martes, 4 de abril de 2017

Louis Cattiaux



Louis Cattiaux




Louis Cattiaux




Louis-Ghislain Cattiaux (Valenciennes, 17 de agosto de 1904, - París, 16 de julio de 1953) fue un pintor, alquimista y poeta francés que abandonó casi completamente la práctica artística para dedicarse a escribir El Mensaje Reencontrado (Le Message Retrouvé), un libro verdaderamente original que reencuentra y renueva la tradición enseñada por los grandes sabios de todos los tiempos. El Mensaje Reencontrado contiene un sentido: moral, filosófico y ascético, y también: cosmológico, místico e iniciático (hermético).

Louis Catiaux nació el 17 de agosto de 1904 en Valenciennes. Creció sin sus padres, siendo educado por su hermana mayor. En 1914, ambos hermanos son evacuados a la región de París, y el pequeño Louis es internado en el pensionado Hanley. En 1922 prepara su examen en las Arts et Metiers de París. En 1928 Cattiaux viaja a Dahomey, empleado por una empresa comercial, pero al cabo de algunos meses vuelve a la metrópoli donde se consagrará cada vez más a la pintura. Empieza a frecuentar los medios literarios y artísticos de la avant-garde parisina de la época. En 1932 se casa con Henriette Péré. La pareja instala entonces una galería de arte llamada Gravitations, en honor al poeta Jules Supervielle, situada en los bajos del número 3 de la calle Casimir-Perier, que además será su propio hogar.
 
En 1934 aparece el llamado manifiesto del Transhylismo, suscrito por una serie de artistas entre los que se encontraba Cattiaux, además de los Louis de Gonzague Frick y el ya citado Jules Supervielle.

A partir de 1936, Cattiaux orienta su búsqueda cada vez más hacia la alquimia. Y en 1938 escribe una parte del llamado Le Message Égaré (El Mensaje Perdido), que más tarde se convertirá en Le Message Retrouvé (El Mensaje Reencontrado). En 1946, los doce primeros capítulos de El mensaje reencontrado se publican en París por cuenta del autor. Es entonces cuando empezó a escribir su ensayo Física y Metafísica de la Pintura








En 1947 empieza a cartearse con Jean Rousselot y con René Guénon. Gracias a una crítica de este último sobre El Mensaje Reencontrado, publicada en 1948, en la revista Les Études traditionnelles, Louis Cattiaux entra en contacto con Emmanuel d’Hooghvorst, el autor de El Hilo de Penélope. Este hecho marcará el inicio de una intensa relación entre ambos y también con el hermano menor de Emmanuel, Charles d’Hooghvorst a quien conocerá en mayo de 1949. En 1951 aparece un primer artículo escrito por Emmanuel d’Hooghvorst sobre El Mensaje Reencontrado, publicado en la revista suiza Les Cahiers trimestriels Inconnues.













El 16 de julio de 1953, Louis Cattiaux deja este mundo, como consecuencia de una fulminante enfermedad, y, un año después, sus Poèmes Alchimiques, Tristes, Zen, d’Avant, de la Résonance, de la Connaissance son publicados por la editorial Le Cercle du Livre. También en 1954, aparecen extractos de su ensayo sobre la pintura Física y Metafísica de la pintura en la revista suiza Les Cahiers trimestriels Inconnues (n º 9), y un artículo de Emmanuel d'Hooghvorst titulado El Mensaje profètico de Louis Cattiaux.

En 1946, Louis Cattiaux empezó a escribir el ensayo sobre la pintura. "Fisica y Matafísica de la Pintura" El título elegido (Física ...) expresa con claridad la esencia de esta obra, en la que se encuentran tanto capítulos consagrados a los procedimientos de la pintura (8 primeros capítulos) como otros (los 24 restantes) que tratan de la vocación del artista ( ... y Metafísica de la pintura). Además, cada tema se desarrolla según esa doble perspectiva, ya que, según él, el arte es como la unión entre la paciencia y la fantasía, la imprudencia y el gusto, la improvisación y el orden, de lo invisible con lo cotidiano, del espíritu con el peso del color. La confluencia, poco habitual, entre la técnica dominada a la perfección y la inspiración más elevada es lo que hace al verdadero artista.








 

El mensaje reencontrado o
el reloj de la noche y el día de Dios


En 1946, Louis Cattiaux se autoeditó los primeros 12 capítulos con un prefacio de Lanza del Vasto. Después siguió escribiendo nuevos capítulos (a los que denominó libros) hasta su muerte en 1953. En 1956 apareció la publicación completa en la editorial Denoël, con una presentación al lector de Emmanuel y Charles d’Hooghvorst. El libro está escrito en forma de aforismos o sentencias, dispuestos en dos columnas y, en algunas ocasiones, aparece uno central. Consta de 40 capítulos, que fueron escritos durante más de 15 años, y que recogen la experiencia espiritual del autor. Cada uno de estos libros está precedido de dos epígrafes y termina con dos hipógrafes, o citas finales, extraídos de las Escrituras santas de todas las naciones. Es la obra por antonomasia de Cattiaux.

Los aforismos o versículos, como los denominaba Cattiaux, tratan distintos temas, siendo cada uno independiente, pero a la vez forman un conjunto homogéneo sobre las preguntas fundamentales del hombre. Su lenguaje es singular, pues Cattiaux no desarrolla ningún tema sistemáticamente, sino que sentencia. Por su particularidad es difícil ubicar El Mensaje Reencontrado dentro de determinadas corrientes filosóficas o espirituales, aunque al autor se sentía especialmente próximo a la tradición hermética occidental. 




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A continuación, ofrecemos una selección de versículos, de El Mensaje Reencontrado según una propuesta de Charles d’Hooghvorst: 


Las santas Escrituras.-
“Las santas Escrituras están completas desde su comienzo, y cada nuevo libro revelado no hace más que confirmarlas sin añadir ni suprimir nada al misterio del espíritu encarnado, que constituye su fundamento sagrado.” (XX, 2)

“Ninguna palabra de una santa Escritura contradice de hecho la palabra de otra santa Escritura. Así, Dios aparece múltiple en personas, pero, sin embargo, es único en acto y en reposo, ya que es el Ser por excelencia, es decir, el Primero y el Último en todo / Por lo tanto, debemos conocer todas las Escrituras santas y estudiarlas hasta que hayamos descubierto la identidad primera y última de la palabra inspirada. Pensar en Dios y meditar sobre su creación es rezar y alabar a Dios.” (XV, 50-50’) 


La ciencia de Dios.-
“Ni los creyentes ni los ateos sospechan que existe la ciencia de Dios oculta tras los símbolos, los escritos y las figuras de las religiones reveladas. Los que creen en ella intentan apropiársela por la astucia y la violencia. Algunos la piden a Dios en su corazón y apenas uno o dos la obtienen en el siglo.” (XXIV, 33)

“Nuestra llana razón nos sustrae la evidencia de la ciencia divina.” (V, 50)

“La verdadera posesión es la ciencia de Dios experimentada en el secreto del corazón. La posesión ilusoria es la ciencia de los hombres practicada en el mundo. / El ignorante hable de suprimir el mal, el sabio se limita a separarlo y a rechazarlo a fin de glorificar el bien sin trabas.” (VIII, 18-18')

“Estudiemos los triples misterios antiguos. Reverenciemos las doctrinas y las fábulas sagradas. Busquemos el bien que subsiste en el mal. Meditemos sobre las obras de los profetas y de los santos filósofos. Comprendamos que sólo hay un Dios, una sola ciencia y una sólo creación en todas partes y siempre. / Toda humedad será expulsada de la tierra, y el fuego consumirá la mugre inmunda hasta que la sal virginal aparezca, a la que se devolverá el agua celeste, para formar el nuevo mundo de Dios.¿Quién nos hará oír esta palabra del comienzo y del fin de los tiempos? ¿Quién nos mostrará el germen desnudado de la creación perfecta del Señor?" (II, 83-83') 

Fe.- “Nuestra fe no radica en una idea abstracta ni en un ideal inasible ni en el gran número de fieles ni en las obras humanas ni en los bienes de este mundo, ni en los honores religiosos o profanos ni en las ciencias de los hombres ni en los poderes de los ascetas. / Nuestra fe radica en la certeza de la naturaleza divina encarnada en la carne del mundo. Nuestra fe se nutre de la esperanza de reencontrar esta naturaleza divina sepultada en el pecado de muerte. Nuestra fe se anima por la efusión del Espíritu Santo que fecunda la naturaleza divina y así nos rehace niños de Dios, a imagen de Dios mismo.” (XXXVIII, 19-19’)
“Hay tres soluciones posibles para los hombres aquí abajo: contar únicamente con uno mismo, como hacen los ignorantes extraviados en la noche del mundo. Contar con uno mismo y con Dios, como hacen los creyentes que han oído hablar de la luz del comienzo. Contar sólo con Dios como hacen los Sabios y los Santos que conocen o se acercan al origen y al fin de todas las cosas.” (XII, 72 a 77’) 

La Búsqueda.-
“La palabra de Dios primero humilla nuestra razón luego comunica secretamente su luz al alma, antes de iluminar el espíritu, si estamos atentos y somos perseverantes en nuestra búsqueda santa.” (XVIII, 67’).
“Algunos prosiguen en secreto la búsqueda de Dios más allá de los símbolos y de las figuras, porque tienen sed de la realidad que se ve, que se toca y que se come. ¿Quién podría reprenderlos y quién osaría excluirlos de la Iglesia universal del Señor sapientísimo?.” (XXI, 55).

Plegaria.-
“La plegaria vivida un minuto vale más que la lección muerta rumiada durante toda una vida.” (V, 26)

“La plegaria es como una conversación secreta entre el Dios creado y el Dios increado, es decir, como el lazo de amor que une lo finito a lo infinito y que permite a la totalidad conocerse en Uno.” (IX, 52)

“Hay una plegaria importante y urgente que debemos repetir todos los días de nuestra vida exiliada: Libéranos, Padre Todopoderoso, de la mugre inmunda que nos sumerge por todas partes, a fin de que resplandezcamos de nuevo en tu pureza, y fecúndanos con tu santo amor, a fin de que seamos fijados en ti por la eternidad.” (XX, 73’’) 


Muerte.- “La extrema humillación de la muerte es la entrada obligatoria al esplendor de la vida celeste, pues la separación terrestre es el comienzo del cielo manifestado.” (II, 76’)

“Hemos hecho hincapié en la muerte que tiene al mundo entre sus garras ciegas, pero también hemos puesto el dedo sobre la vida que se renueva constantemente a través de ella. / Hemos hecho recordar la cerradura terrestre y la llave celeste que abren la puerta que abre la estancia de la vida bienaventurada, donde los hijos de Dios se regocijan de la alegría del único Esplendor por la eternidad. / Así, hemos perdido deliberadamente nuestra vida en este mundo mezclado, a fin de salvarla en el reino de Dios.” (XXXVII, 26-26’-26’’) Bendición y amor.- “La palabra esencial y substancial transmitida por el maestro es lo que nos hace herederos del Altísimo, a condición de que la recibamos santamente con gratitud y no profanamente con malicia.” (XXIV, 13)

“No nos salvaremos por el trabajo de nuestras manos, por el trabajo de nuestra voluntad ni por el de nuestra inteligencia. / La bendición de Dios y la operación de su santo amor en nuestros corazones purificados son lo que realizará la obra de liberación y de resurrección.” (XXXVI, 78-78’)

“El centro del Universo reposa en el corazón del hombre, pero para liberarlo primero es necesario que el espíritu libre venga en auxilio del espíritu prisionero de las tinieblas.” (IV, 36’)

“La bendición de Dios es lo que envía el agua de vida, y su amor es lo que encarna el fuego santo. (IV, 37’)

“No hay reposo sin conocimiento. No hay conocimiento sin amor. No hay amor sin la gracia. No hay gracia sin abandono” (XII, 32)

“El amor penetra, el amor anima, el amor exalta, el amor multiplica, el amor unifica en el esplendor. / Por la pureza de la gracia es como imantamos el amor divino y encarnamos a Dios en nosotros.” (XVIII, 66-66’)



El santo y el sabio.-
“La vida del sabio sale de la muerte del santo como la vida de la mariposa sale de la muerte de la oruga, que se vuelve crisálida y, después, milagro de resurrección. Igualmente, nuestras vidas volverán a salir del caos de la disolución tenebrosa, donde se renueva el divino misterio de la creación de Dios. ¡Que los que saben reflexionar examinen esta espejo oscuro!” (XXV, 27)

“Hay dos vías de retorno a Dios: ya sea la disolución en la vida universal y libre, ya sea la coagulación en ella. / La primera vía es enseñada por muchos y realizada por algunos. La segunda vía es enseñada por algunos y realizada por muy pocos. / El que la separa es ignorante. El que las une es sabio.” (XXVI, 13-13’-13’’)
 
La realización espiritual y la realización corporal.- “Algunos alcanzan aquí abajo la iluminación espiritual del Señor de vida y les llamamos bienaventurados. / Pero ¿dónde están los que llegan al conocimiento corporal del único Esplendor? Y ¿cómo les llamaremos? / Los más inteligentes y los más avanzados en el estudio y en el conocimiento de los misterios de Dios sólo penetran la realización espiritual. / Es el retorno al estado libre, movedizo e incondicionado en Dios. Son los liberados de Dios. / Algunos de éstos obtienen el conocimiento de la ciencia divina y superan la realización espiritual para penetrar la realización substancial. / Es el acceso al estado libre, fijo y manifestado en Dios. Son los resucitados de Dios." (XXXII, 32 a 44’)
“Los más instruidos de entre los estudiantes de las santas y sabias Escrituras interpretan los misterios divinos como los símbolos de la renovación espiritual del hombre extraviado en este mundo. / ¿Cuántos entre ellos comprenden que estos santos Misterios describen también la regeneración corporal del hombre crucificado aquí abajo?.” (XXXVI, 13-13’)

Luz.- “La luz del sol, de la luna y de las estrellas fecunda perpetuamente el agua del cielo que lleva la simiente hasta las profundidades de la tierra, de donde surge la vida de los seres y de las cosas.” (IV, 19’)
“¿Qué hay más ligero que la luz del sol? Sin embargo, ella es quien da peso a todas las cosas del mundo.” (X, 3’)


Naturaleza.- “La naturaleza está profundamente sepultada en la tierra y altamente situada en el cielo, pero existe un lugar particular donde está más oculta y más evidente que en parte alguna. / Hay aquí una gran perdición para los astutos, pero también una gran recompensa para los corazones sencillos y desapegados.” (VIII, 47’-48’)

“Nuestra vida está eternamente preñada de Dios. ¿Quién le hará aparecer antes del término de la muerte y de la resurrección del gran mundo? La naturaleza liberará la naturaleza y el niño misterioso nacerá de la única Madre.” (IV, 96’)
“El más grande entre los hombres es quien puede concordar la enseñanza de la naturaleza con la de los libros santos para hacer una sola cosa.” (III, 101


El Nombre de Dios.- “El santo Nombre de Dios es una realidad viva y palpable que lo puede todo. Es un misterio que muy pocos han conocido o conocerán.” (XVIII, 65’)
“El Padre-Dios es el Nombre de Dios inexpresado en el secreto del Agua-Dios. Dios está oculto en su Nombre. El Agua-Dios es el Nombre de Diosque desciende y sube en sí mismo. Y su Nombre es la vida. El Espíritu-Dios es el Nombre de Dios que se mueve en todos los sentidos sobre el Agua-Dios. Y su Nombre está vivo. El Cuerpo-Dios es el Nombre de Dios que se manifiesta y se fija en el Agua-Dios. Y su Nombre se nutre de la vida. Así, Dios es aquél que ES, por lo que ES, en lo que ES, para lo que ES.” (XXX, 22 a 25’’)


Conocimiento.-
“El conocimiento especulativo es, respecto al saber posesivo, lo que una pata de palo es a un miembro sano.” (VIII, 35’)
“Todo conocimiento no experimentado es nulo porque no tiene efecto.” (IX, 10)

“Pocos hombres han sido favorecidos aquí abajo con el conocimiento posesivo, pues pocos santos de entre los mejores son capaces de adquirir el poder divino sin perjuicio para ellos mismos ni para los demás. / Estar poseído por Dios es ser santo. Poseer a Dios es ser sabio. Pero penetrar a Dios es ser insensato.” (XI, 69-69’)

Salvación.- “Los que nos predican el cielo y se entierran en las pequeñeces de este mundo son hipócritas que siembran el odio hacia Dios en el corazón de los humanos exiliados, en vez de hacer florecer en él su amor santo y perfecto. / La salvación de Dios no es, como algunos lo enseñan, una eventualidad remota y vaga. Es una realidad inmediata y palpable para el que la alcanza aquí abajo. He aquí lo que todos debemos saber. / Nunca nos avergoncemos de abandonar una opinión limitada y vaga para adoptar una idea más precisa y más amplia de la salvación de Dios, pues así, nos abriremos y germinaremos en Dios, en vez de estancarnos y descomponernos en el mundo.” (XXXIV, 78-78’-78’’)


La Piedra.- La fe, la simplicidad y la sobriedad nos mantendrán en vida con más seguridad que la ciencia, que el progreso y que la abundancia del mundo profano que va a la muerte sin saberlo. ¿Recibiremos el don de Dios con inteligencia? / Os damos la piedra de coronación que acaba el edificio santo y su luz iluminará las naciones, porque la piedra de fundación es como la piedra cumbre, y la piedra cumbre es como la piedra de fundación en la unidad del Uno. / Los sabios y los inteligentes niegan la evidencia del milagro de Dios, y los creyentes orgullosos lo clavan en el tiempo, sin ver que se renueva constantemente ante sus ojos de ciegos / ¿No ha dicho el maestro: Quien caiga sobre la piedra de fundamento será quebrado y sobre quien caiga la piedra cumbre será aplastado? ¿Es que ya no lo oímos? / Muchos han sido quebrados a causa de la impureza de sus corazones que les ha impedido reconocer la piedra de fundación plantada en tierra. / Muchos serán aplastados por la piedra de la cumbre a causa de la impureza de sus ojos que les impedirá verla caer del cielo. / La piedra de fundamento es una piedra cúbica y la piedra cumbre es una piedra piramidal. ¿Lo sabíais? / No hemos añadido ni hemos suprimido nada. ¿Lo veis?" (XXVI, 47 a 50’)

Dios.- “Dios es como un fuego fijo y seco, oculto en un fuego movedizo y húmedo. Quien lo descubre posee el dominio de la vida.” (IV, 48) “Dios es como el agua que reúne los universos y como el fuego que los madura.” (X, 59’)

“Dios es como un tesoro soterrado que pisoteamos y como un secreto oculto en la lluvia que cae sobre nuestras cabezas.” (V, 21’)

“Dios no es una abstracción delirante del espíritu humano… Es una realidad viva que se ve, que se siente, que se palpa, que se saborea y que da la vida imperecedera… Sólo lo que Dios es y sólo lo que Dios hace es verdadero… Dios no es una hipótesis, es una nube incandescente, es una piedra translúcida, es una realidad viva para siempre. Ninguna imagen podría darnos una idea de la belleza viva del Único Esplendor celeste.” (XXVI, 24-27’)


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Bibliografía


(2011). Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado o el reloj de la noche y el día de Dios. Barcelona: Herder. ISBN: 20978-84-254-2673-5 .

(2011) Raimon Arola. El símbolo en la espiritualidad contemporánea. http://www.arsgravis.com/detall.php?id=320

(2010) Jean Rousselot, Pintura y vida, http://www.arsgravis.com/detall.php?id=307


(2006). Raimon Arola (ed.), Creer lo increíble. Lo antiguo y lo nuevo en la historia de las religiones. Tarragona: Arolas editors. ISBN: 2084-96639-06-1 .

(2000). Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado o el reloj de la noche y el día de Dios. Edición bilingüe francés-español. Tarragona: Arola Editors. ISBN: 2084-95134-40-3 .

(1999). Louis Cattiaux. Florilegio epistolar. Reflejos de una búsqueda alquímica. Tarragona: Arolas editors. ISBN: 2084-95134-04-7.

(1998). Louis Cattiaux, Física y metafísica de la pintura. Obra poética. Tarragona: Arolas editors. ISBN: 2084-95134-03-9.

(1990). AAVV. Esoterismo cristiano'. Barcelona: Obelisco. ISBN: 2084-7720-150-1.




Enlaces externos


Louis Cattiaux. Arte y tradición hermética: http://www.louiscattiaux.es/
La Puerta. Retorno a las fuentes tradicionales: http://www.lapuertaonline.es/biblioteca.html

El Mensaje Reencontrado de Louis Cattiaux: http://elmensajereencontrado.info/

Louis Cattiaux: http://www.facebook.com/pages/Louis-Cattiaux/54232931605

El Mensaje Reencontrado. Estudio de El Mensaje Reencontrado y otros textos tradicionales: http://www.elmensajereencontrado.com/

Arsgravis. Arte y simbolismo: http://www.arsgravis.com/revind.php?id=7








El siguiente texto fue escrito en Noviembre de 1945 por el filósofo, poeta, artista, activista de la no violencia y discípulo de Mohandas K. Gandhi, Lanza de Vasto, a quien Gandhi le impuso el sobrenombre de Shantidas, quien trabajó en el diálogo interreligioso, la renovación espiritual, el activismo ecológico y la no violencia.





 
Giuseppe Lanza del Vasto





Un bello texto, de una arrebatadora y contundente lucidez, que fue escrito para servir como prólogo y homenaje al autor de una obra no menos extraordinaria, El Mensaje Reencontrado, la obra cumbre del pintor, poeta y alquimista galo, Louis Cattiaux.






Prefacio o a la primera edición de 12 libros preliminares
del Mensaje Reecontrado de Louis  Cattiaux





Por Lanza de Vasto




Arbre. Pintura de Louis Cattiaux




La conjura de los imbéciles, de los charlatanes y de los sabios ha tenido un éxito perfecto. Esta conjura tenía por objeto esconder la verdad. Unos y otros han servido a esta gran causa, cada uno según sus medios: los imbéciles por medio de la ignorancia, los charlatanes por medio de la mentira, los sabios mediante el secreto.

Los imbéciles no quieren que se descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y correrían a esconderse bajo tierra. Los charlatanes no quieren que se descubra la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría su vergüenza. Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra. Siempre la han tenido oculta por cuatro razones.

La primera: saben que Saber es poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo, en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de hacer partícipes de ellas a los atolondrados. ¡Oh, Sabios que sabéis callar! ¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud, ¡oh, Sabios! ¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra caridad. Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su resultado. Sin embargo, ¡cuán peque¿ña es su ciencia, exterior, superficial, precaria y limitada!, y ya vemos su resultado. Así, han envenenado las fuentes, minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos, corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro.

La segunda razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad, es que conocer es una operación de vida y una manera de nacer. Y nada puede nacer fuera de una envoltura. Una envoltura de carne o de corteza, de tierra o de misterio. Si abrís una semilla, ya no germinará; si abrís un lagarto para ver lo que hay dentro, sólo encontraréis el resto del cadáver y no lo de dentro del lagarto, su interior se ha ido, ya que el lagarto está muerto. De igual modo, la ciencia abierta, propagada y vulgarizada es ciencia muerta y fruto de muerte. Es un desierto de arena y no un puñado de simiente. Al permanecer exterior no puede ser profundizada, sino sólo extendida, y la vida se le escapa. No puede conducir a la conciencia, que es nacimiento a uno mismo, ni a la vida interior.

En cambio, el conocimiento de los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu. Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehusa exhibirse. La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la admiración de la naturaleza y a la adoración del creador. Debe aportar la luz a las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones. Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza. Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas. Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo posible por evitarlo.

La cuarta razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad es que aman la Verdad, y no hay amor sin pudor, es decir, sin velo de belleza. He aquí por qué no quieren descubrirla sino revelarla, es decir, recubrirla de un velo luminoso. Por esto sólo han enseñado con parábolas, para que quienes tienen oídos para no oír permanezcan apartados; pero también para que quienes lo merecen aprendan los tonos y las claves de la música total. Pues sus alegorías, sus fábulas y sus blasones no explican el encadenamiento mecánico de las apariencias, sino las afinidades secretas y las analogías de las potencias y las virtudes, las correspondencias del número con el sonido, de las figuras con las leyes, del agua con la planta, con la mujer y con el alma, del fuego con el león, el hombre armado y el espíritu, de los astros con los ojos, las flores y los cristales de los metales y de las gemas, de la germinación del oro en las minas con la de la verdad en el corazón del hombre. En sus oscuros textos, donde las recetas del Gran Arte están salpicadas de advertencias piadosas, las solemnes sentencias de alabanzas y plegarias, lucen los hilos que tejen el manto del Rey de Reyes.

Al ocultar los Sabios su saber por escrúpulo, los charlatanes se aprovecharon para esconder su ignorancia bajo los mismos signos misteriosos. Los imbéciles los han confundido largo tiempo creyendo tanto en unos como en otros. Ahora, a medio camino entre los charlatanes y los imbéciles, ha surgido una nueva especie que asegura el triunfo definitivo de la conjura. Esta nueva especie es la de los universitarios y sabios oficiales, que el día de su advenimiento declararon nulo y sin valor el misterio filosofal, quimera la búsqueda de los antiguos maestros, juego de niños su ciencia, engañabobos su arte. Los imbéciles instruidos por los nuevos sabios, han confundido una vez más a los sabios con los charlatanes, pero esta vez para no creer ni en unos ni en otros. Sólo creen en la ciencia de los recién llegados, quienes simplemente enseñan que la verdad está en su ciencia y que todo lo que no pueden descubrir ni demostrar no existe. Ahora bien, no han enseñado, ni descubierto, ni demostrado nada acerca de la vida y de la muerte, del pecado y del juicio. Nada acerca del amor, del dolor y del rescate, acerca de la conducta del hombre y del destino del alma, acerca del sentido, la esencia y la salvación. A medida que descubren nuevas nebulosas o nuevos electrones, nuevas vitaminas o nuevos explosivos, se alejan y nos desvían de lo esencial. Y ahora la verdad está tan bien escondida que ya no se la busca. Incluso estaría totalmente perdida si no sobrevivieran algunos sencillos de espíritu para quienes la verdad existe. No pueden resignarse a pensar que nadie la tenga o la haya tenido. Recorren el mundo interrogando a la gente, los astros y las hierbas, interrogando el gran libro de la naturaleza y hojeando los textos olvidados, interrogando su corazón y a Dios en la plegaria. Saben que no tienen la verdad, pero saben que ella es. Están tan hambrientos y sedientos de ella que saben seguirla por el rastro y reconocerla por el olor. Ante un hombre difamado, un acontecimiento absurdo, un grimorio ilegible, se paran en seco y exclaman: ¡Aquí está! Ellos saborearán este libro. Para ellos ha sido escrito, aunque su hermandad sea poco numerosa.

Y tú, Cattiaux, amigo mío, ¿Has encontrado la Piedra? Sentado en la tienda donde pintas y meditas entre filtros y frascos, ¿has encontrado el carbunclo y la violeta? Sentado entre tu mujer y tu gato, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado el oro vivo y el elixir? ¿Has visitado el interior de la tierra y, rectificando, encontrado la joya oculta y la verdadera medicina? No sé ni puedo decir si la substancia de los antiguos textos se oculta en estas páginas. Pero ¿cómo es que en ellas se encuentra su perfume? ¿En qué huevo y en qué alambique, Cattiaux, amigo mío, has destilado la esencia sutil que se llama el Perfume? ¿De dónde viene esta poesía que tiene por nombre Perfume de Verdad?
                                                                        


                                                                                                                                  Lanza del Vasto
                                                                                                                             Noviembre de 1945









                                                               









                     

                                                                                                       



 

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