Fragmentos de una enseñanza desconocida P. D. Ouspensky
Los seres dotados de consciencia, pueden definirse, de forma básica y a grandes rasgos, en tres tipos:
1.- Los muy escasos hombres que habiendo
alcanzado la verdadera Consciencia Plena obran en consecuencia, con todo lo que ello conlleva y significa.
2.- Los todavía escasos hombres, que existen aunque en un grado mucho menor que los anteriores, que habiendo llegado a reconocer en ellos un determinado grado de imperfección y aún intuyendo la dificultad de éxito que tal empresa entraña, ya que son en algún modo conscientes de su propio estado evolutivo y reconocen por tanto que se encuentran aún muy lejos de la verdadera Consciencia Plena, sin embargo sienten la llamada interior, la necesidad forzosa de aspirar a dirigirse hacia esa meta y realizan el esfuerzo de ponerse en camino, al menos para intentar reducir, en la medida de lo posible, la distancia que les separa.
Este segundo grupo se caracteriza porque
ya han decidido pasar a la acción y trabajan o han trabajado desarrollando un
esfuerzo real hacia esa meta en un intento de reducir la gran distancia que aún les separa de ella.
3.-Por último están los hombres que en realidad no saben de lo qué están hablando cuando hablan de Consciencia porque aún teniendo un cierto grado de ella, (ya que todo homínido biológicamente desarrollado presenta en su Neocórtex cerebral una cierta capacidad, aunque sea mínima, lo que le permite ser catalogado bajo tal definición), de alguna forma se auto engañan creyendo haberla alcanzado por derecho propio, mientras tanto confunden la verdadera Consciencia Plena con su propio ego arcaico, o la Autoconsciencia Plena con su máscara vacía, que sólo es un subproducto de su mente.
El reconocimiento de este tercer tipo se distingue porque tales hombres se caracterizan por no haber llevado a
cabo jamás el más mínimo esfuerzo de autosuperación en ese sentido, mientras tanto pretenden absurdamente haber alcanzado esa meta cuando en realidad ni
siquiera han iniciado el Trabajo de intentar despojarse de sus propias mentiras
y verse a si mismos con honradez y sinceridad frente el espejo de la realidad.
Su falta de acción en ese sentido se debe normalmente a que carecen absolutamente de una sincera autorreflexión, algo que resulta fundamental por su parte, lo que de entrada impide conocer y menos aún reconocer el propio estadio real de su situación. Esto suele ir acompañado de una evidente falta de aspiración, que bloquea el necesario desarrollo para fortalecer, ejercitar y orientar la voluntad en ese sentido y dirigirla a la consecución de esa meta.
Este tercer tipo se caracteriza también por carecer de la necesaria capacidad de autosuperación para acometer esa empresa al que suele finalmente unirse la existencia de un miedo profundo e irracional al cambio o a cambiar personalmente de forma real, un impedimento que llega a cristalizar en su mente estableciéndose en forma de negativa continua de que pueda existir la más mínima posibilidad u oportunidad de cambio unido a la desconfianza que alimenta la idea autojustificada de que de producirse el hipotético e improbable triunfo de tal posibilidad nada cambiaría realmente de fondo su situación. Siendo por tanto con ello víctimas y presos de sus propios fantasmas.
Por tanto estas personas que pertenecen a este tercer grupo se muestran incapacitados por completo para la autoobservación, viéndose solos y desnudos frente al reflejo de si mismos sin echar mano de sus autojustificaciones, huyen de ella. Precisamente la que es la condición necesaria e imprescindible, aunque todavía insuficiente, para que pueda producirse la experiencia de muerte iniciática.
Para quienes responden a este tercer tipo es bastante
habitual vivir en el sueño de la razón, que confunden con la verdadera Consciencia
Plena del yo, de la cual sin embargo pueden llegar a teorizar exhibiendo con
ello la ignorancia plena del que desconoce por completo el esfuerzo implacable y
la completa dedicación y entrega que requiere, sin garantías de éxito, el mero intento de alcanzar esa meta.
Contrariamente
a lo que muchos piensan consciencia y razón no van siempre de la mano. Sino que
muchas veces la razón representa un verdadero impedimento que induce al sueño
mental asociativo y no a la plena consciencia.
Se
puede ser consciente y analfabeto, igual que se puede
tener una buena capacidad de razonamiento y no ser en absoluto plenamente
consciente.
Todo
lo que procesa el cerebro no acaba produciendo un resultado consciente, pues
hay mucho trabajo cerebral del que nunca nos enteramos.
La
consciencia es un estado mental muy especial, íntimo y personal, pues sólo
podemos sentir la propia consciencia y nunca la de los otros.
Actualmente
no existe ningún medio científico que nos permita asegurar plenamente que las
demás personas con las que convivimos son también seres conscientes como
nosotros mismos.
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