Kiev pide armas nucleares: La respuesta nuclear a Chamberlain / Anatoli Nesmiyán
17/09/2014
Fuente: El Murid LiveJournal
14/09/14
Traducción de Nahia Sanzo
Valery Geletei, Ministro de Defensa ucraniano, ha anunciado la posibilidad de que Ucrania abandone su status de país no-nuclear y pueda armar a su ejército con armas nucleares “si el mundo no nos ayuda”. La reacción rusa no se ha hecho esperar y se ha propuesto a Geletei la poco cortés alternativa de acudir a un psiquiatra, aunque este tema no es solo objeto de estudio clínico.
Estados Unidos ya no puede permitirse una retirada de Ucrania. Tienen un método perfectamente testado de intensificación de conflictos. Este proceso es evidente en Siria: cuando los ataques frontales resultan inútiles, Estados Unidos lanza un nuevo proyecto, en este caso el Estado Islámico, que soluciona varios problemas relacionados. Esta bomba de relojería explotará a medio plazo porque se han creado ya todas las condiciones para ello. El objetivo de Estados Unidos ahora mismo es el de canalizar la energía destructiva que emana del Estado Islámico. Parece que los jugadores de la región ya han aceptado este avance como un hecho y esperan activamente su explosión.
Sería imposible repetir dicho escenario en Ucrania, ya que el potencial destructivo de los banderistas está ya prácticamente exhausto. Además, la capacidad de combate de los Yarosh, Biletskiy, Lyashko, y todo tipo de Semenchenkos a la hora de lanzar una yihad es notablemente inferior. El Ejército Ucraniano prácticamente ha dejado de existir y una valoración más fría de sus capacidades de combate parece haber forzado a Poroshenko a buscar otros medios para solucionar el problema de Donbass. Una valoración más fría dentro de los estándares ucranianos, claro está. Pero incluso esos estándares no dejan lugar a dudas incluso a Kiev.
Teniendo en cuenta que Maidan, y la consiguiente ira, están, en un grado significativo, dirigidos desde Washington (o desde su embajada en Kiev), nadie va a dar el mando de la situación a los nativos, más allá de las ilusiones que estos tengan en este aspecto.
Al mismo tiempo, también hay que entender que las autoridades de Kiev no van a eliminar la cuestión de Crimea de su agenda. Hay consenso en este tema y Occidente simplemente no va a dejar de utilizar esta causa. No es posible asustar a Rusia con un ejército que durante tres meses ha luchado con dificultad contra una guerrilla y que solo con su último aliento ha conseguido algunos resultados operativos aceptables. Una insurrección islámica en Crimea es una perspectiva más plausible, pero Crimea no es Siria. Sería imposible abastecer a los rebeldes desde el fondo del mar. Las milicias populares islámicas no pueden salir a la superficie como los 33 Bogatyrs.
Por esa razón y únicamente por esa razón, y pese a comprender que no todo tiene sentido en las afirmaciones alocadas de Geletei, es necesario tratar sus palabras con cierto grado de cautela. Con sus palabras, el Ministro de Defensa ha sobrepasado los límites de sus poderes dos o tres veces, adjudicándose una responsabilidad limitada al más alto oficial del país. Pero Poroshenko no ha corregido, de ninguna manera, las palabras de su subordinado, lo que significa que Geletei solo ha hecho pública una posibilidad que ya se discute en las más altas esferas. Posiblemente haya anunciado, de una manera controlada y escondida tras una reacción psicótica, algo que Poroshenko todavía no puede discutir públicamente.
En realidad, la cuestión parece ser puramente técnica. El abandono del estatus de país no-nuclear puede iniciarse en cualquier momento y, además, ya existen las bases para ello: el Memorándum de Budapest, cuya premisa era la garantía de integridad territorial de Ucrania. Si no se tienen en cuenta los detalles por los que Kiev consiguió perder una parte de su territorio, la Junta podría apelar a la comunidad internacional, que entendería los esfuerzos de esta joven democracia por defender sus derechos. En relación al Memorándum de Budapest, Rusia declaró el 4 de marzo en el más alto nivel que, considerando el golpe de estado que había tenido lugar en Kiev, hay un nuevo Estado en lugar de Ucrania, por lo que todos los acuerdos anteriores dejan de estar vigentes. Se trata de una declaración autorizada, pero es solo el punto de vista ruso, mientras que los otros firmantes del Memorándum tienen una postura marcadamente diferente.
De liquidarse el estatus de no-nuclear, Ucrania ni siquiera necesitaría crear sus propias armas nucleares, aunque en teoría sigue siendo capaz de hacerlo, sino que simplemente podría solicitarlas a la comunidad internacional.
Está claro que en circunstancias normales Occidente no podría aceptar este acuerdo bajo ninguna condición. Tanto Rusia como China reaccionarían de la forma más severa a la idea de transferir armas nucleares a un estado fallido. Pero las circunstancias ya no son normales. Nos encontramos en un periodo pre-bélico y Occidente combate en este conflicto usando a su drogado idiota como su emisario en la guerra.
No hay duda de que la situación estratégica en las fronteras rusas cambiaría severamente incluso si solo se transfirieran diez cabezas nucleares a Ucrania. No importan si los misiles Tochka-U (SS-21) ucranianos se parezcan a los cuerpos no recuperados de las tropas punitivas. Si se transfieren cabezas nucleares, se donarán también vehículos de reparto. Está claro que los ucranianos no tendrán permiso para comandar todos estos sistemas, aunque, siempre existe la opción de entregar pasaportes ucranianos a ciudadanos estadounidenses o canadienses de habla ucraniana para evitar ese problema.
En su esencia, esta operación sería análoga a la llevada a cabo en Siria. Se daría una segunda vida al conflicto por la introducción de nuevos, o cualitativamente reforzados, participantes. Nadie va a permitir a Ucrania regresar a la vida civil, ya ha mordido el anzuelo. Las actuales autoridades nazis tienen que probar que usarán, sin dudarlo, cualquier arma sobre la población civil. ¿Estarían preparados para usar este tipo de armas para amenazar a Rusia y exigir el retorno de Crimea? Es posible, especialmente si Occidente les apoya amenazando a Rusia con responder ante su posible contraataque. Sería un juego de nervios, y no está claro hasta qué punto aguantarían los nervios del liderazgo ruso.
Las armas nucleares serían en este caso una analogía adecuada al Estado Islámico aplicada a Ucrania. En otras palabras, las palabras de Geletei tienen mucho de locura, pero no hay que considerarle solo un loco. Puede serlo, pero pueden no serlo sus palabras.
Por cierto, hace unos meses un amigo de Kiev avisó de la posibilidad de algo similar. Entonces, sus palabras fueron recibidas con escepticismo. Pero algo me dice ahora que el número de escépticos será notablemente inferior.
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