En esta ocasión presentamos un bello y esclarecedor texto de Umbreto Eco, catedrático de Semiología de la Universidad de Bolonia y director de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos en la misma institución, además de reconocido escritor, cuya faceta de narrador se inició en 1980 con “El Nombre de la Rosa ”, que obtuvo un éxito sin precedentes. A nosotros particularmente nos ha interesado su labor como semiólogo e investigador de las Artes y corrientes filosóficas, denominadas heterodoxas, entre las que se encuentra la Astrología.
Particularmente destacamos la cita de Giordano Bruno que trae a colofón el autor, donde de una manera directa se expresa la idea de paulatinos niveles de influencia y de manifestación de la Unidad que representan a la totalidad emanante revelándose en cada una de sus partes, como si de eslabones de influencia de la cadena de creación se tratasen.
Si mostramos la atención necesaria y nos documentamos convenientemente tendremos que concluir que esta misma idea, expresada bajo diferentes prismas y corrientes de pensamiento, las denominadas como heterodoxas, tuvo forzosamente que proceder de un arcaico y primordial, aunque no por ello menos revelador tronco común, del que originalmente partieron todas las enseñanzas esotéricas occidentales verdaderamente tradicionales, que han mantenido viva esta misma visión cosmológica, hasta nuestros días. En pleno siglo XX, G.I. Gurdjieff reactivó esta cosmo visión, aunque en ningún caso había llegado a perderse, en Occidente. Algo que resulta evidente cuando leemos, aunque bajo diferentes términos, lo que un día escribiera:
"Desde este punto de vista, el mundo está hecho de movimientos ondulatorios o vibraciones y de materia, o de materia en un estado de vibración, de materia vibratoria. La velocidad de las vibraciones está en razón inversa a la densidad de la materia.
"En el Absoluto las vibraciones son más rápidas y la materia menos densa. En el mundo inmediatamente consecutivo, las vibraciones son más lentas y la materia más densa; de allí en adelante, la materia es aún más densa, y las vibraciones más lentas”.
"Se puede considerar a la «materia» como constituida por «átomos», considerándose como «átomos» el resultado de la división final de la materia. En todo orden de materia, se les puede considerar simplemente como partículas infinitesimales de la materia dada, que son indivisibles sólo sobre el plano dado. Sólo los átomos del Absoluto son realmente indivisibles”.
La Escalera de Jacob
Mutus Liber (1677)
Astrología versus providencia
Para la
tradición hermética el cosmos está dominado por los astros. También la
Edad Media había practicado
creencias astrológicas, pero de forma no oficial. Ahora, la idea de que los
diferentes astros sean potencias intermedias entre Dios y el mundo sublunar
lleva a la persuasión de la simpatía universal,
es decir, de la mutua interdependencia de todas las partes del cosmos, y en
particular de la acción de los astros sobre los acontecimientos del universo
sublunar.
Además -y
convergían en esta visión influencias herméticas, neoplatónicas y especialmente
gnósticas-, en el universo astrológico dependiente de la cadena
emanatista que del Uno procede hasta los aspectos ínfimos de la creación, se
establece la que se ha llamado una burocracia de lo invisible, una cadena
ininterrumpida de cohortes angélicas, arcontes, demonios, una densa jerarquía
de mediadores que unen el mundo espiritual al mundo celeste y al mundo
sublunar. Ya sea que estos mediadores se identifiquen con fuerzas naturales ya
con verdaderas entidades sobrenaturales, el hombre podrá actuar sobre esta
pluralidad de dioses y demonios solo si de alguna manera consigue suscitar su
atención y orientar su influencia a través de prácticas de teúrgia.
Véase, con
el Renacimiento ya avanzado, esta cita de ‘De Magia’, de Giordano Bruno:
“Los magos
tienen por axioma –que en toda su obra se ha de tener ante los ojos- que Dios
influye en los dioses, los dioses en los astros (o cuerpos celestes), que son
números corporales, los astros en los demonios -que son los
habitantes y cultivadores de los astros, entre los que se encuentra la
Tierra- , los demonios en los elementos, los elementos en
los mixtos, los mixtos en los sentidos, los sentidos en el alma, el alma en el
animal entero: y este es el descenso de la escala. A continuación, el animal
asciende por el alma a los sentidos, por los sentidos a los mixtos, por los
mixtos a los elementos, por éstos a los demonios, por éstos a los astros, por
ellos a los dioses incorpóreos o de sustancia o corporeidad etérea, por éstos
al alma del mundo o espíritu del universo, por éste a la contemplación de la
unidad simplicísima, óptima, máxima incorpórea, absoluta, autosuficiente. Así,
Dios desciende a través del mundo al animal, el animal empero asciende por el
mundo a Dios…Entre el grado superior y el inferior están las especies
intermedias, las superiores de entre éstas participan más de la luz, el acto y
la virtud activa, las inferiores empero participan más de las tinieblas, la potencia
y la virtud pasiva”.
(De
Magia, trad. Cast. Pp 230-231)
Texto extraído del libro de
Umberto Eco: "Arte y belleza en la estética medieval" (1987)
La Escalera de Jacob
(Simón H: "Los Siete Tiempos de la Alquímia")
Frontispicio
Catedral de Notre Dame
(París)
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