Aniversario de Fukushima, cuatro años tirando residuos radiactivos
11 Marzo 2015
Japón, cuatro años después del terremoto que provocó un tsunami y decenas de miles de muertos, y que fue el origen del peor desastre nuclear en una generación: la fusión del núcleo de tres reactores y la destrucción del edificio de contención en la planta nuclear de Fukushima Daichii de TEPCO. La crisis nuclear, la contaminación ambiental y el sufrimiento humano continúan.
Incluso el primer ministro japonés, que es ferviente partidario de las nucleares, que promueve denodadamente el reinicio de los reactores en Japón y que declaró que Fukushima estaba "bajo control" durante la elección de Tokio como capital olímpica; incluso él ha reculado tras la crisis del agua radiactiva en enero, admitiendo que "hay una montaña de problemas, incluyendo el agua contaminada, el desmantelamiento, las indemnizaciones y la contaminación. Cuando pienso en las víctimas que aún viven en difíciles condiciones de evacuación, no creo que podamos usar la palabra 'estable' para describir la central de Fukushima".
El agua, base misma de la vida en este planeta, fue y sigue siendo uno de los grandes problemas de Fukushima. El agua se está envenenando con algunos de los contaminantes más peligrosos y de mayor duración creados por el hombre.
Hace apenas dos semanas, TEPCO admitió que agua altamente radiactiva -de 50 a 70 veces más radiactiva que los ya altos niveles previamente encontrados- se había estado filtrando al océano durante casi un año. Decidieron no decirlo inmediatamente, y los pescadores de la zona están que trinan. En este momento TEPCO está buscando la aprobación de esos pescadores locales para verter unas 297.000 toneladas de agua "tratada" con tritio radiactivo en el mar.
¿Es de verdad tan grande el problema del agua radiactiva? Bien, vamos con los números:
320.000 toneladas de agua altamente contaminada esperaban en diciembre de 2014 en unos 1.000 tanques el "tratamiento" in situ para eliminar 62 elementos radiactivos, exceptuando el tritio (el isótopo de hidrógeno radiactivo), que según dijeron no se iba a tratar.
300 toneladas de agua se pulverizan cada día en las vasijas de los reactores para enfriar los núcleos fundidos en las unidades 1, 2 y 3, que nadie sabe realmente dónde están.
800 toneladas de agua subterránea circulan por el subsuelo de la central todos los días. Entre 300 y 400 se contaminan radiactivamente.
400 toneladas de agua altamente radiactiva desembocan en el Océano Pacífico todos los días, cifra que no incluye la última filtración anunciada en febrero.
11.000 toneladas de agua altamente contaminada que se encuentran en las zanjas que TEPCO ha intentado bombear con poco éxito.
Pero el quid de la cuestión no es sólo que deje de fluir la contaminación desde la central nuclear al medio ambiente, sino que la localización de los núcleos de los reactores y el desmantelamiento de las instalaciones dependen, a su vez, de controlar este asunto.
En un intento por controlar la hidrología natural del lugar, TEPCO se ha centrado en dos grandes construcciones, un dique para controlar las fugas radiactivas masivas hacia el océano y una pared de hielo para reducir la cantidad de agua que fluye por el área todos los días. La eficacia de ambos proyectos suscita grandes dudas.
En los alrededores de Fukushima la situación en las comunidades es trágicamente surrealista.
Los esfuerzos de descontaminación están generando una enorme cantidad de residuos radiactivos. Estos residuos se embalan en enormes bolsas negras y se trasladan a almacenamientos temporales. Hasta la fecha hay 54.000 emplazamientos, que se encuentran dispersos a lo largo de las áreas circundantes, incluso en los patios traseros de las viviendas, aparcamientos y parques.
En resumen, los esfuerzos no sirven para "deshacerse" del problema radiactivo, simplemente se mueven de lugar y, a veces, no muy lejos.
La magnitud del problema parece impedir el éxito de la tarea. Expertos en radiación de Greenpeace han visitado Fukushima en 23 ocasiones; la primera, en las semanas inmediatamente posteriores al inicio de la catástrofe, y la última, en octubre de 2014. En esta última se comprobó que en muchas áreas no se cumplía con el nivel objetivo de descontaminación a largo plazo fijado por el Gobierno japonés de 0,23 micro Sv/h. Por ejemplo, en Kawauchi, donde parte de la orden de evacuación se levantó en octubre de 2014 y Greenpeace descubrió que el 59% de las mediciones eran superiores.
Aproximadamente 120.000 refugiados nucleares siguen viviendo en viviendas temporales; sus vidas quedaron en el limbo y las compensaciones son insuficientes para establecerse en otro lugar.
Por todo esto, no queremos otro desastre nuclear, ni en Japón, ni en ningún sitio, y contra lo que pretende el Gobierno japonés, la mayoría de la gente se opone al reinicio de los reactores nucleares. Tú también puedes decirles hoy a los responsables políticos japoneses y sus aliados de la industria que creemos que un futuro #ZeroNuclear es posible, por Japón y por el mundo.
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