Sobre
Arquetipos y Religiones
27 marzo 2019
Ahora, que acaba de comenzar el signo del carnero (Aries) es momento
de reflexionar sobre las relaciones existentes entre nuestras sociedades y
culturas, la Cristiana y la Musulmana, en apariencia tan diferentes y sin
embargo, en lo básico, al final tan iguales…
Los musulmanes, tan criticados hoy en Occidente, conservan aún
importantes tradiciones, al contrario que
nos sucede a nosotros, que a marchas forzadas las estamos perdiendo.
Como ejemplo, tenemos la celebración de la Fiesta del Cordero, una fecha
de la que conservan su fuerte resonancia arquetípica ancestral.
Occidente, mayoritariamente de tradición religiosa Cristiana, una Religión
cuyo arquetipo es Solar, lleva en ese sentido una ruta en todo contraria a la
elegida por el Islam. Nuestras sociedades hoy parecen empeñadas en tratar de borrar de forma
sistemática y premeditada todo rastro visible de lo que fueron sus propias
huellas mitológicas ancestrales, que se mantenían visibles hasta hace no
demasiado tiempo, cuando aún permanecían indelebles.
En la actualidad, constatamos que Occidente, que siempre hace de la
razón de la fuerza, la fuerza de la razón, se halla en clara huída hacia
delante, pretendiendo autojustificar, por todos los medios disponibles, su
convencimiento de que debe imponer al resto de sociedades, cuyas culturas
desprecia, su propio modelo.
Ello le conduce, como un deber, a tratar de implantar al resto, su cosmovisión unitaria y monolítica, aunque sea de una forma antinatural y a cualquier precio, mostrando orgullosa los logros obtenidos, que enfoca únicamente en los aspectos exteriores, porque ya ha asumido sin ningún trauma, la muerte de los interiores, ignorando que en verdad son los le han permitido alcanzar y conservar, al menos de momento, su estatus central y la posición hegemónica que hoy ocupa, que administra de forma completamente errónea, como si de un derecho exclusivo y propio se tratase, frente a valores de otras culturas que despectivamente desprecia por entenderlos equivocadamente como periféricos.
En su intransigente travesía, que ha dejado llena de cadáveres, Occidente
ha encontrado, como no podía ser de otro modo, la mayor oposición a sus pretensiones
de borrar al resto, en culturas y países que mayoritariamente practican la
religión Mahometana, quienes, contra todo propósito, se resisten a claudicar,
porque en ellas existe un nexo común: Tiene un fuerte anclaje estructural la
Tradición.
En definitiva porque la religión Mahometana, hoy como ayer, representa los
valores básicos del arquetipo Lunar, contrarios a los Solares, con los que
Occidente se alinea.
Por interés o ceguera, en Occidente se piensa habitualmente que todo
musulmán es potencialmente un extremista, aunque también es
cierto que muchos musulmanes han abrazado el ejercicio extremo de la
violencia, autojustificándolo como una forma de respuesta
radical, que en muchos casos consideran legítima, frente al también
violento y burdo intrusismo colonizador occidental, que pretende su rendición incondicional,
y el abandono, sin más, de todas sus raíces culturales, sus tradiciones
ancestrales y su forma de vida.
Existe, por tanto, un conflicto visible, exterior, pero cuyo verdadero
origen es de raíz oculta, interior.
En realidad se trata del eterno conflicto que surge de forma natural
entre dos culturas que se guían o más bien son guiadas por
arquetipos no ya diferentes, sino contrarios, aunque en una visión unitaria
integradora, de contenido más amplio, en sentido Cósmico, éstos serían
finalmente también arquetipos complementarios.
Occidente siempre ha pretendido y aún pretende, la aceptación y entrega
incondicional al dictado de sus preceptos, su arquetipo Solar dominante le
lleva a entender que siendo y sintiéndose el centro, sus preceptos deben
ser abrazados, sin más, por parte del resto de culturas periféricas.
Tradicionalmente ha venido alcanzando su objetivo, no por la fuerza de la razón sino por la razón y el uso de la fuerza, así históricamente siempre ha reforzado hasta la saciedad su amplio y mortífero arsenal bélico, y cuando no ha hecho uso del mismo, ha usado otra estrategia que ha dejado patente cuál es su verdadera dimensión moral y ética, ambas de talla diminuta, y su pervertido e hipócrita sentido de la Verdad. Tal es la actitud arrogante que principalmente exhibe hoy frente a una cultura orgullosa, como es la musulmana, a la que le resulta difícil entender, y que a sus ojos se ve tan lejana y diferente, como incómoda y desconocida.
Así sucede que en nuestro mundo no dudamos en escandalizamos cuando
nos llegan noticias, normalmente sesgadas, de lo que sucede o ha sucedido en
algunos de esos países de obediencia Mahometana, donde ha ocurrido tal o cual
cosa que consideramos horrible, o por poner un ejemplo ha tenido lugar la ejecución
pública terrible de un reo.
En un mundo, el nuestro, donde creemos que imperan la ley y el orden,
nada de lo que sucede en esos recónditos lugares puede alcanzarnos,
dormimos por tanto a pierna suelta, pensando estar a salvo, seguros y protegidos,
pero si superamos las apariencias que se basan sólo en las formas externas, que
a priori parecen distintas, en realidad en nuestro "Mundo Burbuja",
sucede más o menos lo mismo.
Aquí, en el que creemos ser el imperio de la justicia, los derechos y la
razón, llevamos a los presos condenados a un sometimiento pre mortuorio
tan estresante que se prolonga sine die
su sufrimiento, extendido durante años ó décadas, mientras aguardan a que
llegue el día en que finalmente se de cumplimiento a sus condenas
a muerte. En algunas instituciones consideradas "ejemplares", como
sucede en el conocido "Corredor de la Muerte", cientos de
reos esperan durante años que llegue el fatídico día de su ejecución,
aunque , eso si, ésta será más “civilizada” en nuestro mundo que en el resto,
porque ejecutamos la pena capital con una limpieza profiláctica casi extrema,
aunque llevemos al reo al mismo resultado final: La muerte.
Muertes que igualmente suceden en aquellos lugares perdidos que criticamos,
por hacer uso de prácticas que entendemos "salvajes". Puntos sin
nombre de un mapa olvidado de los que nunca hemos oido hablar y de los
que apenas si sabemos algo, normalmente poco y comúnmente nada, porque en
realidad nos importan muy poco, hasta que en ellos se produce el hipócrita y
ficticio “momento de la noticia”, en el que una televisión de turno,
normalmente por interés, decide desenterrarlos en el mapa, y nos ofrece su
"información" que muestra como parte de un show, que, como un
reguero de pólvora, amplifica y extiende su dimensión haciéndola más y más tremenda.
Entonces nos abruma y escandaliza.
Mientras tanto, en nuestro mundo civilizado sucede parejo y
para escarnio público muchas veces la muerte también se ve en
directo, aunque de forma virtual y “civilizada” porque aparece a través de un
circuito cerrado de televisión, que muestra las imágenes limpias de
ejecuciones de reos por inyección letal, o algo menos limpias, si se
trata de la silla eléctrica. Métodos e imágenes que en definitiva, son
igualmente brutales, que se sirven a familiares (a veces también al
público en general), afectados por los delitos, mayores o menores,
cometidos por el ajusticiado en vida, y a los que brindan así la gran
oportunidad de revivir su propia venganza personal y alimentar sin límites, de
la forma más burda y cruel que pueda existir, la espiral del odio, porque
con ella sólo retroalimentan el recuerdo y el dolor por la pérdida de
personas queridas que jamás regresarán.
Así es nuestro mundo actual: Siempre miramos afuera, nunca en nuestro
interior, porque lo que vemos allí nos asusta.
No existe conciencia alguna de lo que somos .
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