viernes, 3 de abril de 2015

Nikolái Kondrátiev: Los grandes ciclos de la vida económica


Nikolái Kondrátiev: 
Los grandes ciclos de la vida económica


Los momentos en los que la tendencia no está claramente definida, deben de ser aprovechados para seguir formándose en este mundo tan apasionante de la economía y de su historia. Entiendo que a algún lector no le interese nada de esto, y que prefiera recomendaciones de compra y venta, pero se me va a permitir que hoy hablemos de un poco de historia, porque entendiendo a la economía nos resultará más sencillo situarnos en los mercados, y lo más bonito de todo, entenderlos.

Nikolái D. Kondrátiev (1892-1938) fue un famoso economista ruso. Fundador del Instituto de Coyuntura de Moscú (1920), es autor de Los grandes ciclos de la vida económica (1932), obra en la que señala la existencia, en la economía, de oscilaciones periódicas largas, conocidas con el nombre de «ciclo largo» o «ciclo de Kondrátiev
A mí, personalmente, me tiene fascinado cómo esta interpretación tan “sencilla” de la economía se ajusta tan bien a la realidad décadas después de la muerte de su autor.

Kondrátiev puso de relieve ciclos de una longitud de entre 50 a 70 años. Que se puede resumir en cuatro fases:

1-. Primavera: Un tiempo marcado por la expansión económica. Los ahorros están en niveles bastante altos, y los tipos de interés son bajos. Las acciones y los bienes raíces son las inversiones de mayor éxito.

La primavera más reciente: 1949-1966. Otras primaveras anteriores: 1794-1800, 1844-1858, 1896-19
2-.Verano: Una época marcada por la alta inflación, altos tipos de interés y por la volatilidad. Productos básicos, oro, y bienes raíces funcionan muy bien durante esta fase.

El verano más reciente: 1966-1982. Otros veranos anteriores: 1800-1816, 1858-1864, 1907-1920.

3-. Otoño: La etapa más feliz del K-Cycle. Las inversiones en activos financieros, como las acciones y los bonos, siempre son las que mejor comportamiento registran. El otoño se caracteriza por las burbujas especulativas en acciones, bonos, bienes raíces y objetos de colección. Por otro lado, oro, plata y productos básicos sufren un colapso. El otoño se caracteriza también por un deterioro grave en el ahorro, y un aumento peligroso y temerario de la deuda. Los desequilibrios se acumulan hasta el punto en que no puede continuar.

El otoño más reciente: 1982-2000. Otros otoños anteriores: 1816-1835, 1864-1874, 1920-1929.









4-. Invierno: Los excesos de la locura del otoño se purgan o se limpian. El resultado final es una recesión deflacionaria o una depresión. La deuda es repudiada por bancos y empresas. Por lo general, suele producirse alguna crisis bancaria, quiebras, un aumento de las ejecuciones hipotecarias, al igual que un descontento social masivo. Durante el invierno de Kondrátiev, el oro y la liquidez son la mejor inversión. Ser propietario de acciones de empresas mineras que producen oro es sabio durante esta fase invernal.

El invierno más reciente: 2000 -? Otros inviernos anteriores: 1835-1844, 1875-1896, 1929-1949.


Como he dicho anteriormente, la longitud de un ciclo completo, que contenga todas las estaciones, ronda entre los 50 y 70 años, y es por esto que se considera un ciclo vitalicio. La mayoría de la gente lo experimenta una sola vez a lo largo de su vida, y esto explica por qué cada generación no está preparada para cada fase del ciclo, puesto que nunca lo ha visto antes.

Del ciclo de Kondrátiev, siempre me ha sorprendido que las mejores etapas económicas hayan sido precedidas, o incluso hayan llegado a coincidir en el tiempo, con grandes batallas bélicas. Como la Guerra Anglo-Americana de 1812, la Guerra Civil estadounidense (1861-1865), Primera Guerra Mundial (1914-1918), o la guerra de Vietnam (1956-1975).

En la actualidad, como hemos citado anteriormente, y veremos más claramente en la imagen, nos encontramos en un invierno del ciclo económico Kondrátiev, caracterizado por periodos difíciles para las materias primas (excepto metales preciosos), y que es justo cuando las fuerzas deflacionarias comienzan a ejercer su influencia en las bolsas de valores, (como sucedió en 1930 y 1998 y que ya hablamos en esta entrada).





En los próximos días tengo previsto colgar un documental, que explica cómo los grandes errores que precedieron, y se mantuvieron, durante la gran depresión, en parte han sido aprendidos, esto está ayudando a que este nuevo invierno de Kondrátiev esté siendo menos duro que el de aquellos años, aunque claro está, que la presión deflacionaria se está haciendo notar desde el 2000 (con un aviso en 1998).
A continuación vamos a estudiar de forma muy generalizada los inviernos, (eras deflacionarias), precedentes, y de esta forma intentaremos vislumbrar el final del “túnel”, por analogías y duración de los mismos.

El primer invierno, del que tenemos datos, permaneció desde 1835 a 1844, lo que supone una duración de 9 años. Por su parte, el segundo invierno se mantuvo desde 1875 a 1896, unos 21 años. Y el tercer, y último invierno completo, se produjo entre 1929 y 1949, lo que supone una duración aproximada de 20 años.

La media de los tres es, aproximadamente, 16 años y medio (aunque hay pocos datos, la analogía puede ser válida). El invierno en el que estamos sumergidos empezó en el año 2000, por lo que entre 2016 y 2020, aproximadamente, debería llegar a su fin y empezar a florecer la primavera. Esto ha de ser tomado como una referencia aproximada, pero como siempre al final serán los gráficos los que nos den la última señal de que llegan mejores tiempos para la economía.

Las principales pistas vendrán de la mano de una rentabilidad del bono al alza, para controlar la pequeña inflación, que vendrá causada por unos ascensos no muy fuertes, pero sí constantes, en las materias primas. Ese será el momento en el que el invierno llegará a su fin y empezará la primavera, que consigo traerá mejores tiempos para la renta variable.

Volviendo a la actualidad, y al triste invierno, debemos de ser conscientes de que no vivimos la mejor época para la renta variable, y tenemos que ser pacientes. Personalmente, siempre me gusta ponerme como ejemplo los peores casos. De esta forma todo lo que pueda venir será como mínimo igual de malo o mejor (como el pequeño ciclo alcista de 2003 a 2007 en el que hemos podido hacer dinero, y el posterior ciclo bajista 2007-2009 en el lado corto).

Fijaos, por ejemplo, en este gráfico del Dow Jones Industrial entre los años 1938 y 1942, correspondiente al anterior ciclo deflacionario. La dificultad operativa fue extrema, de las peores de la historia, ya que la deflación es el hábitat más hostil para la economía, y, como es lógico y normal, se ve reflejado en los mercados.









Con esto no quiero decir que vayamos en los próximos años a algo igual que esto, pero no es ni mucho menos descartable. Los seguidores de tendencia tenemos que estar preparados para el peor de los casos, y cualquier escenario mejor a este sería recibido con los brazos abiertos.

La MM30 ha de ser siempre nuestra mejor aliada, y no dudar de su validez. Por otra parte, tratar de encontrar suelos, o techos, de forma constante podría llevarnos a la desesperación en un escenario tan complicado.

Otro indicador de largo plazo, que sigue mostrando un futuro complicado, es el ratio precio/dividendo. Comentado por Stan Weinstein, en su libro “Secretos para ganar en los mercados alcistas y bajistas“, como uno de sus favoritos, y que me tomé la libertad de desarrollarlo para Pro Real Time sobre el índice S&P500.








Este indicador expresa los precios de los valores como múltiplos de sus dividendos. En otras palabras, es lo que costaría en términos de precio del valor, comprar dividendos por valor de un dólar.

Todo el mundo habla sobre el mercado en términos de barato o caro, pero eso es subjetivo. Sin embargo, este es un modo de decidir objetivamente. Los descensos de la proporción P/D hacia el área 14 o 17 se han producido cuando los valores eran gangas poco comunes. Por otro lado, un movimiento por encima de 26 ha sido una lectura muy peligrosa, mientras que una cifra superior a 30 ha sido una señal de que los valores están extremadamente caros.

Este no es un indicador que sirva para operar a corto plazo, pero es muy útil para hacerse una idea general del largo plazo, y vemos como en el año 2000 que finalizó el otoño de Kondrátiev, el indicador se encontraba en la increíble cifra de 89 puntos, algo nunca visto, y que nos indicaba claramente la existencia de una burbuja.

En la actualidad nos encontramos en los 45 puntos, por lo que desde este ratio el mercado sigue siendo caro, y por ajustes de mercado seguirá tendiendo a la zona de “normalidad”, situada entre los 30 y 17 puntos. Para llegar a ese punto se necesitan dos cosas; estas pueden producirse de forma separada o bien conjunta. La necesidad primera sería una bajada en los índices, y la segunda un aumento de los dividendos.

La solución intermedia, pasa por un mercado lateral/bajista, con unos dividendos que se mantienen. Es la opción que veo más probable, y concuerda con la situación dificultosa que debemos tener prevista para los próximos años. Cuando este indicador se vuelva a encontrar en la zona “verde” la primavera estará a punto de empezar.

Realmente me gustaría traer mejores perspectivas para el largo plazo, y compartirlas con vosotros, pero debemos ser realistas y conscientes de la situación. Este mercado, a diferencia del vivido entre los años 1982 y 2000, (donde se hacía dinero con prácticamente todo), es muy complicado, debemos saber elegir bien nuestras inversiones, no esperar enormes plusvalías, y asimilar con naturalidad las pérdidas.

Para finalizar, me gustaría recordar de nuevo que la MM30 será siempre nuestra mejor aliada, seleccionar bien nuestras inversiones, acorde a su fortaleza, y asimilar con naturalidad los golpes, puesto que formarán parte de nuestro día a día.









En 1926, Nikolai Kondrátiev (también escrito Kondrátiev o Kondratyev) publicó un estudio llamado Waves Long en la vida económica, mientras estaba en la Academia de agricultura y el Instituto de investigación de negocios de Rusia.

Kondrátiev señaló que las economías capitalistas tienen largas olas de auge y busto, que describió similares a las estaciones en un año. Sin embargo, al presentar su trabajo a Stalin, le mostro que el capitalismo siempre renacia despues de sus caídas, por ello, fue encarcelado y, a continuación, finalmente ejecutado.




Las cuatro estaciones en la ola de Kondrátiev son:


Primavera (25 años): fase inflacionista con aumento de los precios de acciones y aumentar el empleo y los salarios.

Verano (3-5 años): fase de estanflación con aumento de las tasas de interés, aumentando las correcciones de deuda y acciones. Los desequilibrios conducen a la guerra.

Otoño (7-10 años): fase de deflación, donde la caída de las tasas de interés conducen a una meseta y aumento de los precios de stock bruscamente.

Invierno (3 años colapso y 15 años reajuste): fase de depresión con los mercados de valores y de la deuda colapsando y aumento de precios de productos básicos.

Es interesante repasar esta teoria, para ver donde nos encontramos en estos momentos.















¿Estamos viviendo la quiebra de una "onda larga"?


La inestabilidad de los mercados, que se ha traducido en el derrumbe de economías y de expectativas, se realiza entre muy dispares intentos de explicación. Explicaciones en donde con harta frecuencia se confunden los buenos deseos con la realidad, o en donde también se hace valer, y no por cualquiera, sino por responsables de carteras ministeriales o de oficinas que deberían proveer algún intento de análisis, declaraciones que exponen simplemente un argumento de ignorancia. Una ignorancia que pareciera indicar qué precio tan alto se llega a pagar cuando se han pasado años como predicadores de la sustentabilidad del sistema.

De modo que se dicen cosas de un optimismo telenovelesco como "cada vez que el mercado cae es que subirá mañana", o "esperamos que todo sea un ajuste pasajero", o "en las próximas semanas veremos un repunte y una vuelta a la confianza". O también, cuando se trata de gente de gobierno, salen esas otras frases más paternales como "nuestra economía es muy fuerte y sabrá soportar los embates" a lo que se suma el consejo de dueñas de casa oficiales :"moderando nuestros gastos saldremos adelante". El Ministro de Planificación de Brasil, define en estos días la crisis como "algo coyuntural". A veces, también dicen sentirse "sorprendidos". Y frente al desastre, contritos, todos llaman a la "unidad nacional", por supuesto, detrás del capital transnacional.

En las bolsas a veces ha habido más sinceridad, como en el caso de un distinguido analista que declaró ante las agencias de noticias: "No sé qué está pasando". U otro que dijo: "No sé dónde diablos terminará esto". Todos parecieran dar a entender que la ciencia económica ha llegado a un punto en donde debe cederle el paso a la psiquiatría. Personalizando un poco, Miyazawa, el Ministro de Finanzas de Japón, declara: "Lo importante es no caer en el pánico". Un analista del Santander, dice: "la gente está muy nerviosa y asustada por lo que está ocurriendo en los mercados". Y el inefable Menem: "Ni loco que devalúe". En Chile se llegó al colmo de reunir todo un congreso de psiquiatras para discutir las homologías entre las depresiones psíquicas y las depresiones económicas, y dar con el tratamiento conductista apropiado. Allí tendrá su lugar el Presidente del Banco Central de ese país que dice ser "maníaco depresivo". Sienten que la crisis los pone a todos "frente al reajuste de su personalidad". (El Mercurio, Santiago, 21 de agosto de 1998:"Factores Psicológicos influirían en Expectativas")

Puede decirse que hasta ahora, el repertorio neoliberal para diagnosticar la difícil situación, se queda en estas frases. A sus especialistas de tiempo completo, les es más fácil guardar silencio y dedicarse a una reingeniería de porciones del sistema enfermo. De lo que piensen se sabe por los resultados. Unos resultados nada de halagadores.

En todo caso está abierta la discusión sobre lo que está ocurriendo. Y es posible que con el tiempo, sobre todo a medida que nuestro dinero vaya encontrando una equivalencia cero, todos salgamos convertidos en buenos economistas o, mejor, en buenos críticos de la economía política. De eso hay alguna experiencia.

Lo que parece estar en el tapete de discusión, en casi todas esas opiniones revisadas más arriba, es desde la partida un reconocimiento (algo extraordinario en todo caso para gente criada en el ambiente teórico neoliberal) de que la economía oscila, se maneja según un cierto comportamiento cíclico, en todo caso ciclos cortos en donde se advierten momentos con mayores o menores ventajas para la inversión, la toma de utilidades u otras funciones. Al parecer ciclos, según se deja advertir en algunas opiniones, con un lapso en su recorrido de días o cuanto más de semanas. Hay claro, excepciones, y se nos advierte que al parecer operan también ciclos más pesados y extensos, digamos, de unos pocos años, en donde se suceden etapas de crecimiento y de recesión. La recesión la diagnostican toda vez que en una economía se suceden dos trimestres con crecimientos negativos. Hasta ahora las declaraciones de "estado de recesión" que han formulado los dirigentes de Japón hace un mes, y hace unos días los de Hong Kong, parecen fundarse en esta visión de los ciclos.

¿Estos escenarios de corto o muy corto plazo, permitirían explicar lo que está ocurriendo? ¿O habrá que recurrir a otras fórmulas, tomadas de prestado del "maldito marxismo"?

El recurso del esquema del ciclo corto, de estabilidad/ ligera y local inestabilidad/ nuevo crecimiento, al aplicarse en la situación actual se encuentra con las dificultades del zapato de la Cenicienta, que no calza con todos los piececitos. Hay demasiados factores entramados en esta disputa por deflactar los mercados; hay una muy fuerte resonancia entre todos los mercados; hay atrás un largo espacio histórico que reclama también explicarse al menos en algunas de sus tendencias, en lo que está ocurriendo. Por ejemplo, y hablando de ciclos, tenemos inmediatamente hacia atrás muchos booms, muchos milagros, la inmensa tendencia al crecimiento de la esfera financiera, al menos desde los últimos nueve años. Solamente a mediados del año pasado, el Banco Mundial ponía el acento sobre el extraordinario crecimiento de los Tigres del SudEste de Asia. E incluso un marxista braudeliano como Arrighi ponía a esa zona del mundo en el arranque de un crecimiento centralista que substituiría a los EEUU en la hegemonía mundial en las próximas décadas.

En el zapato de Cenicienta no caben juntos todos los desbarrancamientos de los países del Asia desde octubre de 1997 a la fecha, en donde nada de lo predicho en el momento del auge parece ya funcionar. No cabe tampoco el aplanamiento en el crecimiento de Japón, que viene arrastrándose desde 1991. No calza la nueva caída de México ni el desastre pendiente en toda Latinoamérica. ¡Cómo abrocharle el botín de los ciclos cortos al desastre transnacionalizante de Rusia? O a lo que puede ya significar en sus causas y más todavía en sus consecuencias, la pérdida del 30% de los valores bursátiles mundiales? Las causas y las consecuencias nos sacan definitivamente del ciclo corto y de la coyuntura. Y nos llevan a "la onda larga", que es lo mismo que decir: "el maldito marxismo".


Las ondas largas

Ya en las antiguas sociedades agrarias se observó la existencia de ciclos. En América precolombina llegó a constituirse esto en razón de cosmologías, rituales y calendarios. Y diversos investigadores han podido establecer en base a datos bastante precisos la evolución cíclica de la agricultura en Europa occidental o en Asia. 

A lo largo del desarrollo capitalista también se observa un entrelazamiento de oscilaciones expansivas y contractivas en la producción y en la realización de la plusvalía. Se distinguen a este respecto, ciclos de cuatro años (el ciclo Kitchin), el ciclo juglar (de 9 a 10 años) y la "onda larga" o ciclo Kondratieff, de 54 años. No son repeticiones estrictamente mecánicas, manejan particularidades, pero suelen tener una duración aproximada. Y las ondas cortas o medianas suelen armonizarse con el largo y más poderoso transcurso de la onda larga.

"Las ondas largas" nos conducen inevitablemente a colocar los hechos recientes en un escenario más amplio, que tiene como trasfondo la historia de la economía capitalista por lo menos durante los dos últimos siglos, en donde se puede observar, con abundancia de información estadística el desplazamiento de una onda secular que tiene fuertes momentos de ascenso, apoyados en gigantescas reorganizaciones del trabajo y de la producción, y que se han sostenido en grandes transformaciones tecnológicas, seguidos de momentos de declive, de gran destrucción de valor y de fuerzas productivas, con situaciones sociales y políticas cataclísmicas.

Diversos estudios desde Marx a Mandel, de Kondratieff a Wallerstein, han contribuído a esclarecer el carácter de esta oscilación secular. Y la explicación ha reposado en la articulación que han tenido con el problema de la tasa de ganancias, esto es, el funcionamiento del sistema de reproducción del capital. Generalmente el momento de quiebre entre el ascenso y la caída es precedido por bruscos recalentamientos económicos, una alta fiebre inversora, que, como en la última ocasión, de los años 80 en adelante, condujo a la hiperinflación de la esfera financiera. De pronto, este empuje deja de tener sustento, y sobreviene el derrumbe en medio de la carrera.

Mandel explica este fenómeno: "Los movimientos de ascenso y descenso de la acumulación capitalista en el curso del ciclo industrial pueden ser caracterizados de la siguiente manera: en el período de auge, hay un aumento en la masa y en la tasa de ganancia y un ascenso tanto del volumen como del ritmo de la acumulación. Inversamente, en una crisis y en el período subsecuente de depresión, tanto la masa como la tasa de ganancia declinarán, del mismo modo que lo harán el volumen y el ritmo de la acumulación. El ciclo industrial consiste por tanto en la aceleración y desaceleración sucesivas de la acumulación."(Mandel,E.: El capitalismo tardío, Era,Mexico 1979, p.106-144).

Marx ya había establecido el tiempo del ciclo con relación a la renovación del capital fijo, una reconstrucción de valores que precisa de entre 7 a 10 años, que luego venía a definir el momento de la acumulación ampliada, el de la aceleración en la acumulación de capital. La renovación de capital fijo cobraba fuerza con la presencia de nuevas tecnologías.


Se puede examinar esta situación según el comportamiento de la economía en los años previos al crack de 1929, (de alguna manera previsto por Kondratieff ), y en los años de profunda depresión que siguen, en donde se definió una curva con características muy semejantes a la actual. Y en donde el hundimiento de la economía sigue empujándose bien entrados los años treinta, no dándose un claro ascenso hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Los efectos sociales de la caída de esa fase de la acumulación son historia aparte.

El paralelo (para considerar sólo dos puntos bajos de la onda) puede servir para aquilatar la gravedad de la situación actual y poder caracterizar los tiempos que vienen. 

Puede encontrar interesantes estudios sobre los ciclos, y abundante información estadística, en:

2010. Grinin L. E. and Korotayev A. V. Will the Global Crisis lead to Global Transformations. 1. The Global financial System: Pros and Cons (pp. 70–89) // Journal of Globalization Studies. № 1












































































1 comentario:

  1. Ah, el viejo Marx todavia releido y comprendido.........que magnifica exposición, propia de profetas y sin embargo tan "científica" y empírica. Al final la profecia proviene de la comprensión y de la exhaustiva observacion de la realidad.......lo malo, la indefension del pueblo ante estos cataclismos de los ciclos capitalistas........parecidos a los cataclismos de la propia naturaleza cuando el frio invierno suprime a infinidad de especies animales y vegetales.......para luego darles otra oportunidad en la siguiente primavera. Ya lo expresaron hace muchos siglos los sabios orientales y el propio Buda : el Samsara, la rueda sin fin de los renacimientos y la Impermanencia de toda cosa y esa dialectica taoista del yin y el yang............nada nuevo bajo el viejo sol........salvo quizas ........la Conciencia manifestandose en cada Ser Humano y las inescrutables consecuencias de este hecho en nuestro mundo inestable............

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