LA IMPOSIBLE AUTOGESTION METROPOLITANA
Ricard Ginés
En ambientes y círculos universitarios, ecologistas, revolucionarios, marxistas, anarkístas o incluso autónomos, l@s apóstoles de futuras e hipotéticas “Patrias Democráticas y Socialistas”, “Estados Proletarios” -!caso que eso pueda existir!- o incluso las individualidades, héroes y heroínas que marchan implacablemente hacia los “Comunismos Libertarios” y las “Autogestiones Generalizadas”, de muchos de ell@s, decíamos, sospechamos que apuestan, o dan por supuesto, que la mayor parte de la humanidad podríamos vivir libres, sin explotación y en armonía con la Madre Tierra, viviendo en las Megalópolis, Metrópolis o grandes ciudades.
Esa proyección del futuro, por muy cómoda que pueda resultar ahora, es imposible en su concreción. Pretendemos demostrar cuanto de quimérica, irreflexiva, irreal, absurda de esta pretensión.
No es pequeño el problema pues más de la mitad de la Humanidad vive en las ciudades desde 2007, siendo ya el 55% en 2012 y calculándose que en 2015 será ya el 61% de humanos los que sobrevivirán en las urbes.
El cambio histórico es brutal pues en 1800 eran solo el 3% los urbanitas y en 1900 el 10%. Así el planeta en apenas solo 115 años ( 1900-2015) pasara de soportar una población urbana del 10% al 61 %.
En términos totales de población mundial: de 200 millones de habitantes en el planeta en el siglo I, se paso a 310 en el siglo X, a mediados del XVIII a casi 800 millones, y a mitad del XIX a 1.200, siendo la población mundial en 1950 de 2.500 millones, en el 2000 de 6.000, y en el 2011, a 7.000.000.000 de habitantes.
Así pues mas allá de cuestiones imperiales, nacionales o regionales, si pensamos en actuar local y globalmente, social y políticamente, vemos de inmediato que tanto la cantidad total de habitantes como el ritmo de crecimiento urbano, han impuesto que hoy aproximadamente unos 4.200 millones de urbanitas solo absorban alimentos, agua y energía, y a cambio produzcan polución, contaminación, trabajo inútil y/o nocivo, bastas e inclementes burocracias y un sinfín de conocimientos y propagandas absurdas.
Eso no puede ni debe continuar para una transformación racional y equilibrada de las sociedades en el planeta. Y mucho menos todavía se puede tolerar si se trata de imponer cambios globales revolucionarios en un sentido liberador y autogestivo.
Que los y las psicópatas oligarcas que gobiernan militar y mediáticamente el planeta acumulen mas y mas dinero en forma de dígitos virtuales en sus pantallas, y también propiedades y poder, y refuercen cada día más sus múltiples psicopatías aumentando esta acumulación demográfica urbana, no justifica que las víctimas de todo ello, la humanidad en general y los revolucionarios libertarios específicamente, no debamos pensar y actuar de forma radical y urgente ante todo este apocalipsis casi paralizante producido por las burguesías decadentes y enfermas psicóticas dominadoras.
Hoy sufrimos más de 30 megalópolis mayores de 10 millones de habitantes, y otras 70 metrópolis de entre 10 y 3 millones. Cualquiera puede imaginar la cantidad de gasolina, gas, electricidad, agua, productos textiles, metalúrgicos, químicos, industriales, papel... que todas esas Babilonias precisan para existir, cada día más jerárquicas, militaristas, explotadoras, alienantes, enajenantes y enfermizas tanto física como mentalmente.
Y es un disparate doloroso en triple sentido: todos esos recursos naturales y económicos son absorbidos o robados mediante guerras y corrupciones políticas a otros pueblos y comunidades; después la propia población que sufre condenada en esas urbes, a pesar del alelamiento introyectado por los Medios de Formación de Masas, y que solo hacen que enfermar, por consumir demasiado y respirar contaminación o enfermar por no poder alimentarse y sobrevivir en condiciones “dignas” ( Brasil, buen ejemplo de este estado de cosas, mueren más personas por comer demasiado , y sobre todo carne, que por hambre o subnutrición, y eso que hay 40 millones de habitantes sumidos en la absoluta miseria en ese imperio medio) siendo el tercer sentido de todo este terrorismo imperialista del Sistema Postindustrial-Militar-Carcelario-Psicótico es que este se refuerza con los inmensos y múltiples tráficos urbanos de todo tipo de absurdos y sinsentidos para el aun, queremos creer, común de los mortales.
Mientras cada vez más los territorios susceptibles de ser cultivados se deterioran por el uso y abuso de fertilizantes artificiales, y el medio ambiente se envenena por la ganadería exagerada que contamina el oxigeno que respiramos y desertifica millones de hectáreas, los millones de burócratas neuróticos son medicalizados y reducidos a ocupaciones absurdas alienantes e improductivas
Millones de campesinos, pescadores, mineros, poblaciones negras e indígenas, son explotados y asesinados en las áreas colonizadas y sometidas por los Imperios, mientras en las grandes urbes las masas son desempleadas, prostituidas o drogadas, encarceladas o psikiatrizadas “legal o ilegalmente”. Un mundo imposible de vivir.
No podemos pensar en convivir en sociedades personal, colectiva y naturalmente ecológicas y sostenibles, si no somos capaces de pensar y actuar consecuentemente para que miles de millones de seres humanos podamos reciclarnos desde nuestra posición de urbanitas consumidores a humanos rurales.
Es imposible autogestionar la burocracia, el dinero, la polución, el despilfarro, las guerras imperialistas o religiosas, el consumismo, la apatía y la desidia, la irracionalidad de los mercados de “valores”, los medios de formación de masas, la represión racial o patriarcal, las cárceles y las torturas: todo ello hay que suprimirlo, eliminarlo, hacerlo desaparecer, borrarlo de la faz del planeta Y todos estos fenómenos son mas propios y logran su propagación y multiplicación mayormente en las grandes ciudades, metrópolis y megalópolis.
Hablar de autogestión, crear autogestión solo es posible en sociedades ligadas a lo concreto y cíclico de la naturaleza, a medidas humanas de colectividad, en pueblos, comarcas, comunidades de pequeño y medio porte.
El inmenso tráfico aéreo, marítimo y terrestre de mercancías y personas es incompatible con sociedades realmente autogestívas. Los millones y millones de personas que se desplazan cada día en las megalópolis, durante decenas de años, para ir a trabajar en trabajos nocivos e inútiles, o a estudiar estupideces alienantes, para competir en carreras profesionales hacia el abismo más nefasto no puede ser mas permitido.
Los millones de “ejecutivos” que se desplazan en aviones en busca de “oportunidades de negocio” de ciudad en ciudad, aportan cada día mas ecocídios y explotación. Como los estúpidos turistas que aculturizan y masifican a pueblos “exóticos” y “lejanos”.
Las millones de toneladas de mercancías que se conducen o flotan por todo el planeta, entre unas y otras urbes, están acabando con cualquier noción de autogestión y ecología.
La tendencia revolucionaria debe empezar a pensar en que la sociedad libre y justa solo es posible construirla en lo rural, y que lo urbano, y más peor contra mayor sea esa metrópolis, es el foco y el territorio propio donde los Dominadores, sean políticos, empresarios, burócratas, funcionarios, seguridad privada, policías y militares, ejercen su dominio y el poder a través de la manipulación de masas por los medios de comunicación, tecnologías absurdas y alienación educacional y cultural para con los urbanizados ciudadanos, y desde allá contra las poblaciones rurales.
Los humanos precisamos de alimentación, de vivienda, de salud y aprendizajes, y todo eso en las urbes cada vez mas es más peor, nocivo y venenoso para personas y comunidades.
Tanto es así que los ideólogos del Sistema, en su racista y militarista imperialismo ya han creado planes hace años de eliminación de esas mismas poblaciones, y que están llevándolos a la práctica. Desde el CRF (Consejo de Relaciones Exteriores, en ingles) núcleo duro de la Trilateral y del Grupo Bilderberg, el Sistema Dominante pues, tienen la desvergüenza de publicar desde hace algunos años sus planes de eliminación de gran parte de la humanidad por medio de guerras, hambrunas, nuevas epidemias, contaminación de alimentos, mares, ríos, aire..... Y también publican sus otros planes de control de los restantes sobrevivientes a sus psicóticas actividades.
Vivir en las ciudades solo garantiza enfermedades físicas y mentales, en otros casos obliga a alistarse en las organizaciones burocráticas o depredadoras, mercenarias, y sin escrúpulos de ningún tipo vender la alma a cualquier ente opresor a cambio de consumo exagerado, de cachivaches electrónicos y de una vida impostora y falsa, indigna.
Sabemos que muchos de nuestros lectores/as, a pesar de sus buenos sentimientos o de sus posiciones teóricamente revolucionarias, son incapaces de pensar una vida fuera de las metrópolis: el arte y la cultura, las subordinaciones familiares, laborales o universitarias, cierta bohemia posmoderna o el espectáculo generalizado les atrapan e inmovilizan.
Pero no queramos seguir engañándonos: en las megalópolis, metrópolis y grandes urbes lo único que se puede hacer de revolucionario es sabotearlas, destruirlas, reciclarlas en funciones y sobre todo en extensiones territoriales y demográficas, pues en ellas reside los poderosos centros de las opresiones, explotaciones y de las plagas emocionales.
Si alguien quiere seguir hablando de “acción directa” para pasar después a los hechos concretos, pensamos que el mundo que precisamos esta por construir en los territorios rurales, donde tendremos que aprender oficios no por viejos menos necesarios.
La publicidad, la banca, los seguros, una grandísima parte de la enseñanza estatal o privada, una mayoría de empresas químicas, farmacéuticas, industriales, grandes medios de formación de masas, la industria del espectáculo, un ingente número de funcionarios estatales y privados inútiles... todo eso es parte de la Babilonia de la que debemos huir y a la que tenemos que deconstruir, derribar.... para no ser sepultados entre sus ruinas o morir mientras se les rinde culto y servidumbre.
El amor libre entre personas libres, la producción de alimentos sanos, el aprendizaje de voluntades, oficios y saberes, la fiesta entre iguales, la asamblea popular, el cultivo de la salud y la prevención de la enfermedad, la justicia restaurativa, la invención e investigación hacia un mundo solidario y positivamente nuevo, viajes apasionantes... Todo eso solo se puede dar entre amigos y vecinos que se conocen o están próximos para relacionarse, pero para nada entre individuos solitarios y neuróticos rodeados de millones de otras personas igual de solitarias y neuróticas, enfermos del alma y del cuerpo, que como zombies ciegos, sordos y mudos pululan miedosos y agresivos por urbes militarizadas, contaminadas y amenazadas por toda una jerarquía de psicóticos racistas, machistas, clasistas y asesinos.
Destruir y reciclar las urbes industriales y postindustriales para construir una ruralidad contemporánea parece ser el imperativo necesario para principios del S.XXI.
Defender, reformar y construir nuevas sociedades en los territorios aun poco o nada colonizados, y atacar y derribar los centros del dominio en las metrópolis.
Aproximadamente.
Ricardo Ginés
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