La presentación de Emmanuel Macron, como Presidente de la República Francesa, tuvo lugar en una extraña ceremonia mediática carente a todas luces de la más mínima espontaneidad. El impactante y mediático ceremonial fue representado siguiendo escrupulósamente un guión preestablecido, como si de un ritual se tratase.
La ceremonia que había sido minuciosamente pensada y, posteriormente adaptada para ser protagonizada por el vencedor de los comicios, y próximo Presidente de la República, Emmanuel Macron, trataba de construir una nueva imagen de éste, como siendo el abanderado defensor y futuro renovador del malogrado proyecto Europeo. Una cita mediática que en realidad había sido establecida sólo con un único y definido propósito: Producir en la población francesa un fuerte impacto subliminal.
Todo queda evidenciado desde el momento inicial, cuando vemos la forzada manera en la que el nuevo Presidente de la República irrumpe en escena dando comienzo a la ceremonia, que arranca con la figura de Macron caminando en completa soledad, sumido en la penumbra de la noche parisina, que atraviesa, en una marcha de minutos, que se vuelve interminable, el escenario elegido, un lugar con una fuerte resonancia histórica. la zona central del nuevo Louvre construido por Napoleón III, que se extiende en forma de patio central o cuadrado, y se denomina Cour Napoleón, ó Patio de Napoleón, que Macron atraviesa pausadamente hasta que finalmente rasga el velo de la oscuridad, obteniendo "luz propia", al situarse en la posición clave que había sido cuidadosamente prefijada e iluminada convenientemente para la ocasión: La Pirámide de Cristal, donde poco después pronunciaría un reivindicativo discurso europeista y globalizador.
Sobre el Louvre y la Cour Napoleón pueden leer mi último mensaje:
Paris: Claves arquitectónicas
La ceremonia que había sido minuciosamente pensada y, posteriormente adaptada para ser protagonizada por el vencedor de los comicios, y próximo Presidente de la República, Emmanuel Macron, trataba de construir una nueva imagen de éste, como siendo el abanderado defensor y futuro renovador del malogrado proyecto Europeo. Una cita mediática que en realidad había sido establecida sólo con un único y definido propósito: Producir en la población francesa un fuerte impacto subliminal.
Todo queda evidenciado desde el momento inicial, cuando vemos la forzada manera en la que el nuevo Presidente de la República irrumpe en escena dando comienzo a la ceremonia, que arranca con la figura de Macron caminando en completa soledad, sumido en la penumbra de la noche parisina, que atraviesa, en una marcha de minutos, que se vuelve interminable, el escenario elegido, un lugar con una fuerte resonancia histórica. la zona central del nuevo Louvre construido por Napoleón III, que se extiende en forma de patio central o cuadrado, y se denomina Cour Napoleón, ó Patio de Napoleón, que Macron atraviesa pausadamente hasta que finalmente rasga el velo de la oscuridad, obteniendo "luz propia", al situarse en la posición clave que había sido cuidadosamente prefijada e iluminada convenientemente para la ocasión: La Pirámide de Cristal, donde poco después pronunciaría un reivindicativo discurso europeista y globalizador.
Sobre el Louvre y la Cour Napoleón pueden leer mi último mensaje:
Paris: Claves arquitectónicas
Aunque sobre dicho monumento, que evoca resonancias faraónicas, se afirme con regularidad que el número de ventanas existentes en la citada pirámide de la explanada del Louvre es de 666 ... (una cifra que algunos entienden como nefasta basando tal afirmación en que en el Libro de la Revelación o Apocalipsis de San Juan, cap 13, vers 18 de la Biblia Cristiana se puede leer: "Aquí hay sabiduría. El que tenga entendimiento, cuente el número de la bestia; porque es el número de un hombre, y el número de ella es seiscientos sesenta y seis", parece que la leyenda de los 666 paneles se inició en la década de 1980, de hecho el folleto oficial publicado durante la construcción del monumento se refería esa cifra en dos ocasiones, a pesar de que en páginas anteriores también se consignaba otro número diferente, que se corresponde con el 673. Más tarde varios periódicos reflejarían también la polémica cifra, 666, aunque la información oficial del Museo del Louvre aseguraba que la pirámide completa tiene un total de 673 placas de vidrio y aluminio.
El mito resurgiría de nuevo con fuerza en el año 2003, cuando Dan Brown edita su ya famoso libro, "El Código Da Vinci".
En el referido texto uno de los protagonistas, muy versado en simbolismo, aseguraba que "Por una petición expresa del presidente Mitterrand, esta pirámide, había sido construida conteniendo exactamente 666 placas de vidrio", - una extraña petición que siempre ha sido un tema candente entre los amantes de la conspiración que informaban periódicamente sobre la relación existente entre el número 666 con la bestia ó Satanás, que refleja inequívocamente el libro del Apocalipsis de San Juan.
La Pirámide de Cristal y aluminio que entre otras utilidades sirve como acceso al actual Museo del Louvre, fue inaugurada el 29 de Marzo de 1989 por el presidente de la República francesa François Mitterrand. El monumento, obra del arquitecto chino-americano Ieoh Ming Peï, formó parte del ambicioso proyecto de renovación del Museo del Louvre denominado "Le Grand Louvre", que fue promovido por Mitterrand para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa de 1779. La creación del Grand Louvre contempló su ampliación a varios espacios del propio Palacio que hasta aquel momento habían sido utilizados por otras instituciones tales como el Ministerio de Economía.
La enorme pirámide erigida en pleno centro del Patio de Napoleón, se convirtió entonces en el nuevo acceso al Museo determinando los grandes ejes de circulación del mismo. Su apertura oficial al público se produjo al día siguiente de la inauguración.
La Pirámide de Cristal y aluminio que entre otras utilidades sirve como acceso al actual Museo del Louvre, fue inaugurada el 29 de Marzo de 1989 por el presidente de la República francesa François Mitterrand. El monumento, obra del arquitecto chino-americano Ieoh Ming Peï, formó parte del ambicioso proyecto de renovación del Museo del Louvre denominado "Le Grand Louvre", que fue promovido por Mitterrand para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa de 1779. La creación del Grand Louvre contempló su ampliación a varios espacios del propio Palacio que hasta aquel momento habían sido utilizados por otras instituciones tales como el Ministerio de Economía.
La enorme pirámide erigida en pleno centro del Patio de Napoleón, se convirtió entonces en el nuevo acceso al Museo determinando los grandes ejes de circulación del mismo. Su apertura oficial al público se produjo al día siguiente de la inauguración.
La Pirámide del Louvre
Fue exactamente junto a este simbólico monumento, situado en un espacio urbano de tan fuerte resonancia histórica como es le Cour Napoleon, donde Emmanuel Macron, el nuevo Presidente de la República de Francia, pronunció su discurso, tras celebrar el ritual señalado.
A decir verdad todo estuvo muy lejos de la propia sutileza que cabría esperar, y que por desgracia en la actualidad parece ya casi perdida, de un verdadero ritual iniciático celebrado en tan bello emplazamiento.
Todo quedó en una burda pretensión de lo que el acto podía haber sido, quedando como un fracasado intento de realizar un acto público trascendente, llevado a cabo como fue, por parte de quienes mal que les pese, han abandonado La Palabra, por lo que les resulta imposible poder transmitir su contenido en forma alguna, además de que jamás hubiesen podido hacerlo en esa forma, en el supuesto caso de haberla conocido.
Sólo intentaron hacer llegar al pueblo francés, y en forma bastante burda por cierto, lo que ellos en su ignorancia, perdidas todas sus conexiones con el mundo fenomenológico y de los arquetipos, entendieron erróneamente como algo sutil: Un gélido y pretendidamente hipnótico mensaje subliminal, con el que vanamente intentaron, sin ningún éxito, rememorar parte del contenido simbólico tradicional asociado con la antigua venerable Orden Masónica.
A decir verdad todo estuvo muy lejos de la propia sutileza que cabría esperar, y que por desgracia en la actualidad parece ya casi perdida, de un verdadero ritual iniciático celebrado en tan bello emplazamiento.
Todo quedó en una burda pretensión de lo que el acto podía haber sido, quedando como un fracasado intento de realizar un acto público trascendente, llevado a cabo como fue, por parte de quienes mal que les pese, han abandonado La Palabra, por lo que les resulta imposible poder transmitir su contenido en forma alguna, además de que jamás hubiesen podido hacerlo en esa forma, en el supuesto caso de haberla conocido.
Sólo intentaron hacer llegar al pueblo francés, y en forma bastante burda por cierto, lo que ellos en su ignorancia, perdidas todas sus conexiones con el mundo fenomenológico y de los arquetipos, entendieron erróneamente como algo sutil: Un gélido y pretendidamente hipnótico mensaje subliminal, con el que vanamente intentaron, sin ningún éxito, rememorar parte del contenido simbólico tradicional asociado con la antigua venerable Orden Masónica.
En resumidas cuentas, el mensaje mudo, previo al discurso de Macron, consistió en la renovación del voto de obediencia del candidato, que en ese momento tomaba el relevo como Presidente de la República, no con los ideales de la patria Francesa, y menos aún con los de su heróico pueblo, al que una vez más, como sucedió tras los atentados del semanario Charlie Hebdo, la ceremonia despreciaba, al concederle un papel secundario mínimo.
En la ceremonia previa al discurso de Macron ante la Pirámide del Louvre, se evidenciaba la existencia de una brecha insalvable proporcionada por la muy diferente perspectiva existente entre el`propósito que parecía guiar el rumbo del nuevo dignatario francés y el del pueblo de Francia, que en la citada ceremonia previa al discurso, quedaba excluído de facto.
Naipe de tarot de "El Ermitaño", aparecido en la portada referida al año 2017,
del influyente semanario "The Economist", propiedad de la casa de Rothschild
Macron parecía estar celebrando un homenaje particular mudo, con el que entendemos renovaba de forma pública sus votos de obediencia a los ideales de la vieja institución Masónica, que hoy se encuentra tutelando con un decisivo papel, tras el falso escenario de la política, la toma de decisiones de máximo calado que en apariencia ponen en marcha sus títeres, convertidos de la noche a la mañana en los más altos dignatarios de la actual República Francesa.
Una ceremónia muda que en resumidas cuentas evidenciaba el servicio en forma de colofón, homenaje y agradecimiento, que el nuevo Presidente, rendía a la venerable Institución, que lo había proyectado artificialmente desde su propio núcleo hasta su actual cargo y cuyo apoyo a buen seguro que ha sido uno de los pilares clave, que le habrían permitido tan fulgurante y meteórico ascens al Elíseo.
En la parte final de su discurso volvía a reflejar, esta vez claramente, lo que previamente ya había dejado claro en forma muda.
Con su 'savoir faire' Emmanuel Macron conquista. Lo hizo ya en el colegio, como alumno aventajado que se ganó el corazón de su profesora de Literatura. Esa determinación y su audacia le han convertido en un candidato de diseño que, antes de ser experto en Finanzas, estudió Filosofía y se apasionó por Maquiavelo: Un referente -dice- para orientarse en los laberintos de la política. Eso y sus habilidades sociales. De la mano del gurú económico de Mitterrand llegó a la banca Rothschild, donde dirigió con éxito importantes operaciones. Desde entonces apodado 'el Mozart de las Finanzas', François Hollande le confió las de su gobierno durante dos años en los que no perdió el tiempo. Dicen algunos medios que en su ático privado del Ministerio cenaron representantes de todas las élites. Veladas gastronómicas valoradas en 120.000 euros en las que tejió la red de apoyos necesaria para poner 'en marcha' su candidatura presidencial. El escándalo de corrupción del conservador Fillon le ha allanado el camino para llegar al Elíseo en un tiempo récord.
Una invitación impresa por la logia masónica del Gran Oriente de Francia
para la conferencia de Emmanuel Macron titulada
“¿Puede ser la globalización sinónimo de progreso?”
Todo se ejecutó de acuerdo al plan previamente trazado: Macron había de dirigirse a sus seguidores y a los medios de comunicación con la cabeza perfectamente alineada con la parte superior de la pirámide, que iluminaba convenientemente esa zona para la ocasión. Así quedaban formados dos triángulos, y por analogía con el más pequeño, el mayor reflejababa subliminalmente a Macron como Ojo de Horus
Los que manejan los hilos en esta ocasión no fueron tímidos al respecto:
La celebración de la victoria de Macron se llevó a cabo en el museo del Louvre, con la pirámide de vidrio, a la que la leyenda atribuye estar compuesta de 666 piezas, visiblemente situada a la espalda del candidato triunfador. En este escenario se mostraron en forma velada algunos de los símbolos clave de la Tradición Masónica: Con sus brazos levantados en forma de V, Macron, en varias ocasiones, hizo un claro guiño al compás, la escuadra y el "Ojo que todo lo ve".
Una invitación impresa por la logia masónica del Gran Oriente de Francia
para la conferencia de Emmanuel Macron titulada
“¿Puede ser la globalización sinónimo de progreso?”
En una entrevista Ouest France (diario parte de los medios de comunicación del grupo con el que Google y Facebook estaban trabajando durante la elección aconsejando a los votantes “qué y en quién confiar”), Serge Moati (nombre real Henry Haïm Moati, ex asesor de prensa del presidente François Mitterrand y de un alto rango en la Masonería) describe la ceremonia de Macron en la cúspide de la pirámide como un “rito necesario”. La elección de palabras no deja ninguna duda
"Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia; porque el número del hombre,
y el número de ella es seiscientos sesenta y seis" Apocalipsis 13:18
La Victoria de Macron también se aireó como siendo de un 66,06% de los votos (de nuevo el número 666, que se sabe que se utiliza para simbolizar a la bestia) antes de ser redondeada a un 66,1%.
Una invitación impresa por la logia masónica del Gran Oriente de Francia
para la conferencia de Emmanuel Macron titulada
“¿Puede ser la globalización sinónimo de progreso?”
La Elección Presidencial de Macron en Francia
Kadima! En Marche!
Por Thierry Meyssan
Luego de haber puesto en la presidencia de la República sucesivamente un agente de la CIA y un lacayo de Qatar, los franceses vuelven a dejarse engañar –por tercera vez–, y en esta ocasión el engaño viene de un producto de la influencia israelí. Aún creen haber ahuyentado el espectro del fascismo votando por un candidato que goza del respaldo de la OTAN, de los Rothschild, de todas las grandes empresas de la Bolsa de París y de los grandes medios de prensa. Lejos de darse cuenta de su error, todavía se hallan bajo los efectos de una hipnosis, de la que probablemente no saldrán hasta el fin de las próximas elecciones legislativas.
Inmediatamente después del anuncio de su victoria electoral, el presidente democráticamente electo de la República Francesa pone distancia entre el pueblo y él.
Rechazando todo baño de multitudes, Emmanuel Macron cruza, ostentosamente solo, la explanada del Louvre bajo la mirada de sus partidarios.
El equipo del ahora presidente electo de Francia, Emmanuel Macron, logró poner a los franceses en estado de hipnosis. Con ello impuso la elección –con dos tercios de los votos válidos– de un hombre de sólo 39 años, cuyo partido fue creado en internet hace casi exactamente un año, y que nunca antes se había presentado a ninguna otra elección.
Esta “hazaña” es fruto del equipo de Steele & Holt, una misteriosa firma cuyo nombre hace referencia a la serie de televisión Remington Steele [1], en la que la directora de una agencia de detectives contrata a un ladrón –interpretado por el actor Pierce Brosnan– para que se presente a los clientes como si fuese él el jefe de la agencia.
Ni se moleste usted en buscar quién se esconde detrás de la firma Steele & Holt. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que sus dos principales clientes son la transnacional francesa AXA y la familia Rothschild. Todo el mundo sabe que Emmanuel Macron trabajó para los Rothschild, pero la contribución de estos a la organización de su partido político es un secreto bien guardado. En cuanto al gigante de los seguros AXA, se trata de una gran transnacional presidida por Henri de La Croix, quinto duque de Castries, quien preside también el think tank de la OTAN (el Grupo de Bilderberg), el Instituto del Bósforo (que es el think tank de Turquía) y, en Francia, el Instituto Montaigne (un think tank de derecha).
Por cierto, no está de más recordar aquí que el influyente Henry Kissinger invitó a Macron a la reunión anual del Grupo de Bilderberg realizada en 2014, junto a los también franceses Francois Baroin y Christine Lagarde, directora del FMI.
A través del Instituto del Bósforo se hizo posible detectar y sobornar a diferentes personalidades de derecha y de izquierda que han aportado su respaldo a Macron.
Fue en los locales del Instituto Montaigne donde tuvieron lugar las primeras reuniones de la nueva formación política creada para Macron, que incluso está domiciliada oficialmente en la dirección personal del director de ese instituto.
El nuevo partido francés debe su nombre, En Marche! [“¡En Marcha!”], al hecho que esas dos palabras corresponden a las iniciales de Emmanuel Macron. Si no se habría llamado En Avant! [“¡Adelante!”], que en hebreo sería Kadima!, nombre del partido israelí fundado por el general Ariel Sharon en 2005. Cuando alguien le señaló al viejo general israelí que el nombre de su nuevo partido recordaba el del partido de Mussolini –Avanti!–, Sharon replicó que esa era la orden con la que él mismo solía iniciar cada una de las operaciones que emprendía por iniciativa propia, como cuando invadió Beirut contradiciendo a su estado mayor.
Tanto Kadima! como En Marche! son partidos que se dicen centristas y en cuyo seno se reúnen personalidades tanto de derecha como de izquierda… y todos sabemos cuán “centrista” fue Ariel Sharon, general israelí que creó su propio partido para separarse de Benyamin Netanyahu. Ariel Sharon fue de hecho un colonialista que quería crear un Estado palestino que siguiese el modelo de los bantustanes sudafricanos. El apartheid era para Ariel Sharon la única vía que podía permitir la preservación de Israel. Netanyahu, por el contrario, un talmudista que se niega a aceptar la idea de compartir Palestina con los goyim [2]. Para Netanyahu los goyim deben ser expulsados de Palestina, si no es posible exterminarlos.
Volviendo a la situación política en Francia, seguramente nos enteraremos con el tiempo de por qué Macron quiso romper con el primer ministro socialista Manuel Valls. Por el momento, es notoria la insistencia que Valls está poniendo en tratar de unirse a En Marche!, sólo comparable al poco tacto que ha tenido Macron para rechazarlo observando que un grave conflicto los separa.
El fascismo en marcha
Para impulsar al candidato Macron, la firma Steele & Holt –léase la OTAN y los Rothschild– se apoyaron en las antiguas redes pro-estadounidenses de la Fondation Saint-Simon. Juntas orquestaron todo el show sobre «la amenaza Le Pen», logrando así que muchos electores resueltamente contrarios a Macron acabaron votando por él por temor a un resurgimiento del «nazismo» en Francia. Al no tener gran cosa que reprocharle a Marine Le Pen, le atribuyeron los crímenes de su padre y unas cuantas cosas más.
Esta manipulación demuestra que, en la «sociedad del espectáculo», la forma es más importante que el fondo. Reflexionemos juntos. ¿Cuáles son las características del fascismo? Decreta el fin de la lucha de clases recurriendo al corporativismo que reúne a patronos y obreros en el seno de las mismas organizaciones, decreta el fin de la dialéctica derecha-izquierda gracias a la creación de un partido único y, por consiguiente, decreta el fin de toda forma de oposición, garantizado por el uso de la fuerza.
Si bien la primera de esas características hubiese podido aplicarse a la visión de las cosas que tenía Jean-Marie Le Pen, no es menos cierto que ya no es aplicable a la visión de la sociedad que plantea su hija Marine.
En cambio, la dos primeras características del fascismo anteriormente citadas –fin de la lucha de clases mediante el corporativismo y fin de la dialéctica derecha-izquierda mediante la creación de una formación política– corresponden a la perfección con lo que plantea Macron, respaldado en la elección presidencial por todos los jefes de las grandes empresas de la bolsa de París… así como por la dirección de la CGT, el sindicato más representativo de la clase obrera francesa. El propio Macron no cuestiona la capacidad de los partidos de derecha y de izquierda para defender los valores que consideran suyos… pero llama a los líderes de esos partidos a que se unan al partido que él creó en aras de la defensa de «intereses comunes». De hecho, si la próxima cita electoral prevista en Francia –las elecciones legislativas– se desarrollan conforme a los deseos de Macron, eso será el inicio de la destrucción de la oposición. En todo caso, el unanimismo de la prensa escrita de ambas tendencias a favor del candidato Macron y la campaña desatada contra los sitios web que contradicen ese coro de uniformidad mediática sirven para darnos una idea clara de lo que ya está en preparación.
La Historia se repite. En 1940, los franceses apoyaron al mariscal Philippe Petain creyendo protegerse con ello del nazismo… y fue Petain quien instauró el fascismo. En 2017, acaban de votar por Macron por temor a la «extrema derecha»… y será Macron quien acabe instaurando el fascismo.
Una campaña lastrada por los “escándalos”
Es cierto que algunos electores deben haberse sentido incómodos ante las personalidades –bastante sui generis– de los candidatos y el uso, por una de las partes, de métodos de propaganda nunca vistos en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Cuando tenía sólo 15 años, Emmanuel Macron tuvo una relación sexual con su profesora de teatro –23 años mayor que él–, no tardó en vivir con ella y se casaron 15 años después. Marine Le Pen heredó de su padre la presidencia del partido creado por él. Comenzó por limpiar esa formación política, llegando incluso a excluir a su propio padre. Si recurrimos a los términos que utilizan los psicoanalistas, Macron se casó con su madre y Marine Le Pen “mató” a su padre.
Pero lo más importante es que el equipo de Macron no vaciló en acusar a sus rivales de las peores traiciones, y sin la menor lógica pero teniendo la garantía de que los diarios regionales y nacionales –que ya controla en su totalidad– no se atreverían a emitir absolutamente ninguna crítica contra esas acusaciones, a pesar de todo lo absurdas que fueron. El candidato de la derecha, Francois Fillon, se ha visto así convertido a ojos de todos en un ladrón, a pesar de que no se ha comprobado ninguna de las acusaciones de las que fue objeto. Igualmente, Marine Le Pen es vista como la personificación misma del fascismo, aunque no ha defendido nunca las posiciones que se le atribuyen.
Una victoria solitaria
En cuanto se anunció que había sido electo, el futuro presidente Macron pronunció una breve alocución desde su cuartel general de campaña. Dijo unas cuantas banalidades, pero con el aire de gravedad del hombre que siente bruscamente el peso de las responsabilidades que acaban de caer sobre sus débiles hombros. Y luego se regaló a sí mismo un nuevo instante teatral con sus partidarios en la explanada del Louvre. Atravesó París en un cortejo de autos con cristales negros. Luego atravesó a pie, solo e inaccesible, la explanada del Louvre para subir al escenario allí instalado en su honor. Y desde ese lugar, al pie de la pirámide de cristal del museo del Louvre, como Napoleón Bonaparte, pronunció otro discurso, también lleno de lugares comunes pero con un tono encendidamente marcial, cuando él nunca ha combatido con armas. Para terminar, se rodeó de su familia y de unos cuantos militantes para entonar La Marsellesa.
Contrariamente a lo que siempre hicieron todos sus predecesores, Emmanuel Macron no estrechó ni una sola mano en toda esa velada triunfal. Nadie pudo acercársele. Macron no permitió que ninguna de las personalidades políticas que lo apoyaron apareciese junto a él y compartiese su victoria. Para cobrar el premio por haber traicionado sus partidos respectivos, esas personalidades tendrán que incurrir en nuevo acto de traición… aportando nuevamente su apoyo a los partidarios de Macron en las elecciones legislativas de junio.
Sólo entonces, ya con todas las riendas del poder en sus manos, el presidente Macron permitirá que los franceses salgan de la hipnosis. Cuando sea ya demasiado tarde.
¡Adelante, en marcha!
Notas
[1] Transmitida en Latinoamérica bajo el título “Con temple de acero”. Nota del Traductor.
[2] Goy, en plural goyim, es el término, peyorativo, que utilizan los judíos para referirse a todo el que no es judío. Nota de la Red Voltaire.
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