jueves, 27 de noviembre de 2014

Rafael Lafuente: Notas Biográficas







Un hombre de otro tiempo, del que reconocemos su encomiable y meritoria labor como divulgador de nuestro arte, aunque nadie es profeta en su tierra, reconocer es de sabios, y los méritos de este hombre, (a pesar de sus excentricidades,  facilmente explicables si nos fijamos bien en su mapa astral), resultan a día de hoy como poco sorprendentes. Estamos hablando de alguien que en el páramo cultural y social del postrero Franquismo, logró por si mismo, debido a la genialidad que atesoraba, presentar en aquel entonces un rostro diferente, divulgativo, menos folclórico y más racional de la Ciencia de Urania, algo que si a día de hoy, en gran parte debido a la falsa imágen que de ella han vertido los medios de comunicación y habiendo transcurrido más de 40 añós todavía resulta muy dificil de lograr, resulta excepcional que se diese durante la Dictadura Franquista, que a pesar de que estaba tocando a su fin, mantenía aún la férrea prohibición prácticamente de todo lo que no fuese la "ortodoxia" del Régimen, y en el que la Astrología era perseguida considerada poco menos que una ciencia enviada casi por el mismísimo diablo.  









                                                                                                                                  












UNA FOTO PARA EL RECUERDO









"A comienzos de 1982 tuve un fugaz encuentro con Felipe González. No nos conocíamos personalmente pero al toparnos en el Balcón de Europa, en Nerja, la mutua curiosidad propició el saludo y el breve diálogo que mantuvimos ambos.

—En Octubre próximo -le anuncié- usted sucederá al Presidente Calvo Sotelo en la Moncloa.

Un fotógrafo captó la simpática sonrisa con que Felipe acogió mi halagüeño augurio.
—Ya lo sabía -me dijo- lleva usted varios meses insistiendo sobre ese vaticinio"







 Rafael Lafuente




Esta sería la forma en que el propio Don Rafael hubiese dibujado su carta, si se diese el caso de desconocer la verdadera hora de su nacimiento.










Esta técnica de "casas solares" que utilizó con profusión y al parecer con bastante éxito, consiste en levantar un gráfico de casas iguales, partiendo del ascendente, que sitúa en el comienzo (cero grados) del signo que ocupe el Sol.

Fijándonos en su gráfico encontramos de nuevo, como en el caso de tantos astrólogos, el sello inconfundible: La relación aspectual entre Júpiter y Urano, el aspecto que ortografía  a  la Astrología por excelencia. En este caso se trata nada más y nada menos que una conjunción, con Urano domiciliado en Acuario, signo donde además están también el Sol y Venus.

Estamos  por tanto en presencia del gráfico de un "Super Acuario", lo que le hace tener una visión adelantada a la de su época, Como ejemplo de ello fue Lafuente el pionero que creó la primera agencia de viajes de la Costa del Sol, en Mojacar... Entonces en aquel momento se rieron de él diciendo: ¿Quién va a venir aquí a este desierto....?, estás loco Rafael.....

Amigo de artistas, en el fondo también él a su manera era uno de ellos, fue quien puso de moda entre los pintores extranjeros el pueblo de Mojacar,  con su mítica melena blanca y su habitual e incontrolable excentricidad uraniana, (La conjunción Júpiter/Urano en Acuario magnifica y exagera la ya usual excentricidad Uraniana) .

Marte conjunto a Plutón le otorga energia sin límite, pasión y profundidad. Debió ser un "diablo" para las mujeres (tuvo cuatro, que le dieron doce hijos), con esas cuadraturas a su Luna, del duplo Marte /Plutón, incluso estuvo en la cárcel por ellas, cuando se fugó con una gitana de catorce años, abandonando el hogar, a su mujer y a sus dos hijos, con la que vivió cerca de año y medio, huyendo y escondiéndose en casas gitanas, donde se hacía pasar como medio payo, medio gitano....., hasta que un buen dia le sorprendió la Guardia Civil y su loca aventura terminó dando con sus huesos en la cárcel, todo un escándalo en aquellos años... (Saturno regente de XII en V). Sobre aquella experiencia escribiría "Los Gitanos, el Flamenco y los Flamencos" Publicado por primera vez en 1955, este libro fue el más importante de cuantos se habían escrito en España sobre un tema tan profundamente vinculado a los aspectos más sugestivos de nuestros caracteres costumbristas.









Durante su juventud también fue juglar y andarín, recorrió España a pie, de punta a punta, y sin una peseta. Paraba en balnearios donde leía las manos a mujeres adineradas que, según el mismo recordaba, "quedaban contentas" a pesar de no tener ni idea.(Marte regente de IIIª trígono Mercurio en Piscis)

Con las mujeres tenia Baraka (Sol regente de VIIª conjunto a Venus, con Neptuno en cúspide que hipnotizaba), pero también a veces jugaba malas pasadas, como con la menor gitana, todo un escándalo en la época de la dictadura franquista (Neptuno es regente natural de casa XIIª en el zodíaco en reposo).

Fue todo un personaje que llegó a tener cierta popularidad a través de la Astrología, (Júpiter/Urano trígono Luna), disciplina en la que destacó por sus "sonados" aciertos, que le otorgaron la fama, y el reconocimiento de muchos, (también fuera de nuestras fronteras), y la traición de otros, que en público negaban conocerlo, cuando en realidad le visitaban a escondidas.
Don Rafael, que recuerdo prefería autodenominarse entonces "futurólogo", tal vez llevado por el intento de eludir el desprestigio que soportaba el término "astrólogo", durante aquellos años del franquismo, algo que aún a día de hoy se arrastra, había conocido al mismísimo Krafft, el célebre astrólogo personal de Hitler, en la embajada española en Berlín, donde Rafael con veintitantos años, y llevado por la curiosidad por la tecnología (algo muy propio de un uraniano) productiva alemana, había conseguido un puesto de trabajo de la forma más rocambolesca, en gran parte también por su conocimiento del idioma alemán, algo poco común en aquellos años.

Karl Ernst Krafft, el famoso astrólogo suizo, había pasado a asesorar personalmente a Hitler, después de su detención como sospechoso tras su ajustada predicción sobre del atentado contra el fuera objeto el Führer en la Bürgerbraükeller, la cervecería de Múnich, el 8 de Noviembre de 1939, en el que el dictador se salvaría por diez minutos debido a un cambio en su agenda pública y la posterior comprobación de que Krafft no estaba involucrado en manera alguna en los hechos sino que la certidumbre del acierto se debía exclusivamente a su gran dominio de los métodos y técnicas astrológicas.

Durante un tiempo Don Rafael y Krafft cultivaron la amistad y éste le inicio en la Astrología, claro que esto sucedía unos años antes de su caída en desgracia, cuando Hitler ya no quiso escuchar su consejo, contrario a sus desvaríos megalómanos de controlar todo el continente. Entonces lo recluyó, junto con otros colegas astrólogos, en campos de concentración donde, como había predicho el propio Krafft, encontraría su muerte. Años antes el propio Krafft ya había predicho en privado a Rafael que Hitler moriría durante la primavera de 1945.








         
KARL ERNST KRAFFT
10 Mayo 1900


Una vez más vemos otra conjunción Júpiter-Urano
 en el gráfico personal de este gran astrólogo.






A Rafael Lafuente muchos, los mas mayores, le recordaréis en sus apariciones de principios de cada año en televisión, donde solía hacer un poco de prospectiva del periodo anual que se iniciaba, con su extravagante melena blanca era la imagen clásica uraniana, no por casualidad había nacido un 13 de febrero de 1914 con una buena acumulación de planetas en acuario: Sol Venus Júpiter y Urano. Algunos lo recordareis tal vez, cuando anticipó el día de su propia muerte. El bueno de don Rafael ahí se equivocó, aunque estuvo cerca....,. Acabó el día predicho en el hospital, pero sobrevivió............

Referente a su amistad con Krafft y al año que pasó en Alemania nos cuenta su experiencia en primera persona en los fragmentos que a continuación extraigo de algunos de sus libros hoy perdidos en el olvido……
"Durante la Segunda Guerra Mundial viví un año en Berlín, en cuya emba­jada española desempeñé funciones de inspector de las condiciones de trabajo de los obreros españoles empleados en la industria alemana. Una de las razo­nes que me animaron a solicitar aquel puesto fue mi deseo de husmear en las instalaciones industriales del III Reich e indagar si, como yo sospechaba, los científicos alemanes trabajaban en un proyecto de fabricación de bombas nu­cleares. Mi pasajera condición de diplomático y el cargo específico que me fue asignado, me permitían viajar por todo el territorio alemán, y moverme, con cierta libertad, en el ámbito industrial de la Alemania nazi. Mis indagaciones resultaron baldías. Pero mi fracaso en este campo se vio compensado por mi encuentro casual con un gran astrólogo suizo que había prestado algunos ser­vicios al Ministerio de Propaganda. Se llamaba Krafft y gozaba de gran presti­gio en su país, hasta el punto que Carl Jung le había consultado varias veces, más con fines puramente científicos que con ánimo de conocer su propio por­venir. Krafft y yo simpatizamos desde el primer momento y mantuvimos una cordial aunque corta amistad, pues él, como otros muchos astrólogos residen­tes en Alemania, fueron cogidos en una amplia redada y acabaron sus vidas en un campo de concentración.
Pocos días antes de nuestra separación, Kraft me reveló que había estudia­do a fondo el tema astrológico del Führer y del Tercer Reich, y estaba seguro de que el dictador moriría en la primavera de 1945, y que Alemania perdería la guerra. De retorno a España, cuando la realidad confirmó el vaticinio de mi desdichado amigo, pensé que valía la pena estudiar a fondo los métodos gracias a los cuales el astrólogo suizo había logrado detectar la fecha de la muerte de Hitler. Pensé que, a pesar del menosprecio que los sabios oficiales mostra­ban hacia la Astrología, si ésta servía para lograr tan sorprendentes atisbos fu­turistas, la Astrología no era ninguna tontería. Los tontos eran los científicos que la condenaban como una creencia supersticiosa, sin tomarse la sabia mo­lestia de enterarse bien de las posibilidades reales de la vieja ciencia de las estrellas.
En uno de mis anteriores libros he contado lo que me ocurrió poco tiempo después de mi retorno a España. Dedicaré unas líneas a aquellos episodios.
Convencido, aún antes de volver de Alemania, de que el III Reich perdería la guerra, traté de persuadir a los gobernantes franquistas sobre la convenien­cia de retirar la División Azul del frente ruso e iniciar negociaciones amistosas con Gran Bretaña y Norteamérica. Un decreto de Franco me había otorgado el cargo de Jefe Nacional de la Obra Lucha Contra el Paro. Mi excelente posi­ción política me permitía presionar fácilmente sobre los altos jerarcas de Ma­drid en el sentido de liberar a España, dentro de lo posible, de las consecuen­cias de la derrota de nuestros amigos los países del Eje. Mis esfuerzos en pro de un sensato cambio de política cayeron muy mal a la Vieja Guardia de Falange. Y un día, un fanático camisa vieja me arrojó una granada de mano. Quedé mal herido. Y desde aquel día no quise saber más de la política. Chocantemen­te, siempre que he intentado ser útil a mi país he acabado sintiéndome asquea­do de una España o de la otra. Aquel atentado fue el punto de partida de mi decisión de romper con aquella sociedad y abrazar la vida pintoresca y arrisca­da del gitano errante. Entonces, como ahora, he preferido siempre pasar ham­bre de pié que comer de rodillas.
 ¿Cuánto tiempo estuviste en la Legión?
Muy pocas semanas. Porque en la Legión, como yo ha­blaba varios idiomas, no querían mandarme al frente sino utilizarme en la retaguardia. Escribía a máquina bien. Esas cosas. Podía ser un amanuense. Y decepcionado porque yo lo que quería era pegar tiros, pues hice un cursillo y salí con grado de alférez. Al terminar la guerra me ofrecieron un cargo político y lo acepté. Después otro, y acepté. Así fui en poco tiempo, no escalando, sino dejándome subir a una serie de peldaños políticos. Tuve varios cargos en Ma­drid, pero yo no servía para la política. Le pedí al ministro Arrese que me mandara a Alemania.
 ¿Qué año era?
Esto era en el año 1941.
Perdón. ¿Por qué te interesaba la Alemania del 41?
Mucho. Me interesaba en tres sentidos. Uno, porque me intrigaba lo que entonces ya era un mito, aceptado uni­versalmente dentro del área dictatorial (Italia, España tal y tal) la idea de que pudiera ser Hitler el superhombre, el que lograra encarrilar el futuro de la civilización por cauces que no fueran todavía lo que se llamaba consumismo, pero que yo había denunciado ya en el año 35, en mis confe­rencias, de que el hombre se convirtiera en un esclavo de las cosas, de los objetos.
—Yo he leído algunas de tus denuncias contra la socie­dad de consumo y acabas de dar fecha precisa de cuando iniciaste esa campaña...
—Sí, en el verano del 35.
Entonces llegas a esa Alemania muy extraña...
Yo estaba intrigado por saber si sería realmente Hitler la salida. Había dos fuerzas: Sión y Roma. ¿Sería ésta la ter­cera fuerza? Al llegar allí a Berlín el azar me puso en con­tacto con un alemán muy aficionado a la astrología que me presentó a un famoso astrólogo: Krafft. Había realizado una serie de investigaciones en el campo de la astrología guia­do por una idea rigurosamente científica, había estado muy cerca de Jung. Jung, quien había formulado esa frase clave, que se repite muchísimo, que es «Todo lo que nace o se hace en un momento determinado participa de las cualidades de ese momento». Pero Jung, para no perder la respetabilidad científica, no quiso ir muy lejos en la ex­posición sincera de sus ideas o premoniciones en este campo de cosas, aunque se interesaba vivamente por la As­trología.
Sigamos en el recuento de tu vida.
—La cosa bonita que iba contar es la siguiente. Mi experiencia en Alemania dura un año. Me relaciono con muchos astrólogos de allí y aprendo mucho. Pero en esto los astrólogos empiezan a desaparecer. Me quedo sin este tipo de amigos.
Sin embargo se ha dicho que Hitler tenía astrólogos entre sus asesores.
Eso es mentira. Lo único que puedo decir yo, porque lo he vivido, es que numerosos astrólogos fueron apresa­dos por la Gestapo y enviados a campos de concentración donde murieron casi todos. Y esto ocurrió cuando empeza­ron los reveses. A raíz de Stalingrado.
Hasta hubo una versión de que los ingleses, que no creían en la Astrología, se asesoraban con astrólogos con el solo objeto de sopesar que le podían estar aconsejado a Hitler.
—Esto lo inventó De Wohl, un astrólogo holandés que trabajaba para el Intelligence Service. A él se le ocurrió esa excelente idea para advertir a los ingleses cuando vendría un ataque porque los astrólogos le dirían a Hitler «este es el momento propicio». Quienes sentían mucho respeto por la Astrología eran Hess y Rosemberg. Pero cuándo los as­trólogos empezaron a anunciar cosas malas se hizo una re­dada de astrólogos y fueron enviados a campos de con­centración. Hitler creía en los astrólogos en tanto estos le­vantaban la moral de las gentes.
Un medio de propaganda.
Sí, el ministro de Propaganda falsificó, valiéndose de Krafft, el texto original de las profecías de Nostradamus. In­trodujo en el viejo texto una serie de cuartetas y comenzó a circular copiosamente, en la zona ocupada, en los países fascistas.
Es curioso puesto que no hay ninguna diferencia en­tre lo que según dices hacia Hitler con los astrólogos y lo que hacían los reyes antiguos cuando mandaban matarlos si venían con malos augurios.
—Justamente. La misma reacción. Todo eso que viví en la Alemania de Hitler me sirvió para verla por dentro y ele­gir. Mis contactos con diplomáticos, las confidencias, los rumores, los campos de concentración, las brutalidades. La Gestapo, mandó a muchos amigos míos a la muerte. En­tonces regreso. En el otoño de 1943. Llegó a Madrid y le expongo al Ministro Arrese mis impresiones, y le digo: «Creo que lo más sensato que puede hacer Franco es retirar la División Azul y desengancharse del compromiso político con el Eje y buscar una negociación con los aliados». (Que ya Franco lo venía haciendo, porque es más listo que un ¡rayo). Insisto ante la clase política madrileña de aquel tiempo. Les digo que Alemania perderá la guerra. Que es muy justo que la pierda. Que yo había presenciado horrores de todo tipo y ocurre algo muy curioso: Me dan un cargo oficial. Me hacen Jefe Nacional de la Obra Sindical contra el Paro, e Inspector Nacional de lo que hoy es el Ministerio de Información y Turismo, que entonces se llamaba Vice-secretaría de Educación Popular. Se inicia enseguida una campaña en mi contra. Me acusan de «propalar especies derrotistas pagado por el oro de Moscú», y un día se pre­senta un hombre en mi despacho, un viejo guardia, un ca­misa vieja, y me arroja una bomba. El explosivo pega en la pared, rebota sobre una mesa, cae al suelo y estalla. Gra­cias a que era una mesa muy sólida, la única parte que me daña es la que tenía expuesta, la pierna derecha.
Eso ocurrió en Madrid, ¿en qué calle?
—En el edificio donde está Sepu, en José Antonio. Allí tenía yo mis oficinas. Donde está ahora Radio Madrid. En el 32 de José Antonio. En la tercera planta estaba el Servicio de Estadística. Esto fue en 1943. Me hacen una cura, me hospitalizan. Entonces comienza a moverse la vie­ja guardia de Madrid para que a ese muchacho de la bom­ba el juez le trate con consideración. Digo: «Pobre mucha­cho, debe estar loco». En mis declaraciones al juez afirmo: «No creo que su intención haya sido la de un homicida consciente. Este es un pobre fanático y yo creo que debe ponerse en manos de un psiquiatra. Pero me repugnaba la reacción porque al fin y al cabo había sido un intento de asesinato a un hombre que estaba desarmado. Escribo una carta al Ministro y le confieso que ya no quiero saber nada con la política. Me vuelvo a Málaga donde trabajo en la radio local.


LA FALSA LEYENDA DE LOS ASTRÓLOGOS DE HITLER

La leyenda de que Hitler consultaba a los astrólogos fue difundida por los aliados a partir de cierta confidencia de un diplomático neutral que tomó el rabo por las hojas. El di­plomático que informó al Foreign Office inglés de que Hitler no tomaba ninguna decisión sin consultar a los astrólogos mintió tan sólo a medias, pues si bien Hitler no tomaba en se­rio la Astrología, Hess y Himler si creían en ella.
Yo pasé un año en Berlín, agregado a la Embajada Española, entre 1942 y 1943. Allí conocí algunos astrólogos y me informé bien de lo que les ocurrió cuando el Fuhrer or­denó que encerraran a todos los astrólogos alemanes en campos de concentración, pues, a partir de la «operación Barbarroja», los augu­rios de los astrólogos no podían ser peores para el Tercer Reich. La operación de captura e internamiento de los astrólogos la llevó a ca­bo la Gestapo y fueron muy pocos los que es­caparon de la redada.
El único astrólogo que se libró por algún tiempo de la persecución de la Gestapo fue un suizo que residía en Alemania desde 1939 y que se granjeó la protección de Goebels, Frank y otras importantes jerarquías del régi­men. Se llamaba Karl Ernst Krafft y murió también, como otros astrólogos, en el campo de pri­sioneros de Buchenwald, en 1945. Krafft se había conquistado el aprecio de Goebels porque había advertido confidencialmente a las autoridades nazis que la vida del Fuhrer iba a estar en peligro entre el 7 y el 9 de No­viembre de 1941. El día 8 de dicho mes tuvo lugar el atentado de Munich. Su acierto en la previsión del peligro que acechaba a Hitler, y el hecho de que había comunicado sus temo­res a la Policía, le hicieron persona grata.
La protección de que gozó el astrólogo suizo hasta su detención, en 1942, se debió también a que, atemorizado por la amenaza de represalias si no accedía, convino con Goebels en llevar a cabo la preparación de una edición de las Profecías de Nostradamus en la que habían de figurar interpolaciones y falsificaciones que, interpretadas en un sen­tido triunfalista, resultaban favorables a la idea de que Alemania ganaría la guerra. En esa edición figuraba también (entre otras fal­sas interpolaciones) unos cuartetos referen­tes a la España de Franco.
Pero en ningún momento consiguió Krafft que Hitler mismo y su Estado Mayor utilizaran sus servicios astrológicos. Y ello fue un gran error por parte de Hitler, pues Krafft ha sido uno de los mejores astrólogos de este siglo.
Pero volvamos a la falsa leyenda de un Hitler que consultaba a astrólogos. Los ingleses tomaron muy al pie de la letra la confidencia de que los planes militares alemanes no eran ejecutados sin el visto bueno de los astrólo­gos que servían a Hitler, quienes estudiaban previamente la fecha más propicia para po­nerlos en práctica. Y obraron consecuente­mente. Crearon un servicio de Astrología, de­pendiente del Ministerio de la Guerra, a fin de que los astrólogos informaran al Estado Ma­yor británico sobre lo que los astrólogos ale­manes podían aconsejar al Fuhrer en materia de cronología favorable o desfavorable para las acciones bélicas proyectadas o en curso. Al frente de dicho Gabinete fue nombrado un tal Luis de Wohl, buen astrólogo, que, hu­yendo de la guerra que veía aproximarse, se había afincado pocos años atrás en Inglate­rra. Luis de Wohl, que tenía pasaporte holan­dés, fue enviado a Estados Unidos con la mi­sión de influir sobre los astrólogos norteame­ricanos a fin de que éstos, a su vez, influyeran sobre sus lectores. Se buscaba que la opi­nión norteamericana fuese favorable a la en­trada de Estados Unidos en la guerra.

De todos los astrólogos importantes ale­manes de aquel tiempo, sólo se salvó Frau Ebertin, madre del gran astrólogo fundador de la Escuela de Cosmobiología, en Aalen, Alemania Federal.
Creo de interés dejar aclarada la verdad sobre la leyenda de Hitler aficionado a la Astrología.
Por la década de 1930, cuando Hitler llegó al poder, Krafft gozaba de un status único entre los ocultistas y profetas en Alemania. Los nacional socialistas, más tarde se convertirían en sus mecenas, y finalmente como sucedió con otros ocultistas y masones,  sus verdugos.

Mientras que el estado Nazi perseguía a los astrólogos, Rudolf Hess y Heinrich Himmler les consultaban. Krafft se traslada a la órbita de la élite Nacional Socialista en Noviembre de 1939, a raíz de una predicción notable. Predijo que la vida del Führer estaría en peligro entre  el 7 y el 10 de noviembre. El 2 de noviembre  escribió a un amigo, el Dr. Heinrich Fesel, quien trabajó para Himmler,  advirtiéndole de un atentado contra la vida de Hitler. Fesel presentó la Carta, el 2 de Noviembre de 1939 que informaba confidencialmente al mando alemán que la vida de Hitler estaría en peligro entre los días 7 y 10 de ese mes.

Efectivamente, el atentado de Munich tuvo lugar el día 8. Pero nadie había hecho caso a Krafft. Los interrogatorios de la Gestapo probaron que Krafft nada sabía de la conjura y, desde este momento, la guerra psicológica tuvo en Alemania un departamento astrológico, que pronto tuvo su contrapartida por parte inglesa con Louis de Wohl. Este había publicado su autobiografía en 1937 bajo el título de I follow my Stars, con lo que el mando militar se fijó en él para esa función. De este modo, pasó a estar en nómina en la Special Operations Executive (SOE). A partir de Septiembre de 1940 dirigió el Departamento de Investigación Psicológica en Londres, encargado de preparar predicciones astrológicas contra la Alemania nazi.

El 8 de noviembre, una bomba explotó en el hall de una cervecería de Múnich. Hubo muchos heridos, pero el destino mantuvo ileso a Adolf Hitler.  Los periódicos informaron  que Fesel estuvo cerca de la catástrofe y envió un telegrama a Hess, llamando la atención sobre la predicción de Krafft. Krafft fue detenido y llevado a la sede de la Gestapo en Berlín. Interrogado pronto demostró que era inocente del atentado contra la vida del Führer. Después de su liberación  fue convocado por el Ministerio de Propaganda del Reich, dirigido por el Dr. Joseph Goebbels. Goebbels había adoptado recientemente   Nostradamus, tratando de exprimir la propaganda de las profecías.  Encargó a Krafft, la misión de descifrar las crípticas cuartetas. En enero de 1940, Krafft comenzó a trabajar en una versión Progermánica de Nostradamus.

Krafft estaba convencido de que las profecías de Nostradamus presagiaban bien para el tercer Reich. Decenas de miles de panfletos basados en sus interpretaciones de las cuartetas se distribuyeron en varios idiomas. Esto pronto llegó a la atención del Führer. En la primavera de 1940  realiza e interpreta la lectura del horóscopo privado de Hitler a un ayudante, pues nunca conoció a su líder. Más tarde él se jactaría a amigos que había mencionado que el tiempo para un ataque contra la URSS era un error. Hitler, impaciente por lanzar la Operación Barbarroja después de que él había triunfado en Occidente, en realidad retrasó sus operaciones en el este hasta el siguiente Junio. El impresionante éxito de los primeros días de Barbarroja lo convenció que Krafft tenía grandes poderes.

La Inteligencia británica llegó a estar tan preocupada ante la idea de que la guerra de su oponente fue prevista por un místico que ellos, por una vez, contrataron los servicios del astrólogo Louis De Wohl. n. 24 de enero de 1903 en Berlín - † 2 de junio de 1961 en Lucerna), es, además de astrólogo, uno de los grandes autores de novela histórica del siglo XX. Su verdadero nombre era Ludwig von Wohl, pero utilizó el seudónimo Louis de Wohl para todas sus publicaciones. Nació en Alemania como hijo de padre húngaro y madre austriaca y vivió allí hasta 1935. Como tenía antepasados judíos y era enemigo del nacionalsocialismo, la llegada de Hitler al poder le impulsó a iniciar una nueva vida en Inglaterra. Allí participó en la Segunda Guerra Mundial, llegando a ser capitán de la armada británica, dentro del campo de la guerra psicológica. Es conocido que los astrólogos desempeñaron en la última guerra mundial un cierto papel. De Wohl abandonó después de varios meses, al no haber logrado adquirir cualquier evidencia seria sobre la obra de Krafft.

Krafft advirtió a los dirigentes del Reich que para estar seguros de la Victoria, Alemania debía finalizar la guerra en 1943. La estrella de Krafft todavía estaba en ascenso cuando Rudolf Hess hizo su vuelo sorprendente a Escocia en 1941. Hitler estaba indignado. Hess fue el mayor defensor de lo oculto de todos ellos. Hitler ordenó una purga de astrólogos, ocultistas y otros sabios. Krafft fue detenido entonces y estuvo en prisión durante un año. Fue enviado a trabajar los horóscopos de generales aliados y almirantes, tenía a Kurd Kisshauer de Amt Rosenberg como su persona de contacto. Una de sus predicciones al ver las cartas de Rommel y Bernard Montgomery, adversarios en la guerra del desierto, fue: "Buen gráfico de este hombre, Montgomery es sin duda más fuerte que el de Rommel".

Más tarde la salud de Krafft comenzó a fallar y desarrolló un complejo persecutorio. Escribió a un alto funcionario  prediciendo que las bombas británicas muy pronto destruirían el Ministerio de Propaganda en Berlín (otra predicción acertada). La carta fue transmitida a la Gestapo, quienes le veían como traidor. Fue encarcelado en condiciones asquerosas, contrajo tifus y finalmente murió el 08 de enero de 1945 en su traslado hacia el campo de concentración de Buchenwald.














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