domingo, 14 de febrero de 2016

Carta a un escéptico


Carta a un escéptico


Por Egarciaber


Estimados hombres de ciencia, de alguna manera, lo puedan entender ustedes o no, la Astrología demuestra una cierta “modulación” de la historia de la humanidad, hecho éste, que nos resulta de extraordinario interés, y que podría aportarles desde la seriedad, si se acercasen a esta disciplina con esa actitud, nuevas perspectivas para el desarrollo de los sistemas predictivos que ustedes entienden dentro de la ortodoxia científica, sistemas que permanecen sin duda aún incompletos, como sucede con la propia Astrología, pero considerados erróneamente hoy, como la única opción existente para la ciencia, con los que pueden establecerse modelos teóricos predictivos.

La Astrología, hoy por hoy, dista mucho de ser una ciencia exacta, pero resulta asombroso que en un mundo tan tecnificado como el que nos ha tocado vivir, donde todo “se mide” y “se pesa”, aún se ponga en duda su validez como técnica predictiva, avalada por centurias de uso. ¡Nos referimos a un uso serio de ésta disciplina, claro está! no a lo que muchos denominan bajo ese nombre, que a nuestro juicio no es más que basura charlatanesca, practicada por individuos que de forma impune se han autodenominado como "astrólogos" sin tener ni la más remota idea de lo que ello significa, que consiguen mediante sus inmorales prácticas denostar aún más este Arte milenario, un Arte no una ciencia, respetable a todas luces si se la encara con una mínima apertura intelectual, estudio serio y verdadero deseo de aprender los planteamientos que propone, para de esa forma poder dilucidar consecuentemente si en verdad existe algo cierto en ella, o simplemente se trata de una mera superstición.

La Astrología es una disciplina que no pertenece al ámbito de lo que hoy contempla el paradigma científico, hace ya siglos que sus caminos entraron en divergencia, lo que no invalida en caso alguno muchas de sus tesis y aportaciones, consecuencia de un conocimiento milenario basado en la observación, ni por supuesto su praxis, ya que sabido es que existen otras formas de interpretar la realidad que nos rodea, otros paradigmas tan válidos como pueda ser el establecido por la ciencia. El error de muchos autodenominados astrólogos (sea o no que merezcan ese nombre) subyace en empeñarse en querer jugar el papel de científicos sin serlo, algo que finalmente produce el efecto contrario a todo lo que previamente manifiestan pretender.

No ha sido finalmente, hasta la irrupción de la Informática en la segunda mitad del pasado siglo XX, cuando se convierte en herramienta usual e imprescindible en la investigación íntimamente asociada con la antiguamente denominada "Ciencia de Urania". que este hecho ha posibilitado el inicio de algunos estudios serios basados en el análisis histórico, en clave cíclica, asociado con los movimientos y las relaciones angulares existentes entre los planetas transaturninos en visión geocéntrica, (los denominados “aspectos” en terminología astrológica),cuyos resultados revelan a cualquier observador con un mínimo de imparcialidad, que se haya tomado la molestia de hacer un seguimiento serio de dichos trabajos, que bajo la óptica del prisma que proporciona  la Astrología, se producen reiterativas "coincidencias" cuya probabilidad descarta la tan habitualmente socorrida explicación del azar. 

Tenía que ser a través de la informática, una disciplina que los astrólogos asociamos simbólicamente con el planeta Urano, como también sucede con la propia Astrología, que este esfuerzo tan arduo y antaño costosísimo se realizase. Astrólogos pioneros como André Barbault en Francia y Jose Luís San Miguel de Pablos en España desarrollaron,  hace ya varias décadas, lúcidos estudios y análisis de los ciclos planetarios del devenir colectivo, pero aún hace falta profundizar mucho más en este terreno fundamental desde la óptica astrológica, ampliando sus aportaciones y extendiéndolas a todos los ciclos posibles. Algo que sólo ahora podemos acometer en profundidad mediante el inestimable concurso de los modernos equipos informáticos.

Resulta a todas luces evidente que existen ciertas correlaciones innegables entre “el Cielo” y “la Tierra”, (fenómenos físicos tales como el de las mareas y otros menos conocidos lo certifican), pero también, de forma más sutil, existen también otras relaciones entre ciertas posiciones "astrológicas" y el desarrollo de acontecimientos sociales o mundanos que parecen ser en cierta forma cíclicos en la Historia. Este es un hecho constatable para muchos de nosotros que practicamos desde hace años este antiguo Arte, aunque si somos absolutamente sinceros no podamos afirmar ni entrar en la disquisición filosófica causal ya que a día de hoy, desconocemos por completo, cual es el nexo o modus operandi que la Astrología nos revela, desconocemos el primun mobile... pero no por ello deja de ser perfectamente lícito señalar las muy sospechosas, por abundantes, sincronicidades que se derivan del estudio atento de esta disciplina.

Simplemente mediante técnicas, como la denominada en terminología astrológica como "tránsitos", (muy utilizada hoy por el colectivo astrológico en general, sobre todo desde el descubrimiento de Plutón en 1930), André Barbault, pese a quien pese, predijo con exactitud casi matemática la gran convulsión del Bloque Soviético de 1989 con más de 30 años de anticipación. 

Por suerte tenemos ahora la oportunidad y la tecnología suficiente que facilita la labor del investigador en astrología, para intentar la difícil misión de recuperar el edificio astrológico a los ojos de las mentes abiertas, inquietas y libres de ataduras “cientifistas”, que no científicas, quienes niegan, desde su ignorante “Torre de Babel”, lo que jamás se tomaron la molestia de estudiar, eso a pesar de que los padres del Racionalismo Científico del que proceden las raíces del paradigma “único” que defienden, en definitiva muchos de los que establecieron las raíces del árbol de cuyos frutos ahora presumen, en muchas ocasiones, no sólo fueron ellos mismos practicantes del “Antiguo Saber” sino también firmes defensores del mismo. Ahí están los testimonios de los Newton, Kepler etc,  considerados por los “ciegos de hoy” verdaderas “lumbreras del pasado”.

Nuestro único afán es la búsqueda de la verdad, esa de la ya no albergamos muchas dudas, pero que es negada sistemáticamente desde que nuestra “Ciencia” fue ignorantemente expulsada de las universidades. 

Consideramos que es hora de que las aguas vuelvan a su cauce, no negamos los logros de la ciencia, evidentes a nuestros ojos, pero criticamos su soberbia y  en muchos casos, ceguera. 

Difícil será que la vieja Madre de la Astronomía vuelva a las universidades en donde se enseñó en un pasado lejano, (Salamanca tuvo Cátedra de Astrología por ejemplo), porque por un lado siempre discutimos sobre ciencia, quienes no somos científicos sino astrólogos y de Astrología quienes nada saben de ella, normalmente y por desgracia, los científicos. 

En definitiva, no hay por qué mezclar ahora dos mundos en cierta forma antagónicos, ni intentar combatir lo que posiblemente todavía no estamos capacitados para entender y mucho menos aún explicar. Nuestras particulares y distintas cosmovisiones aún lo impiden, pero si podemos dejar trabajar (eso sí, con seriedad) cada disciplina a su colectivo, sin intrusismos ni desprecios. 

Así pues, señores científicos dedíquense a la ciencia, totalmente respetable por cierto, y dejen a los astrólogos que consideramos, (sobradas razones tenemos para ello, seguramente ustedes mismos las corroborarían si hiciesen un mínimo esfuerzo de apertura mental), que la Astrología merece un estudio dedicado.

En cuanto a los astrólogos abandonemos de momento por completo los intentos de parecer científicos a los científicos, (algo verdaderamente absurdo por cierto, ya que en verdad y en general no lo somos) y no malgastemos nuestro tiempo y energía tratando de convencer en su propio terreno a quienes no quieren o no pueden ser convencidos ni reconocen que pueda existir otro paradigma, otra forma de percibir el mundo,  diferente en gran medida a la suya.

Aún faltan muchos cabos por atar, no hay prisa, cuando el fruto esté lo suficientemente maduro, caerá sin zarandear el árbol.



















No hay comentarios:

Publicar un comentario