las comarcas mineras de Asturias, León, Aragón y Andalucía llegarán hoy a la capital para sumarse a la protesta, en la que los sindicatos esperan reunir a unas 25.000 personas.
La pancarta de cabecera incluirá el lema que ha movido a los mineros durante todo el camino: No al cierre de la minería del carbón. Sí a la reactivación de las comarcas mineras. En el acto intervendrán los secretarios generales de CC OO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, respectivamente. A la misma hora que ellos protestan en la calle con sus cascos y sus palas, el presidente Mariano Rajoy comparecerá en el Congreso de los Diputados.
Fuente: http://ccaa.el pais.com/caa/2012/07/10/madrid/1341904617_371442.html
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