jueves, 14 de marzo de 2013

¿Se puede inocular el cáncer?


¿Qué causa el cáncer?

La manera científica de referirse a las causas de una enfermedad es “aspectos etiopatogénicos”. En este caso serviría para referirse a las causas que, en definitiva, ocasionan el cáncer. Según explica Julio Castro Méndez —autor de Prodavinci.com, Profesor universitario y Médico Cirujano, con postgrados en Medicina Interna y en Infectología, además Research Fellow en Enfermedades Infecciosas por el Deaconess Beth Israel Medical Center y titular de una Maestría en Bioestadística en Harvard School of Public Health— explica que hasta el día de hoy se han identificado muy pocas causas directas de producción de cáncer, si hablamos de causas que una vez se produzcan indefectiblemente conduzcan a un caso de enfermedad oncológica.

Una de esas pocas causas es la radiación ionizante —como la que emiten los rayos X y los aceleradores de partículas—, ya que es capaz de producir cambios en la estructura molecular de las células y eso puede ocasionar cáncer.

Si una persona se expone a radiación suficiente, como pasó en Hiroshima, Chernóbil, o recientemente con la central nuclear de Fukushima a raíz del tsunami, el riesgo de sufrir una enfermedad oncológica es muy alto. Sin embargo, existe una relación entre esas causas y las enfermedades que ya son conocidas como consecuencia de estos eventos: leucemia, que son enfermedades en la sangre; linfomas, que son enfermedades en los ganglios; y algún tipo específico reportado como el cáncer de tiroides. “No es común que la radiación produzca un tumor óseo, por poner un ejemplo, o un tumor muscular. Causas conocidas generan enfermedades conocidas y tipos específicos de tumores”, explica Castro Méndez.

También existen estudios, afianzados en evidencias claras, de que el trato directo con bencenos y otros productos químicos a muy alta concentración puede estar relacionado con algún tipo de leucemia, así como el tabaco y el asbesto están relacionados con el cáncer de pulmón.

¿Se puede inocular el cáncer?

El contexto de inoculación es diferente al de una exposición a agentes y factores de riesgo que producen una enfermedad oncológica.

Según aclara Castro Méndez “existe la idea de que a través de la inyección de un agente vivo o un tóxico que pueda producir enfermedad oncológica. Hasta el momento, no ha sido probado ningún caso de este tipo ni existe referencia actual en la literatura científica que pruebe que un agente inoculado pueda producir en un tiempo específico una enfermedad oncológica agresiva”.

Durante los años sesenta y setenta se pensó que algunos tipos de virus parecidos al de la mononucleosis pudieran estar relacionados en la etiopatogenia de los linfomas, pero esto ya hace cerca de quince años ha sido descartado. Existen sin embargo, relaciones entre algunos tipos de virus y algunos tipos de cáncer, como el VPH. El virus del papiloma humano puede ser el factor desencadenante de un cáncer de cuello uterino.

En resumen, el concepto de que un agente vivo pueda ser inoculado para producir cáncer está fuera del estatus científico actual.

¿Y entonces qué pasa con las radiaciones o químicos como el Polonio 210?

Según explica Castro Méndez, la intoxicación por elementos tóxicos es diferente. “Un efecto tóxico en células del cuerpo puede producir un envenenamiento, no una enfermedad oncológica. Es importante no confundir los dos aspectos etiopatogénicos. Si a un enfermo de cáncer le dan arsénico en bajas cantidades, puede morir de una intoxicación que se demuestra tanto químicamente como etiopatológicamente. Lo mismo puede suceder con el Polonio 210: el agente no genera una enfermedad oncológica”.

—Pero usted afirma que la radiación sí puede ocasionar casos de cáncer. Pongamos un caso hipotético: un paciente, producto de un mal diagnóstico, sin estar enfermo es expuesto a una radioterapia como la que habitualmente se le practica a los pacientes con enfermedad oncológica. ¿Puede sufrir de cáncer como consecuencia?

—No. Se sabe que las radiaciones aplicadas en estos tratamientos pueden tener efectos a largo plazo, más de diez o quince años después, de una segunda neoplasia pues son radiaciones como las ya descritas. Las personas que reciben radiación en el tratamiento de un cáncer de colon, por ejemplo, tienen mayor riesgo de producir una segunda enfermedad oncológica relacionada con radiación (leucemia o linfoma) quizás hasta veinte años después, pero nunca de inmediato.

¿Y dónde entra la genética?

El estatus científico actual entiende que una enfermedad oncológica también puede ser el producto de una combinación entre factores predisponentes con una condición genética e inmunológica de base.

Identificar las causas de todas las enfermedades oncológicas ha sido históricamente muy complicado. Y es muy difícil porque todos los días estamos expuestos a diversos factores que se han entendido en algún momento como aspectos etiopatogénicos de alguno de los tipos de cáncer: radiaciones solares, rayos gamma, alimentos, pesticidas, muchas cosas que pueden ser un factor que predisponga al cáncer.

Sin embargo, se ha confirmado que sí existen factores genéticos que se adquieren de nuestros padres son predisponentes a un cáncer, incluso ciertas estructuras y modificaciones genéticas vinculadas directamente con enfermedades específicas. Hay pacientes a quienes, estudiándoles el genotipo, se le puede decir que tiene una alta predisposición a padecer un cáncer de mama o un cáncer de colon.

¿Entonces un factor único no puede causar cáncer?

—Salvo en las excepciones históricas de casos de exposiciones masivas a radiaciones ionizantes, como Hiroshima, Nagasaki, Chernóbil, Fukushima, que generó enfermedades, los pacientes que padecen una enfermedad oncológica requieren la interacción de una suma de factores. Un solo elemento, sea un factor de riesgo o un factor inoculado o un factor genético, no puede producir una enfermedad oncológica. Mucho menos causar la muerte por cáncer con un avance maligno agresivo en corto tiempo. Eso está fuera del concepto médico internacional actual y resultaría muy difícil que un científico lo avalara sin comprometer su credibilidad.

Las investigaciones actuales en torno a las enfermedades oncológicas están dirigiendo buena parte de sus esfuerzos hacia el estudio del genoma. “Hoy en día se entiende que los factores ambientales parecen tener papeles menos importantes en la generación de cáncer que lo que pensábamos antes, al menos en comparación con los factores genéticos”, dice Castro Méndez. “Y si bien es cierto que hay enfermedades ciertamente raras cuyos aspectos etiopatogénicos y causas predisponentes no están identificados, pero sí sabemos que no se transmiten de una persona a otra ni pueden ser inoculadas a voluntad”.

—Pero si ese diagnóstico tiene un médico que lo avale, ¿puede verificarse a través de alguna documentación?

—Es muy difícil que un científico justifique, con base en papeles y documentos, una afirmación como ésta. A menos que tenga una biopsia que arroje resultados que digan que se trata de un cáncer de tal tipo cuyos factores de riesgos asociados estén identificados. Por eso una biopsia así sería auditable. Hoy en día se supone que la medicina debe tener auditabilidad.





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