sábado, 6 de abril de 2013

Astrología versus providencia


En esta ocasión presentamos un bello y esclarecedor texto de Umbreto Eco, catedrático de Semiología de la Universidad de Bolonia y director de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos en la misma institución, además de  reconocido escritor, cuya faceta de narrador se inició en 1980 con “El Nombre de la Rosa”, que obtuvo un éxito sin precedentes. A nosotros particularmente nos ha interesado su labor como semiólogo e investigador de las Artes y corrientes filosóficas, denominadas heterodoxas, entre las que se encuentra la Astrología.

Particularmente destacamos la cita de Giordano Bruno que trae a colofón el autor, donde de una manera directa se expresa la idea de paulatinos niveles de influencia y de manifestación de la Unidad que representan a la totalidad emanante  revelándose en cada una de sus partes, como si de eslabones de influencia de la cadena de creación se tratasen.

Si mostramos la atención necesaria y nos documentamos convenientemente tendremos que concluir que esta misma idea, expresada bajo diferentes prismas y corrientes de pensamiento, las denominadas como heterodoxas, tuvo forzosamente que proceder de un arcaico y primordial, aunque no por ello menos revelador tronco común, del que originalmente partieron todas las enseñanzas esotéricas occidentales verdaderamente tradicionales, que han mantenido viva esta misma visión cosmológica, hasta nuestros días. En pleno siglo XX, G.I. Gurdjieff reactivó esta cosmo visión, aunque en ningún caso había llegado a perderse, en Occidente. Algo que resulta evidente cuando leemos, aunque bajo diferentes términos, lo que un día escribiera:

"Desde este punto de vista, el mundo está hecho de movimientos ondulatorios o vibraciones y de materia, o de materia en un estado de vibración, de materia vibratoria. La velocidad de las vibraciones está en razón inversa a la densidad de la materia.

"En el Absoluto las vibraciones son más rápidas y la materia menos densa. En el mundo inmediatamente consecutivo, las vibraciones son más lentas y la materia más densa; de allí en adelante, la materia es aún más densa, y las vibraciones más lentas”.

"Se puede considerar a la «materia» como constituida por «átomos», considerándose como «átomos» el resultado de la división final de la materia. En todo orden de materia, se les  puede considerar simplemente como partículas infinitesimales de la materia dada, que son indivisibles sólo sobre el plano dado. Sólo los átomos del Absoluto son realmente indivisibles”.




 
La Escalera de Jacob
Mutus Liber (1677)


 
Astrología versus providencia

Para la tradición hermética el cosmos está dominado por los astros. También la Edad Media había practicado creencias astrológicas, pero de forma no oficial. Ahora, la idea de que los diferentes astros sean potencias intermedias entre Dios y el mundo sublunar lleva a la persuasión de la simpatía universal, es decir, de la mutua interdependencia de todas las partes del cosmos, y en particular de la acción de los astros sobre los acontecimientos del universo sublunar.

Además -y convergían en esta visión influencias herméticas, neoplatónicas y especialmente gnósticas-, en el universo astrológico dependiente de  la cadena emanatista que del Uno procede hasta los aspectos ínfimos de la creación, se establece la que se ha llamado una burocracia de lo invisible, una cadena ininterrumpida de cohortes angélicas, arcontes, demonios, una densa jerarquía de mediadores que unen el mundo espiritual al mundo celeste y al mundo sublunar. Ya sea que estos mediadores se identifiquen con fuerzas naturales ya con verdaderas entidades sobrenaturales, el hombre podrá actuar sobre esta pluralidad de dioses y demonios solo si de alguna manera consigue suscitar su atención y orientar su influencia a través de prácticas de teúrgia.

Véase, con el Renacimiento ya avanzado, esta cita de ‘De Magia’, de Giordano Bruno:

“Los magos tienen por axioma –que en toda su obra se ha de tener ante los ojos- que Dios influye en los dioses, los dioses en los astros (o cuerpos celestes), que son números corporales, los astros en los demonios  -que son los habitantes y cultivadores de los astros, entre los que se encuentra la Tierra- , los demonios en los elementos, los elementos en los mixtos, los mixtos en los sentidos, los sentidos en el alma, el alma en el animal entero: y este es el descenso de la escala. A continuación, el animal asciende por el alma a los sentidos, por los sentidos a los mixtos, por los mixtos a los elementos, por éstos a los demonios, por éstos a los astros, por ellos a los dioses incorpóreos o de sustancia o corporeidad etérea, por éstos al alma del mundo o espíritu del universo, por éste a la contemplación de la unidad simplicísima, óptima, máxima incorpórea, absoluta, autosuficiente. Así, Dios desciende a través del mundo al animal, el animal empero asciende por el mundo a Dios…Entre el grado superior y el inferior están las especies intermedias, las superiores de entre éstas participan más de la luz, el acto y la virtud activa, las inferiores empero participan más de las tinieblas, la potencia y la virtud pasiva”.
                                                                                   
  (De Magia, trad. Cast. Pp 230-231)  



Texto extraído del libro de Umberto Eco: "Arte y belleza en la estética medieval" (1987)


 


 
La Escalera de Jacob
(Simón H: "Los Siete Tiempos de la Alquímia")






Frontispicio 
Catedral de Notre Dame
(París)








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