Unas reflexiones propias en forma de vídeo y dos textos de referencia para comprender la importancia del eje nodal de la Luna.
El primero de ellos está extraido de un libro que considero fundamental. Se trata de "Espacio y Símbolo en Astrología" (Ediciones Obelisco, 1987) , un texto de referencia obra del Filósofo, Geólogo y brllante astrólogo madrileño, José Luís San Miguel de Pablos, de quien el que esto escribe aprendió practicamente todo lo que sabe de Astrología allá por el año 1983 en la vieja escuela Cultura Astrológica, decana en la enseñanza de la Astrología en Madrid..
El eje de los Nodos Lunares
Por José Luis San Miguel de Pablos
Pocos temas se discuten más en astrología que el significado de los Nodos. Lo que considero esencial por mi parte, es que el Eje Nodal, como recta intersección del plano orbital lunar con el plano orbital de la Tierra, lo que hace es vincular de forma efectiva a la Luna con el Sol —o mejor, con el sistema solar— mediante la Tierra, Primer Sistema. Así que no cabe concebir la simetría Sol-Luna, que es fundamental en astrología, sin concederles a los Nodos un papel de primer orden en cuanto a establecerla. En el Capítulo V desarrollo este tema de la simetría entre ambos luminares, y a él me remito. Adelanto, sin embargo, que se da una identidad casi exacta en los diámetros aparentes del Sol y de la Luna vistos desde la Tierra. Ahora bien, la evidencia de esta identidad se tiene precisamente durante los eclipses de Sol, cuando la Luna se superpone casi exactamente al disco solar, dejando tan sólo al descubierto su atmósfera ígnea o corona. Sucede que uno de los dos nodos está entonces necesariamente en conjunción con el eclipse.
Nodos en la órbita de la Luna
Siendo así, pues, que la pertenencia de la Luna al tercer sistema cósmico (el Solar) se realiza a través del sistema que ella forma con la Tierra, y que esto se lleva a cabo por vía del Eje Nodal, tenemos aquí una clave interesante para aproximarnos a entender el papel de este Eje en astrología. Veamos algunas ideas que surgen de inmediato.
El Eje Nodal sería fundamental en la integración psicológica del individuo, y también en la psico-física. El importante papel que juegan los nodos en relación con la salud —lo que la observación práctica confirma cada día— queda así fundado de modo teórico, ya que salud es ante todo funcionamiento integrado del organismo y armonía de su propia integración en el medio. Pero esta visión implica además otras consecuencias. Por una parte, subraya el estrecho condicionamiento del estado físico del individuo, por el psíquico y emocional. Por otra, sucede que, siendo ambos nodos lunares los únicos puntos en que los sistemas Tierra-Luna y Solar se conectan —siendo recibida esta conexión por el primer sistema, la Tierra, por cuyo centro pasa el eje nodal—, de ahí proviene una función esencial de los nodos: Permitir la conexión en profundidad del sujeto con el mundo real —conexión vital, se entiende—, y ello se reflejará en su capacidad para "dejar alguna huella", o sea, para contribuir en alguna medida a la evolución —material, cultural, etc.— del colectivo humano. Funcionando esto también en sentido opuesto, los nodos permiten recibir elementos valiosos de los demás y del mundo, pudiéndose desplegar una mayor creatividad si esos elementos se asimilan adecuadamente.
Voy a tratar de concretar más, exponiendo cómo veo actuar al Eje Nodal tanto en los ángulos del mapa, como en los pares de Casas opuestas.
Eje Nodal superpuesto al horizonte
Hipersensibilidad en general. El sujeto tiende a centrarse sobre su salud (en el más amplio sentido); bien sea de forma hipocondríaca, bien de cara al logro de la plenitud física y emocional, directamente —interés por técnicas psicofisicas y bioenergéticas— o a través de la pareja. Facultades psíquicas. Intensa emotividad que, o se proyecta creativamente —en poesía, arte, o de otras formas— o arriesga convertirse en enfermiza y autodestructiva.
Eje Nodal supuerpuesto al meridiano
Necesidad importante de expresarse profesionalmente y de tener una vida familiar equilibrada que la complemente (o viceversa).
Liberación "hacia fuera" del propio cuerpo. Disminución del sentimiento tradicional de pudor, o al contrario, incremento exagerado. Es una posición frecuente en psicólogos, médicos y sexólogos. Factor de desinhibición. Preocupa (o interesa) la imagen corporal, así como la impresión externa de buena salud. Otra profesión típica sería profesor de yoga (o de tai-chi u otras técnicas análogas).
Eje Nodal en los pares de Casas no angulares
IIª-VIIIª
Dato de hipersexualidad y de hiperoralidad (tendencia a comer y beber demasiado, fumar en exceso, etc.). Muchas veces corresponde a personas que deben asimilar una herencia importante (material o de otro tipo). el equilibrio propio pasa por aprender el arte de tener y de despojarse de modo natural. Además, el que tiene esta posición de los nodos debe conseguir hacerse a la idea de que todos los seres mueren, incluido él mismo...
IIIª-IXª
La plena integralidad —o salud, que es lo mismo— sólo es posible si se lleva a cabo un aprendizaje en profundidad del arte de la comunicación. Es preciso aprender a pensar, leer y conversar bien. Esto es algo que parece elemental pero que no lo es en absoluto: si ello no se consigue, existe el riesgo de que se desarrollen trastornos mentales o como mínimo de la dicción o de la escritura.
Vª-VIª
Esta es la posición que otorga mayores posibilidades en cuanto a desplegar la propia creatividad, partiendo de lo que aportan los signos opuestos en que se encuentran los nodos, así como los eventuales planetas que están en contacto con ellos. La vida afectiva (sobre todo en lo que atañe a los hijos) suele ser fuente tanto de inmensas satisfacciones como de grandes desestabilizaciones personales, con repercusiones frecuentes en la salud. Lo más importante es conseguir el equilibrio afectivo.
VIª-XIIª
Siendo esta la posición nodal patógena por excelencia, cuando se encuentra en una carta constituye un dato fundamental para cualquier juicio de astromedicina que se quiera emitir.
En este caso es conveniente tomar la idea del karma como hipótesis-marco coherente. Pues con los nodos lunares en este par de Casas opuestas, es como si se plantease la paradoja de que la máxima salud posible para el sujeto, ¡pasara porque él asumiese naturalmente su ausencia parcial! O unas determinadas limitaciones. Así —dentro de unos condicionamientos aparentemente mayores que los normales— es como puede él llegar a aportar algo al medio; lo cual no tiene por qué ser poco...
Lo más probable es que cada extremo del Eje Nodal —cada uno de los nodos, Caput y Cauda— manifieste un matiz preciso. No siendo, sin embargo, un especialista en este tema, prefiero tratar el Eje como un elemento astrológico único, lo que de todos modos no deja de ser cierto.
Y lo que tiene interés considerar, frente a excesivas "diferenciaciones", algunas con escaso grado de confirmación práctica.
NOTAS:
(1) En este sentido conviene dejar bien claro que las "Casas" —o "lugares terrestres"— son "campos genéricos de experiencia vital", y no áreas que expresen arquetipos... Éstos se focalizan en "los planetas", y constituyen además un telón de fondo continuo —un "ouroboros" de 0° Aries a 29° 59' Piséis— en el Zodíaco.
(2) MERIEL, M. "Les deux Axes Lunaires". Les Cahiers Astrologiques, núms. 118 a 125. Niza, 1965-1966.
(3) Seguramente debido a ser de carácter un tanto "saturniano".
(3) En la visión «islámica del mundo, un "bolón" es una entidad —estructura cualquiera, integrada por otros bolones más pequeños— como el cuerpo está constituido por células; una entidad que está indudablemente "viva". Y su vida no cesa porque cualquier bolón menor muera o desaparezca.
Capítulo V
Esquema simplificado de los "duplos dominantes
Mi punto de vista actual acerca de la existencia de asociaciones dobles de arquetipos planetarios —duplos—, funcionando en polarización Yin-Yang, es considerablemente más complejo y matizado que el que adopté hace unos años, el cual he venido enseñando en mi Escuela de Astrología de Madrid, y que expuse en las Jornadas Astrológicas del Mediterráneo (Benicassim, 8 y 9 de junio de 1985). Esa primera aproximación se resume en el siguiente esquema. No dejo de considerar positivo el darlo a conocer, pues conserva utilidad, de todos modos.
A este enfoque —que, como digo, en su sencillez es útil— le pongo hoy dos objeciones. La primera, que mezcla causas distintas de la formación de duplos (puesta en correlación de niveles sistémicos, en el caso de Sol y Luna; simetría lateral de órbitas, para Marte y Venus; alternancia orbital, en Júpiter-Saturno y Neptuno-Plutón). La segunda es que me parece evidente que existen además otras relaciones importantes entre planetas, que el presente esquema no recoge.
Sin embargo creo que en él están los duplos planetarios (por la causa que sea) verdaderamente más importantes. Además me parece que permite entender tanto las funciones simbólicas de Mercurio como las de Urano, los dos planetas que quedan fuera de este esquema de duplos. Fuera también, y entre paréntesis, coloco los asteroides del Cinturón.
Fig. 16
Es por esto por lo que, una vez que he explicado en el capítulo anterior mi idea sobre el fundamento de la existencia de polarizaciones entre los planetas astrológicos, y que ya se ha visto que hay varias causas de ello y que el asunto es complejo, vuelvo a este esquema para usarlo como guía práctica a la hora de tratar en profundidad el significado de los símbolos de los planetas. £1 que este sea un "árbol simbólico" que contiene los duplos de mayor relevancia, facilita la comprensión tanto del sentido de los planetas tomados de uno en uno, como de los niveles que representan agrupados por pares.
Duplo esencial. Sol y Luna
I. Base astronómica de la correlación.
Para el hombre, la Luna es la parte celeste del par Tierra-Luna, el planeta doble —una unidad a efectos de orbitar en torno al Sol— en cuyo "globo grande" tenemos nuestra morada. Ello es así por el descomunal tamaño de nuestro satélite en comparación con la Tierra: la razón de diámetros es de 1/3,6. Así que, como vimos en el Capítulo III, la Luna representa en cierto modo a la Tierra "en el cielo".
Desde el punto de vista terrestre, percibimos una simetría cinética entre nuestra Estrella Central y el gran satélite que tenemos: la Tierra órbita en torno al Sol, y la Luna lo hace en torno a nosotros. Esta simetría se encuentra apoyada por otra, que la vuelve digamos que perfecta: La igualdad de los diámetros aparentes —o limbos— de los dos luminares.
En efecto, desde nuestro observatorio terrestre, Luna y Sol se nos muestran como dos globos que abarcan, ambos y por término medio durante su recorrido, sendos arcos de 0° 32'. Esta igualdad de tamaños aparentes constituye la mayor casualidad significativa de toda la astronomía de observación, teniendo en cuenta que en ningún otro caso esto se da en el Sistema Solar, y que ni siquiera sucedía en las eras geológicas anteriores a la existencia de la Humanidad, pues parece que la Luna ha ido variando lentamente su distancia a la Tierra.
Así pues, un mismo cono óptico, con vértice en la Tierra —en nuestro punto de mira—, inscribe a la Luna y al Sol. Considerando la sección longitudinal de tal cono (fig. 17), aparece evidente la siguiente proporción, que se deduce inmediatamente de la semejanza de los triángulos que se forman:
Fig. 17
Se trata de una proporción que establece geométricamente, con enorme expresividad, la existencia del duplo astrológico solilunar que los astrólogos de todos los tiempos han reconocido.
//. Los arquetipos del Sol y de la Luna.
La razón por la que llamo esencial al duplo que forman ambos luminares, es porque el mismo en cierto modo sintetiza nuestra psicología básica.
El Sol se identifica con el sentido de los VALORES, de lo que es valioso para cualquiera de nosotros, de la importancia de las cosas. El Sol nos pone en contacto con nuestros puntos de referencia conscientes, con aquello que valoramos o admiramos.
La Luna se identifica bastante bien con el Ello de las escuelas psicoanalíticas. Representa el plano afectivo-ins-tintivo, el Inconsciente individual y su conexión con el Colectivo (el nivel en que residen los arquetipos). En consecuencia, también refleja nuestras pulsiones, gustos y tendencias, que fluyen desde nuestro interior espontáneamente, sin referencia alguna al plano ético ni a ningún sistema de valores que hayamos hecho nuestro.
Es clásico poner él Sol en correlación con el ego y con el consciente. Pienso, por mi parte, que esto hay que matizarlo: Más que con el ego, el Sol se corresponde con el Yo Ideal, el Si-mismo tendencial que introducen en sus esquemas ciertas escuelas de psicología. O sea, que el Sol se vincula más con los modelos de perfección que se asumen (modelos que, en general, tienden a ser proyectados sobre otras personas) que con la realidad actual —a menudo imperfecta— de uno mismo. Más con las referencias de identidad —"héroes" a imitar— que con la propia identidad real y efectiva.
Pero seguramente la clave número uno del arquetipo solar, sea sentido existencial. La raíz de los auténticos valores, que son solares, es que la orientación a serles fieles y a realizarlos es lo único capaz de dar sentido a la vida de una persona. Se ha escrito mucho sobre el sentido de la vida» hasta el punto de que parece tópico tratar sobre ello. Igual pasa con el tema del amor, por ejemplo. Y con el de la felicidad. Sin embargo, a poco que se reflexione, cualquiera puede darse cuenta de que se trata de cosas esenciales, de todo punto irrenunciables para el ser humano. Y de que es muchísimo más sencillo —y recomendable— dar de lado las insustanciales modas culturales que, en algún momento, las consideren peyorativamente como temas "metafísicos"... Pues bien, el asumir y sentir que la propia vida tiene sentido —el que uno siente y vive como tal—, y el guiarse totalmente por él, tanto si es completamente abstracto como si es muy concreto (hay casos en los que sucede)..., acaso este es el factor psicológico solar principal que podemos encontrar.
Una idea que se suele subrayar en relación al Sol de la astrología, es que simboliza y mantiene la unidad del ser viviente, o de la entidad colectiva (si estamos en Astro-Mundial). Esta es una noción correcta, desde luego, y f muy conectada por cierto con el dato de la regencia solar sobre el propio sentido existencial, aunque a primera vista no parezca haber relación. Los especialistas en el cáncer han observado, por ejemplo, que los tumores malignos tienden a aparecer mucho más en personas que pasan por graves depresiones y crisis "del sentido que tiene para ellas la vida". De hecho, otra de sus salidas habría podido ser el suicidio. Ahora bien, sabemos que el cáncer viene a ser la pérdida de la unidad fisiológica (e incluso anatómica) del conjunto celular del organismo.
En el plano puramente psicológico y en el psicoso-cial, sabemos que un oscurecimiento de la conciencia del sentido de la vida, conduce a trastornos mentales graves. También, muy frecuentemente, a la escalada en las drogas, autodestructivas y socialmente desintegradoras.
En cuanto a que se dé o no una completa identificación entre el consciente y el Sol, por un lado, y el inconsciente y la Luna, por otro, conviene notar que las raíces de los valores solares se hunden en el inconsciente casi siempre, y no digamos lo que pasa con los "modelos de perfección de sí mismo". Del lado de lo lunar, tengamos en cuenta que el inconsciente aflora a cada paso. Así que aquí tenemos una muestra (y se verán más) de la no coincidencia plena del simbolismo astrológico con los esquemas de las psicologías establecidas.
Me importa subrayar este último punto, pues, siguiendo en esto a Stephen Arroyo y a Rudhyar, creo que lo natural es que nuestro saber genere unos enfoques psicológicos propios, y no que vaya a la zaga de las interpretaciones sobre la psique humana que han surgido desde 1900. Esto es lo lógico, pues somos depositarios de un patrimonio que supera en profundidad y en capacidad de globalización y de integración a cualquiera de esas interpretaciones psicológicas, la de Jung incluida.
Quiero destacar, antes de pasar a otro tema, el sentido de registro, memoria, film o depósito de la experiencia que tiene el simbolismo lunar. De acuerdo a esto, el Inconsciente Colectivo se habría ido conformando a lo largo de la existencia del género humano, y seguramente desde mucho antes —quizá desde el origen mismo de la vida— por la acumulación de la experiencia "terrestre" de vivir, exactamente lo mismo que se forma el inconsciente individual. Reflejando esta fundamental función (no sólo humana, sino de todo lo viviente), la Luna nos muestra una superficie cubierta de huellas del pasado: los cráteres de impacto, que la dan su aspecto característico cuando se la contempla a través del telescopio. Los plañetólogos saben que la viejísima corteza lunar es un verdadero registro de la historia remota del sistema solar.
Al ser nuestro único satélite natural, la Luna integrada en su órbita alrededor de la Tierra nos da la imagen de un elemento protector situado en torno nuestro. Algo así como los anillos para Saturno. Lo que sugiere inmediatamente una placenta recubriendo y alimentando a un feto: es la dimensión maternal del simbolismo lunar. La Luna como imagen de la madre.
En el Capítulo III se han planteado algunas otras ideas que completan las aquí expuestas sobre el arquetipo lunar, y a él me remito. De cualquier forma, la visión de nuestro "planeta acompañante", que acabo de evocar, habrá hecho que todos quienes poseen conocimientos de as-trología, piensen en Saturno; y no sólo por la explícita comparación entre la órbita lunar y un "anillo" que nos protege a los seres de la Tierra, sino también por la asociación del satélite con lo perteneciente al pasado (1), con lo que se conserva desde tiempos remotos. Es una asociación de ideas totalmente lógica, puesto que existe otro sistema de vinculaciones entre los arquetipos planetarios, que es el de las regencias de los signos del Zodíaco. Se trata de un esquema complementario del propuesto en las páginas anteriores, con el cual se solapa en los casos concretos de los duplos Sol-Luna y Venus-Marte.
Efectivamente, en este esquema de correlación plane-tas-signos, los luminares son simétricos en relación al Eje de Regencias 0° Leo-0° Acuario. Tal como se podía esperar, dada la homología entre dos sistemas. Pues la Luna, junto con nuestro propio planeta, rige Cáncer. Y el Sol rige Leo. Sucede, en este esquema, que "nuestro segundo nivel cósmico" —el par Tierra-Luna— mantiene una relación de complementariedad con el último planeta visible, que es Saturno. Relación que parece tener que ver con los medios de realización del nivel lunar-terrestre: la estructuración saturniana como única forma de retener, tanto en lo físico como en lo emocional (Tierra y Luna). Otras ideas-clave de esta asociación de complementariedad son las siguientes: Tiempo /memoria. Historia/costumbres.
Del lado de Leo, nos encontramos de nuevo con la complementariedad Sol-Saturno, y además con la Sol-Urano. Es decir, con un nexo entre nuestra estrella central y los dos planetas que son el último visible y el primero invisible a simple vista: Entre el Sol y el "broche" de ambas partes, visible e invisible, del Sistema Solar Externo. Una complementación que claramente simboliza ese vínculo que aquí defiendo entre el Sol y el Sistema Exter-no en conjunto, como si de una especie de superduplo se tratara.
También nos hallamos ante una definición particularmente nítida de la complementariedad entre los Elementos, que, asimismo, se establece en relación a los medios: La consciencia (fuego) precisa de referencias externas, tanto fijas o estables —Saturno: Tierra— como evolutivas o dinámicas —Urano: Aire—.Sin Urano las referencias serían ficticias, ya que la realidad es cambiante y presenta puntos críticos, siendo imprescindible contar con ello.
Estudiando el par de regentes de signos opuestos que viene a continuación —Mercurio y Júpiter—, nos damos cuenta aun más claramente de que esta complementariedad de las regencias es la que define los medios con los que cuenta cada arquetipo planetario para realizarse en los seres humanos: En orden a la comprensión filosófica y a la consiguiente aceptación jupiteriana, la mente dialéctica mercurial es el medio indispensable que poseemos. Exactamente lo mismo que recorrer concretamente el camino, Mercurio es necesario para poder realizar cualquier viaje, o incluso una peregrinación iniciática Júpiter.-
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