La noción de ciclo es básica en la naturaleza y en la vida: desde los ciclos de las estaciones hasta los ciclos biológicos. Naturalmente, la idea de ciclo está unida a la de tiempo, movimiento y ritmo. Y bien puede afirmarse que la Astrología es, ante todo, el estudio de los ciclos, en la medida en que los movimientos planetarios se ajustan a esta idea y se reflejan en los fenómenos terrestres.
Todas las antiguas culturas señalaban como comienzo del ciclo anual. al momento astronómico del Equinoccio Vernal o Equinoccio de Primavera. el punto donde el Sol en su movimiento anual aparente por la eclíptica, pasa de Sur a Norte del ecuador celeste, y su declinación cambia de negativa a positiva. (iniciándose la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el hemisferio sur). Debido a la precesión de los equinoccios este punto retrocede 50,290966” al año. Actualmente el punto Cero Aries no se halla en la constelación Aries (como cuando fue calculado por primera vez, hace por lo menos un par de miles de años) sino en su vecina Piscis.
Según mi criterio, la eleccion de ese concreto momento del año como inicio de ciclo, responde a su inmediata e intuitiva relación simbólico-analógica con el momento diario del amanecer, así como también con el nacimiento de la propia vida humana, ya que durante la primavera las semillas germinan, los vegetales y plantas crecen y florecen e igualmente en el reino animal, durante esta estación, las diferentes especies tienden naturalmente a reproducirse.
La germinación suele ocurrir cuando la humedad es alta y la temperatura es adecuada, también influyen otros factores como la luz y el ambiente que rodea a la semilla; la germinación, de cierta manera, ubica el principio del desarrollo en la época más favorable del año, generalmente al inicio de un periodo húmedo y cálido.
Según mi criterio, la eleccion de ese concreto momento del año como inicio de ciclo, responde a su inmediata e intuitiva relación simbólico-analógica con el momento diario del amanecer, así como también con el nacimiento de la propia vida humana, ya que durante la primavera las semillas germinan, los vegetales y plantas crecen y florecen e igualmente en el reino animal, durante esta estación, las diferentes especies tienden naturalmente a reproducirse.
La germinación suele ocurrir cuando la humedad es alta y la temperatura es adecuada, también influyen otros factores como la luz y el ambiente que rodea a la semilla; la germinación, de cierta manera, ubica el principio del desarrollo en la época más favorable del año, generalmente al inicio de un periodo húmedo y cálido.
Suponemos que nuestros ancestros establecieron así un paralelismo analógico con los ciclos de su propia existencia. Primeramente asociando esta época con la del comienzo de su propia vida y primer desarrollo, pero evidentemente también lo relacionaron con un ciclo mucho mas corto que el anual, como es el ciclo diario, no tardando, (pues éste se repetía más rápido y ad infinitum), en asociar ambos ciclos en estrecha analogía: El momento, cuando la prima-vera (primera estación) arranca, era análogo al instante del amanecer, cuando el Sol procuraba el final de la oscuridad, y del nocturno sueño reparador, la fase diaria inconsciente del sueño finalizaba, como sucede al final del paréntisis del invierno y daba paso, con el ascenso del Sol, a la actividad, la consciencia y la vida sobre la Tierra, como acontece con el despertar a la vida que sucede cada primavera.
EL CICLO DIARIO - LA DIVISIÓN DEL DÍA
Y SU ASOCIACIÓN CON LA ACTIVIDAD Y LA VIDA
Tanto en un caso como en el otro, estos ciclos presentaban cuatro momentos críticos o fundamentales: En el ciclo diario, la salida del Sol (amanecer), la culminación del Sol (mediodía), la puesta del Sol (ocaso) y la anti-culminación del Sol (medianoche), y en el ciclo anual, las cuatro estaciones: Primavera, Verano, Otoño e Invierno y los también cuatro momentos astronómicos que las iniciaban: El Equinoccio Vernal, el Solsticio de Verano, el Equinoccio Otoñal y finalmente Solsticio de Invierno.
EL CICLO ANUAL Y SU CORRESPONDENCIA ASTRONÓMICA
Fue por todo ello que nuestros antepasados haciendo gala de una gran inteligencia natural, decidieron celebrar el comienzo del ciclo anual con el arranque de la primavera, cuando cada año la vida reaparecía de nuevo y presentaba una analogía clara y connotaciones similares con el comienzo del día en el instante del amanecer, y por extrapolación con el instante del nacimiento de su propia existencia, el momento del inicio de su propia vida.
A partir de fijada esta conclusión, comprobaron que el Sol culminaba reinando en lo alto todos los días (Cenit), y ese momento, el más cálido y luminoso del día, tenía su análogo en el ciclo anual de la primitiva agricultura, cuando los cereales alcanzaban su máximo desarrollo y crecimiento, entonces era también el periodo de máximo calor, poco después del Solsticio de Verano, el día más luminoso del año.
El calor era el signo inequívoco del “reinado” del Sol, cuando este astro llegaba a la máxima declinación Norte sobre el ecuador terrestre, y ocupaba el grado 0 de Cáncer.
De nuevo captaron un paralelismo vital con el ciclo de su propia existencia. Alcanzado y pasado ese momento de plenitud solar en el ciclo anual (ciclo largo), existía una analogía física con la propia vitalidad del ser humano, que comenzaba a declinar como también lo hacía el Sol en sus dos ciclos: En el ciclo anual, los días se hacían progresivamente más cortos, con menos horas de luz y calor, mientras que en el ciclo diario, el Sol descendía hacia el horizonte y paralelamente brindaba también menos de ambos, a la vez que se encaminaba poco a poco hacia su morada nocturna, muriendo cada jornada en el oeste. También analogamente, tras la plenitud vital de la juventud, declinaba la fuerza en el ser humano, como sucedía diariamente, que después del duro trabajo en el campo, los hombres fatigados se iban retirando a sus moradas para entregarse al periodo de descanso.
Este momento de máxima luz y calor fue asociado por analogía con el periodo vital de máxima fuerza y energía en el ser humano, a partir del cual éstas menguaban, idénticamente a como lo hacia la fuerza solar, tanto en el ciclo anual (largo) como en el diario (corto), cuando el Sol parecía literalmente descender, de forma similar a como le sucedía a su fuerza, luz y calor, que disminuían, lo que se interpretó como que se dirigía hacia su muerte…….., analogamente, el ser humano experimentaba el cansancio durante las últimas horas del día, tras las duras jornadas de trabajo en el campo.
La siguiente observación les llevo a comprobar que existía un momento siguiente, en el ciclo largo, en el que las horas de luz eran en duración idénticas a las de oscuridad., (tal como sucedía en el inicio del ciclo anual). En su pérdida de poder el Sol había cedido luz a la oscuridad y entonces la duración de ambas estaba en un equilibrio exacto. Esto coincidía con el tiempo de las cosechas, cuando los frutos parecían alcanzar su plena madurez, pasado el cual, si no se recolectaban oportunamente, tendían a perder parte de sus cualidades, pudiendo incluso llegar a estropearse para su consumo.
En el ciclo diario sucedía algo similar: El Sol, que había “reinado” en el Cénit a mediodía, perdía fuerza y “caia” hasta el horizonte occidental, en ese momento vespertino, crepuscular, existía un equilibro perfecto de luces y sombras, pasado el cual la oscuridad aumentaba y el Sol desaparecía bajo la Tierra (era enterrado) en el horizonte, dejando un rastro de luz tras él, que poco a poco menguaba hasta su desaparición total. Con su extinción también lo hacían de la faz de la Tierra el calor y la actividad humana que lo acompañaban, y el hombre, tras la jornada de duro trabajo, experimentaba como su propio cuerpo parecía menos cargado de vitalidad e invitaba al descanso del sueño reparador, al reino de la oscuridad y de la “no consciencia” por lo tanto tendía en alguna manera hacia la muerte aparente.
Finalmente, y por último, existía un cuarto momento en el que estacionalmente llegaban las nieves y el frío se volvía más intenso. Las plantas y la vegetación habían muerto, las hojas caídas previamente se habían podrido en el barro de otoño, y ya no quedaba rastro de vida en ellas. Los animales incluso tendían a verse menos, esconderse o incluso hibernar, desapareciendo durante este tiempo. La actividad humana, tanto agrícola como ganadera, era mínima o inexistente. Los días se habían vuelto oscuros con un tiempo nocturno superior al diurno, todo incitaba a vivir más hacia adentro, refugiados por la dureza de las condiciones meteorológicas. El hombre vivía entonces básicamente de lo que había podido almacenar durante los previos periodos estacionales, ya que adquirir en ese momento el sustento vital en forma de alimento, resultaba imposible por su ausencia, la tierra permanecía entonces helada, estéril y yerma.
Esa victoria de la oscuridad sobre la luz, tenia un momento en el cual existía un máximo, tal como sucedía durante el ciclo diario tras la puesta de sol, el brillo y el recuerdo de éste habían desaparecido por completo, siendo el reino de la oscuridad total, el silencio absoluto y la inactividad similar a la muerte. El hombre se hallaba en pleno descanso, no consciente, por tanto era como si le hubiese sobrevenido también la muerte.
Ese momento se producía alrededor del 21 de Diciembre en el ciclo anual (el décimo mes del antiguo ciclo astronómico anual, por eso la raíz del nombre del mes procede del número diez, como Noviembre nos conduce al nueve, Octubre al ocho, Septiembre al siete etc, cuenta regresiva que si continuamos nos conduce finalmente al mes de Marzo, mes de Marte el regente del primer signo zodiacal, como mes número uno de la serie), Este momento, en el ciclo diario, correspondía con la medianoche y en el ciclo vital humano se asoció con la muerte.
Siguiendo el concurrir del año, el Sol parecía ganar de nuevo protagonismo creciente, minutos de luz a la oscuridad, hasta llegar una vez más al equilibrio entre ambas, hecho que acontecía renovadamente cada nuevo año que comenzaba el siguiente Equinoccio Vernal, en el comienzo de la siguiente estación primaveral, allá por el 21 de Marzo donde el ciclo parecía repetirse de nuevo similarmente a como sucede en el ciclo diario.
Estas conclusiones del hombre primitivo conducirían finalmente a la concepción del pensamiento reencarnacionista, pues si la naturaleza que moría cada ciclo, volvía a renacer en Prima-vera (“primera estación”, vemos de nuevo aquí la raíz del número uno), y el Sol que moría cada día renovaba su vitalidad y se alzaba de nuevo triunfante sobre las tinieblas cada amanecer, por analogía el ser humano también debería hacerlo, renacer tras la muerte aparente.
Esta analogía entre el ciclo diario Solar y la existencia humana fue especialmente importante en el antiguo Egipto.
En lo cotidiano, los egipcios antiguos, vivían la dualidad en las dos orillas del Nilo que también era dual (Nilo celeste-Nilo terrestre). La orilla oriental representaba la vida en la tierra, La orilla donde el Sol aparecía cíclicamente tras la muerte aparente cada amanecer, era la orilla de los encarnados, de sus templos, la vida en este lado de las cosas, en el mundo físico. La orilla occidental representaba la vida en el más allá, en el otro lado de las cosas, en el mundo o plano metafísico, la vida de la conciencia sin cuerpo físico, de la muerte y de los desencarnados, el Sol allí parecía morir cada atardecer, y con el la vida cesaba, dando paso a la muerte aparente de la noche………..Estas dos orillas no estaban en oposición, sino que vida y “muerte” se sucedían de manera natural. Ponemos entre comillas la palabra muerte porque para los egipcios antiguos esta no existía. De hecho, en la escritura jeroglífica no habría traducción literal para nuestro concepto de muerte. Cuando una persona moría se decía que había vuelto a nacer, pero en el siguiente mundo o dimensión y se representaba con el jeroglífico MUT, que significa “madre” y que en el contexto de la separación del alma del cuerpo, significaba “pasar al ka".
Otra expresión de la dualidad que se armoniza es la doble concepción del tiempo. Para la civilización del Nilo el tiempo se expresaba en lo cíclico (NEHET) y en lo eterno (DJET). Todas las cosas comienzan y terminan, el día, las estaciones, la vida. Sin embargo, todo regresa, el día con el sol, las estaciones con la inundación y la vida en este lado de las cosas. De ahí que las cosas realmente importantes había que mantenerlas para que pudieran servir de orientación ciclo tras ciclo, generación tras generación. Este renovar lo esencial se tradujo en el Antiguo Egipto como el valor de la permanencia. Ninguna de las civilizaciones conocidas nos ofrece la continuidad de la egipcia. Figuras teológicas como Hathor, la diosa madre del universo, bajo el aspecto de una vaca constelada de signos estelares, las hallamos en las primeras dinastías tinitas y en el Egipto helenizado. Símbolos como el Ankh o Llave de la Vida, cruzan 4000 años de intensa vida religiosa sin variación. La institución del Faraón duró más de 3000 años; el complejo religioso de Karnak permaneció activo más de 2000 años.
Otra de las ideas fundamentales de la Filosofía del Antiguo Egipto fue la de orden natural, correspondiente a la diosa MAAT. MAAT es la armonía del Cosmos, el Orden natural que aporta felicidad, estabilidad y salud. Los sabios egipcios eran conscientes de que vivir de espaldas a la armonía de la naturaleza era ir hacia el desastre. Los ciudadanos, los gobernantes y los sacerdotes debían observar la Regla de Maat para poder vivir en armonía, para poder gobernar con justicia y para realizar las ceremonias y el ritual que reestablecieran el orden natural de las cosas. Esta idea de orden basada en el orden de la naturaleza, se reflejaba en muchos aspectos de la vida personal y social. En lo personal hacía que cada persona buscara su vocación para amar lo que hacía. En lo social inspiró un sistema de organización colectiva que tenía las siguientes características: cada ciudadano debe tener el grado de responsabilidad que le corresponda en función de sus capacidades morales e intelectuales; a mayor cargo de responsabilidad en la administración pública, mayor es el nivel de exigencia tanto en la realización de los trabajos como en la conducta moral; comenzando por faraón y hacia abajo, cada componente de la sociedad egipcia debía ser un ejemplo moral para los que dependían de él.
Otra de las ideas fundamentales es la renovación. Todo en el País de las dos tierras nos habla de renovación. El jeroglífico NEFER es la capacidad de renovación, a la vez que designa a lo divino. Osiris, la divinidad de la renovación por excelencia es llamado OUNEN-NEFER, el ser perpetuamente renovado, ya que la vida renace de la muerte sin cesar. De ahí que la civilización egipcia no fue nihilista, dado que no le tenían miedo a la muerte. La muerte, para ellos, no era el final de todo, sino un cruce de caminos, el paso de una vida en cuerpo material, a una vida en dimensión espiritual. Así la reencarnación ha sido una idea fundamental sobre la vida para el Egipto Antiguo.
El gráfico más importante basado en un acontecimiento astronómico cíclico anual es el denominado Ingreso Vernal, Cero Aries o Ingreso solar en Aries, que marca el momento temporal del comienzo de la Primavera en el Hemisferio Norte, donde florecieron en la antigüedad las más desarrolladas culturas que nos legaron este conocimiento, este saber que hoy conocemos como Astrología.
Nuestros antepasados, que sin duda fueron grandes observadores de la Naturaleza y sus ciclos, establecieron que existían correlaciones entre los ciclos naturales en dimensión horizontal (terrestre) y los ciclos en dimensión vertical (celeste).
Situados como estaban en la corteza de Gaia, corroboraron como la vida de los seres que la poblaban, reinos animal y vegetal, parecían manifestar una analogía paralela con el ciclo estacional anual. Así percibieron que cuando la naturaleza despertaba en el mes de Marzo aproximadamente a partir del Equinoccio Vernal, inicio de la Primavera en el Hemisferio Norte, (fenómeno astronómico que se conoce desde la más remota antigüedad, como demuestran cientos de edificaciones de uso ceremonial repartidas por todo el mundo, donde este momento anual queda reflejado en su arquitectura como un hecho inequívoco), la vida parecía comenzar de nuevo tras el frío y la muerte invernales.
Nuestros antepasados, que sin duda fueron grandes observadores de la Naturaleza y sus ciclos, establecieron que existían correlaciones entre los ciclos naturales en dimensión horizontal (terrestre) y los ciclos en dimensión vertical (celeste).
Situados como estaban en la corteza de Gaia, corroboraron como la vida de los seres que la poblaban, reinos animal y vegetal, parecían manifestar una analogía paralela con el ciclo estacional anual. Así percibieron que cuando la naturaleza despertaba en el mes de Marzo aproximadamente a partir del Equinoccio Vernal, inicio de la Primavera en el Hemisferio Norte, (fenómeno astronómico que se conoce desde la más remota antigüedad, como demuestran cientos de edificaciones de uso ceremonial repartidas por todo el mundo, donde este momento anual queda reflejado en su arquitectura como un hecho inequívoco), la vida parecía comenzar de nuevo tras el frío y la muerte invernales.
La Astrología es una disciplina milenaria que se basa entre otras muchas ideas en el momento de inicio de las cosas. Participa por tanto del concepto de que el instante en el que algo nace lleva potencialmente implícito, como sucede con los vegetales y sus semillas y otras formas de vida, el desarrollo ulterior de lo que esa semilla contiene en potencia. Su sistema simbólico-analógico, es capaz de interpretar las cualidades y defectos que contiene esa semilla "fotografiando" la figura celeste que rodeaba al mixto en el momento de su generación ......
Así como un experimentado agricultor, puede saber, si observa atentamente las condiciones exteriores que operan sobre las semillas en el momento de la germinación, si ese año, por poner un ejemplo, recogerá una uva resultante mejor o peor para la elaboración de un buen o mal vino...De forma análoga, la Astrología lee e interpreta el mapa celeste existente en el inicio de cualquier actividad de cualquier especie del reino que sea: Natural, sea Animal, Vegetal o mineral, e incluso de índole artificial. Para ello utiliza como herramienta un mapa o fotografía astral que incluye, si sabe leerse, mediante claves simbólico-analógicas basadas en las posiciones celestes que nos rodean, el desarrollo ulterior lógico que las cualidades potenciales de ese momento irrepetible pueden desarrollar.
Todo lo anterior expuesto queda definido magistralmente por C.G. Jung en sus famoso comentarios:
"La Astrología representa la suma de todos los conocimientos psicológicos de la antigüedad".
"El vino de la adolescencia no siempre aclara según pasan los años, a veces se vuelve turbio".
"Nacemos en un momento dado en el que ello toma lugar y como los buenos vinos tenemos las cualidades del año y la estación en los cuales hemos venido a este mundo. La Astrología no debe justificar nada más".
El gráfico astral del Ingreso Solar en Aries, señala por tanto para los astrólogos el comienzo del año astronómico, ya que marca a nivel celeste, el ingreso del Sol en el primer signo del zodíaco anual o zodíaco en reposo, y a nivel terrestre, en el hemisferio Norte, donde nació la Astrología, el comienzo de la estación primaveral, y el despertar de la naturaleza y la vida, tras el paréntisis invernal.
En definitiva el gráfico Cero Aries acumula potencialmente, como las semillas, información sobre el ciclo completo que abre, es decir el ciclo anual universal.
Para un juicio Universal se domifica en Greenwich, Inglaterra.
Para juicio de un país concreto se domicilia en su correspondiente capital.
En ambos casos su periodo de vigencia dura un año exacto, hasta el siguiente Ingreso Solar en Aries.
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