La Atávica y Ancestral Influencia de los Eclipses
Por Ernesto G. Bermejo
Desde la más remota antigüedad los eclipses siempre se han considerado eventos importantes en todo el mundo. Desde que por primera vez el hombre primitivo observó, como de forma inesperada se alteraba el ritmo normal de la progresión natural del ciclo visible mensual de la Luna o del reinado diurno Sol, las luminarias parecían desaparecer ante sus ojos en forma parcial o total para regresar a la normalidad poco tiempo después. Cuando nuestros primitivos ancestros observaban como el Sol o la Luna se oscurecían desaparecíendo de foma parcial o total, si exceptuamos en este último caso el tenue resplandor que permanecía a su alrededor como testigo de su perdido brillo...Estos raros eventos eran percibidos con asombro y terror.
Y dado que tales momentos en que la luz (solar) durante el día o la luz (lunar) de la noche se atenuabano desaparecían eran muy escasos, los eclipses solares y lunares produjeron desde tiempos remotos, sentimientos de miedo, sospecha y pavor.
El Sol siempre ha simbolizado el calor que otorgaba el poder y la vida, así no es extraño que la interrupción inesperada salvo para las castas sacerdotales que podían y de hecho ya hace milenios predecián eclopsesde su períodico brillo diario se asociase de forma analógica con la desaparición de elementos poderosos en ellano de lo humano, como son las naciones y las figuras que las gobernaban, y a medida que se fueron sucediendo civilizaciones y gobernantes, los antiguos astrólogos finalmente llegaron a asociar estos fenómenos astronómicos, principalmente los solares, cuando en pleno día el Sol desaparecía de forma inesperada rompiendo su periódico reinado, con la desaparición o el colapso de naciones o la muerte de sus gobernantes y reyes, que de forma análoga, representaban éste mismo poder en el plano humano.
Para el poeta griego Arquíloco de Paros, testigo de la ocultación del Sol del año 648 a. de C., esta fue la expresión más evidente de que el Cosmos no se rige por reglas, y de que cualquier cosa, por absurda que parezca, puede ocurrir en cualquier instante. "Nada puede ser ya sorprendente, o imposible, o milagroso, ahora que Zeus, Padre de los Olímpicos, ha hecho noche del mediodía, escondiendo la brillante luz del Sol, y el miedo ha descendido sobre la humanidad. Después de esto, los hombres pueden creer cualquier cosa, esperar cualquier cosa. No se sorprenda nadie en el futuro si las bestias de tierra se cambian de lugar con los delfines, y marchan a vivir en sus salados pastos, y acaban por gustar más de sus profundas olas que de la tierra, mientras los delfines prefieren las montañas".
Hoy sabemos que, muy al contrario de lo que intuyó Arquíloco, los eclipses son precisamente una de las manifestaciones más claras de que el mundo de los astros es fiable y puntual como un reloj suizo. Pero no es necesario salir de esa época que seguimos llamando Antigua Grecia para encontrarnos con al menos dos pensadores que no solo habían entendido la regularidad que subyace tras estos fenómenos, sino que incluso se aprovecharon de ellos para solucionar problemas concretos sobre el Universo (que, para ellos, no excedía el Sistema Solar).
Aunque no fue su único mérito, solo por sus estudios de los eclipses los sabios Aristarco de Samos e Hiparco de Nicea ya merecen un lugar entre los grandes pensadores de la Historia. Ambos emplearon distintas clases de eclipses (Aristarco, lunar; Hiparco, total y parcial) para realizar mediciones precisas y calcular geométricamente la distancia que separa la Luna de nuestro planeta. De algún modo, estos fueron los primeros pasos que dio la humanidad hacia la conquista del espacio.
Supersticiones y rituales
Aproximadamente una vez cada 1,6 años se produce un eclipse solar en algún lugar del planeta, siempre durante la fase de Luna nueva. Una tercera variable de eclipse solar es el anular, que se produce cuando la Luna está en su punto de máxima lejanía (apogeo) con la Tierra, por lo que su disco aparece un poco más pequeño y permite que una pequeña franja exterior del Sol la rodee como un anillo. Cada año se producen como mínimo dos eclipses solares y, como máximo, cinco.
A pesar de que estos acontecimientos se pueden predecir con facilidad desde hace milenios, aún hay millones de personas en la Tierra que se asustan cuando ven que el día se oscurece de repente, y muchos rezan o celebran rituales para evitar los malos augurios. Un eclipse de Sol puede oscurecer el cielo lo suficiente como para que otras estrellas sean visibles en el firmamento, pero el ambiente no llega a ser tan negro como la noche. Más bien el cielo se pinta de un azul oscuro inquietante y extraño, al que Homero se refirió como "una niebla maligna que todo lo cubre".
No es de extrañar que el hombre primitivo sintiera terror, y tampoco que las primeras civilizaciones buscaran una interpretación cercana y comprensible de estos inquietantes eventos. En general, es posible diferenciar entre cuatro tipos de explicaciones míticas que se dieron a estos fenómenos en la Antigüedad: un ser celestial y monstruoso devora al Sol; la Luna y el Sol, como viejos amantes que son, se enzarzan en una pelea; ambos astros se ocultan para hacer el amor; el Sol está enfadado o enfermo y se desvanece.
Algo menos impactante, aunque no menos espectacular, resulta un eclipse lunar. Pasar de la noche alumbrada por la Luna a la oscuridad total es menos dramático que ver cómo el día se apaga en unos instantes. Aun así, contemplar a la sombra terrestre engullendo a nuestro satélite sigue siendo una visión que no se olvida fácilmente, y que ha inspirado terror a sociedades como los masai, que arrojaban arena al aire para evitar los malos augurios, o los habitantes de Kamchatka, que oraban y encendían hogueras con idéntico propósito.
Los indios de Norteamérica, al igual que los hindúes, golpeaban cazos y pucheros, mientras que los antiguos babilonios, quienes podían prever algunos de estos eclipses, montaban altares para que los sacerdotes rogaran a la Luna que librara a su ciudad de catástrofes.
El eclipse de Luna más terrorífico del que se tiene noticia ocurrió no hace demasiado tiempo. Fue en 1974 en Phnom Penh, Camboya. Creyendo que la Luna estaba siendo devorada por un mono, un grupo de soldados comenzó a disparar sus armas y mató a 16 personas.
El mito del dragón maligno
Un eclipse lunar se produce solo con Luna llena y un máximo de tres veces al año. Puede ser total, parcial o penumbral. Esta última variante provoca un leve oscurecimiento del satélite sin llegar a ocultarlo, ya que este no pasa por la sombra principal que arroja la Tierra sino por la penumbra que se halla a su alrededor, la cual no bloquea toda la luz solar.
Al contrario que los eclipses solares, que sólo son visibles en una franja de 269 kilómetros como máximo, los eclipses de Luna se ven desde todo un hemisferio, y pueden durar más de tres horas y media, es decir, más del doble que los de Sol.
No cabe ninguna duda de que el Sol y la Luna se han ocultado el uno al otro con escrupulosa regularidad desde que el hombre es hombre, aunque el primer registro histórico de un eclipse lo encontramos en la antigua China. Exactamente, y según nuestro actual calendario, el 22 de Octubre de 2134 a. de C. Los astrónomos tenían el cometido de predecir la fecha de los eclipses solares, ya que para entonces debían estar listos todos los preparativos necesarios para escapar de sus supuestos influjos maléficos.
Por lo tanto, en aquella época debían conocer ya en China algún tipo de ciclo astral que permitiera predecir estos acontecimientos, aunque ignoraban que era la Luna la que tapaba al Sol y, sin duda, se cometían muchos errores. En concreto, se creía que el astro rey era devorado por un dragón maligno, y que solo el sonido de los tambores de guerra y las lanzas que se disparaban contra la bestia lograban persuadirla de su siniestro propósito.
Según cuenta la leyenda, los astrónomos reales, Hu y Hi, eran dados en demasía a las celebraciones etílicas, por lo que el día del gran acontecimiento los sorprendió con una colosal borrachera encima y se olvidaron de avisar al emperador del combate celestial que se avecinaba. Cuando el gran dragón comenzó a engullir al Sol, no había arqueros disparando sus flechas ni tamborileros que hicieran resonar sus instrumentos, así que el animal pudo completar el festín a sus anchas para desconcierto y desesperación de todos.
Quizá el emperador y sus súbditos aprendieron aquel día una valiosa lección, en vista de que el Sol volvió a brillar con normalidad pese a la ausencia de hostilidades contra el temible e insaciable dragón. Sin embargo, el emperador, cuya fortuna se asociaba a la capacidad de predecir y enfrentarse a estos eventos, apenas lograría reponerse de los momentos de terror que había pasado, y Hu y Hi pagaron con sus cabezas el despiste.
Astronomía con monolitos
Posiblemente, el primer sistema del que se tiene constancia para predecir estos acontecimientos sea la célebre construcción monolítica de Stonehenge, en el condado de Wiltshire, Inglaterra. Este monumento consta de cuatro círculos concéntricos de piedras y fue levantado en la Edad de Bronce, hacia el 2500 a. de C. En 1963, el científico estadounidense Gerald Hawkins publicó un estudio en la revista 'Nature' en el que demostraba que la gran cantidad de sucesos astronómicos de los que daban cuenta los monolitos no podían ser fruto del azar. Hawkins descubrió que las 56 cavidades que contiene la construcción, llamadas fosas de Aubrey, podrían servir para predecir eclipses.
Pocos años después, el astrofísico británico Fred Hoyle estudió el monumento y se mostró de acuerdo con su colega norteamericano en que se trataba de un centro astronómico, capaz de predecir la fecha exacta de los eclipses de Sol y de Luna, así como las órbitas de estos astros. En realidad, el método de Hoyle, aunque también se basa en las fosas de Aubrey, es distinto al de Hawkins, y mucho más preciso.
De acuerdo con Hoyle, sólo los primeros constructores del monumento tenían conocimientos astronómicos, mientras que sus sucesores se limitaron a levantar monolitos sin ningún otro sentido que el ritual o religioso. Si esta tesis es cierta, los habitantes prehistóricos de aquella región debieron sufrir una suerte de edad oscura, en la que todos sus conocimientos y observaciones del cielo se fueron perdiendo sin dejar rastro, como más tarde ocurriría con los códices de la biblioteca de Alejandría.
También la física y astrónoma estadounidense Sharon Challener, tras pasar más de 20 años estudiando Stonehenge, encontró un sistema que utiliza los megalitos centrales, los más antiguos y voluminosos, para calcular cuándo habrá un eclipse lunar.
El descubrimiento del helio
Pero una cosa es aprender a medir los ciclos y prever los movimientos de los astros y otra muy distinta es saber qué está ocurriendo realmente en el firmamento, al margen de monos, dragones y otras deidades de la Antigüedad. No fue hasta el siglo XVIII cuando los eclipses comenzaron a verse como una oportunidad para realizar observaciones científicas y se recuperó la tradición, iniciada por Aristarco e Hiparco, de planear expediciones para observar estos fenómenos.
Uno de los más productivos fue el eclipse solar del 18 de Agosto de 1868, en el que dos investigadores, el francés Jules Janssen y el inglés sir Norman Lockyer descubrieron de forma independiente el helio, un elemento hasta entonces desconocido y que resultaría ser el segundo más abundante del universo, tras el hidrógeno. Janssen viajó hasta Guntur, India, para ver el eclipse en su totalidad, y más tarde sería el responsable de bautizar al nuevo elemento junto al químico británico Edward Frankland. El nombre se escogió en conmemoración del dios helénico del Sol -Helios- y creyendo erróneamente que se trataba de un metal (la denominación original del elemento es Helium, ya que el sufijo -ium identifica a los metales).
En el mismo eclipse, Janssen comprobó que las prominencias rojizas que escupe nuestra estrella son de naturaleza gaseosa y desarrolló un nuevo método para observarlas. Hasta entonces sólo podían verse si un eclipse total oscurecía el resto del Sol, dejando así al descubierto las emanaciones de su corona (o parte externa de su atmósfera)
Cuando Janssen se dio cuenta de que estas llamaradas seguían produciéndose durante los días siguientes al eclipse, quedó demostrado que provienen de nuestra estrella, y no de la Luna, como se había creído hasta entonces. Precisamente, fue al analizar estas misteriosas prominencias con un espectroscopio cuando tanto él como Lockyer se dieron cuenta de que algo no cuadraba, y descubrieron la presencia del nuevo elemento. Unas décadas después, en 1895, se demostró que también hay helio en la Tierra.
De '"Nature" a '"Los Simpsons"
Junto a la paternidad de este hallazgo, Janssen y Lockyer comparten dos envidiables privilegios planetarios: ambos tienen un cráter en la Luna y otro en Marte. Lockyer, uno de los astrónomos más importantes de su tiempo, también es recordado por un observatorio que lleva su nombre en Devon, Inglaterra. Su prestigio no solo se debe al helio: fue el fundador de la revista 'Nature', que aún lidera el mercado de las publicaciones científicas, y el primer investigador en sugerir que Stonehenge podría ser un observatorio astronómico; una tesis que, como hemos visto, daría pie a numerosos estudios.
Pero solo Janssen ostenta uno de los más extravagantes honores a los que puede aspirar un científico: ser objeto de una oscura referencia para iniciados en un episodio de "The Simpsons'". Bart hace un globo aerostático con la cara del director de su escuela, Skinner. Al verlo, este exclama: "Maldigo al hombre que inventó [sic] el helio, maldigo a Pierre Jules César Janssen".
Podemos sentirnos afortunados de vivir en el único planeta conocido donde es posible contemplar un eclipse total. El Sistema Solar tiene unas 150 lunas conocidas, y ninguna produce los asombrosos efectos que podemos ver en nuestro planeta. De hecho, ni siquiera en la Tierra ha ocurrido siempre así, ni ocurrirá hasta el fin de los tiempos.
Los eclipses y la vida inteligente
Los eclipses totales de Sol se llevan produciendo sobre nuestro cielo 150 millones de años, y solo lo seguirán haciendo durante otros 150 millones de años. Como la Luna se va alejando progresivamente de nuestro planeta, no siempre ha estado ni estará a la distancia exacta para que se dé este singular espectáculo. Esto significa que los continentes ya estaban empezando a formarse y ya existían numerosas formas de vida complejas, como las aves y los primeros mamíferos, la primera vez que se produjo un eclipse como los que hoy vemos.
Significa, asimismo, que la vida inteligente ha coincidido siempre, al menos hasta donde nosotros sabemos, con la presencia de eclipses solares. Guillermo González, polémico investigador doctorado en la Universidad de Washington en Seattle, opina que no puede ser una coincidencia. El hecho de que la Luna se encuentre precisamente a esta distancia evita que la Tierra oscile demasiado sobre su propio eje, como ocurre con otros planetas que no poseen un satélite grande y cercano.
Si nada sujetara el tambaleo de nuestro planeta, sufriríamos bruscos cambios en el clima similares a los que ocurren en Marte, los cuales hubieran entorpecido -si no anulado- la posibilidad de que se desarrollaran seres inteligentes. Por ello, según González, no sólo no es coincidencia que la inteligencia se haya desarrollado en nuestro mundo tras la aparición de los eclipses totales, sino que la búsqueda de civilizaciones extraterrestres debería centrarse en planetas donde también se produzcan estos eventos.
Sólo en ellos podremos encontrar la estabilidad climática propicia para la aparición de especies similares a la nuestra. La tesis es arriesgada, sobre todo si se lleva hasta sus últimas consecuencias, pero ilustra a la perfección hasta qué punto la Tierra forma una unidad indisoluble con los astros que la rodean, muy especialmente la Luna y el Sol.
La luz siempre se asoció con la consciencia que regresaba cada mañana, cuando tras el despertar traía la plenitud de la actividad y de la vida.
Su contrario, la obscuridad y la noche (o falta de luz) se asociaron con la quietud, el reposo, la inactividad y la muerte, o también con la desaparición de la consciencia de estar vivos Cuando permanecemos en el sueño profundo, no dejamos de estar en el estado que en apariencia es el más similar a la muerte. Así resulta muy lógico entender que cuando algo alteraba este ciclo natural perpetuo del día y la noche, esos momentos en los que esto sucedía fuesen considerados una rara anomalía la pérdida del poder de la Luz pocp a poco terminó asociándose con lo que se asemejaba a la pérdida de poder, que en el plano mundano por anlogía se relacionó con la caída de imperios y la desaparición de naciones poderosas y en el plano humano con la desaparición de máximas figuras de poder, como los reyes, cuyo final podía ser un fiel reflejo de la interrupción del reinado de la luz solar en pleno día.
Aunque en el mundo actual muchas de las circunstancias de antaño se han trastocado artificialmente, como sucede con las horas de actividad y de sueño, y nuestra tecnología nos permite incluso conseguir en la práctica alterar a voluntad nuestra percepción de los ciclos estacionales que transcurren sin muchos sobresaltos proporcionándonos, casi contra natura, temperaturas frescas durante el verano, o vivir los inviernos, casi por completo ajenos a los rigores de frío, en definitiva vivir de espaldas al ritmo natural de las estaciones... Aún así, todavía, y a pesar de nuestra ignorante soberbia de monos tecnológicos, una parte de nuestra psique permanece de forma atávica anclada aún en el miedo que estos fenómenos inusuales fueron grabando a fuego lento y de forma indeleble en la bóveda de nuestra memoria colectiva más ancestral durante milenios.
Esa y no otra es la razón primordial del por qué los eclipses siguen provocando, incluso hoy en día, una extraña fascinación y causando el furor mediático que observamos en las masas, que se sienten atraídas con la excusa de poder contemplar un fenómeno astronómico que la gran mayoría de personas no llegarán a presenciar en toda su vida. Una extraña y mórbida atracción que hoy en día hace desplazarse a millones de personas que incluso vuelan hasta otros continentes, ansiosas por ser testigos visuales de estos raros fenómenos astronomicos.
Asi vemos como en el mundo moderno en el que hoy casi podríamos afirmar que se ha trastocado casi todo, un fenómeno astronómico único e irrepetible, que la mayoría de nuestros antepasados evitarían contemplar, eso si, según el pensamiento ulltraracional del hombre del siglo XXI, por una “estúpida superstición”, (que ahora nuesta sacro santa ciencia nos explica de forma tan aséptica como clarificadora), temerosos como eran, ya que estos inusuales fenómenos astronómicos resonaban y lo sepamos ahora o no, aún resuenan atávicamente en nuestra memoria colectiva ancestral, asociados, no en pocas ocasiones, con el desarrollo ulterior de sucesos infaustos de todo tipo y condición, que ellos preferían evitar, al contrario que entonces sucede en la actualidad observar esos mismos fenómenos que es tomado en general como un reto o un desafío personal que nos proporcione una oportunidad para vivir una experiencia personal excitante, eso sí, vivida normalmente, como sucede en casi todo ahora, en masa, (salvo extraños casos que supongo aún se darán), una experiencia en apariencia al menos debería vivirse en forma personal, por ser especial y única, se ha terminado convirtiendo de facto en los lugares normalmente emblemáticos, elegidos para la observación, que antaño fueron maravillosos tranquilos y deliciosos destinos turísticos, en un especie más de “parque temático” de masas de los muchos que ya por todos lados y por desgracia surgen como setas, en los que de forma absurda se juntan miles de personas para contemplar como si fuese una película más de Hollywood, acontecimientos astronómicos sutiles e inusuales, que antaño fueron considerados como sagrados.
Es cierto que los efectos de los eclipses traen finales y pérdidas, pero yo particularmente también los considero recicladores cósmicos que nos permiten, cuando hemos agotado o alcanzado un determinado potencial, deshacernos de lo que ya no necesitamos. Y como la vida aborrece el vacío, cuando perdemos algo o a alguien, se crea un vacío existencial o de otro tipo, que ha de llenarse con nuevas experiencias, que siempre surgen como formas adecuadas de realizar nuestro Ser. Reemplazamos un viejo conjunto de patrones planetarios por otros nuevos. De esta manera de forma natural liberamos comportamientos y percepciones adoptadas, que originalmente defendimos una vez, por otras nuevas una vez que las anteriores ya han sido superadas.
Los eclipses solares y lunares suceden varias veces al año y pueden verse también como eventos afortunados que inician un tiempo de liberación de lo que ya no nos sirve para abrazar un nuevo tiempo de atracción por algo importante relacionado con los eventos que señalan las casas en donde éstos se producen.
Los eclipses operan durante un período de tiempo más largo que los novilunios y plenilunios. Desde la antigüedad se ha considerado que los efectos de los eclipses solares se mantienen varios años, tantos como horas ha durado el eclipse y los efectos de los eclipses lunares lo hacen durante meses, dependiendo de la duración misma del eclipse. La magnitud del eclipse determina su fuerza.
Eclipses recientes y posiciones dónde se produjeron
Cada año normalmente se producen dos eclipses solares y dos eclipses lunares, pero de vez en cuando suceden en tres o incluso hasta en cuatro ocasiones. Entre los meses de Diciembre de 2019 y Diciembre de 2020 tuvimos un número anormal de eclipses, incluidos tres eclipses solares (los dos eclipses anulares el de 26 de Diciembre de 2019 en 04º06’ Capricornio y el sucedido durante el solsticio de verano de 21 de Junio de 2020 en 00º21’ de Cáncer y el eclipse total de 14 de Diciembre de 2020 en 23º07’ Sagitario. También tuvimos cuatro eclipses lunares durante el año 2020, ¡lo cual es algo muy inusual!, los eclipses penumbrales lunares de 10 de Enero de 2020, en 19º58’ Cáncer/Capricornio, solo 2 días previos a que tuviese lugar la última conjunción partil (orbe de 00º00’) Saturno – Plutón que se produjo el 12 de Enero de 2020 en 22º46’ Capricornio, un eclipse y un aspecto mayor que anticiparon la fuerte mortandad que se produciría apenas dos meses después durante el inicio de la Pandemia mundial que se avecinaba, y los también eclipses lunares penumbrales de 5 de Junio de 2020 en 15º32’ Sagitario/Géminis, el de 5 de Julio de 2020, en 13º37’ Capriconio/Cáncer y finalmente el de 30 de Noviembre de 2020, en 08º42’ Géminis/Sagitario. En total nada menos que siete eclipses en doce meses, ¡Lo que es algo muy poco habitual!
Entre Diciembre de 2020 y Diciembre de 2021 tuvimos el número habitual de 4 o 5 eclipses en un año. Diciembre de 2020 nos regaló el eclipse solar total de 14 de Diciembre de 2020 en 23º07’ Sagitario. Tuvimos un eclipse lunar total el 26 de Mayo de 2021 en 05º28’º Sagitario/Géminis, un eclipse solar anular, el 10 de Junio, en 19º44’ Géminis, un eclipse lunar parcial el 19 de Noviembre de 2021 en 27º18’ Tauro/ Escorpio y finalmente un eclipse solar total el 4 de diciembre de 2021, en 12º20’ Sagitario.
Y volvimos a los habituales cuatro eclipses anuales durante el año 2022. El 30 de Abril de 2022 se produjo un un eclipse solar parcial en 10º32’º Tauro, el 15 de Mayo tuvo lugar un eclipse lunar total en 25º15’ Escorpio/Tauro. Los dos siguiente eclipses fueron el solar parcial que se produjo el 25 de Octubre en 01º56 Escorpio y finalmente el eclipse lunar total de 8 de Noviembre ge 2022 que tuvo lugar en 16º04’ Tauro/Escorpio.
En 2023 tuvimos otros cuatro eclipses. Hubo un eclipse solar híbrido en el mes de Abril el dia 20 en 29º51’ Aries, un eclipse lunar penumbral el 5 de Mayo a 14º57’Escorpio/Tauro, un eclipse solar anular el 14 de Octubre en 21º’07’ Libra y un eclipse lunar parcial también en Octubre el día 28 en 05º07’Tauro/Escorpio.
En 2024, recientemente, el pasado 25 de Marzo de 2024, hemos tenido un eclipse lunar penumbral que yuvo lugar en 05º07’ Libra/Aries, ayer, 8 de Abril se produjo el mediático eclipse solar total que tuvo lugar en 19º26’ Aries. Un hecho que creo nadie ha resaltado ha sido que el eclipse tuvo lugar exactamente en 19ºAries, el grado que la tradición considera el de exaltación del Sol, (el grado de su caída se sitúa en el de su oposición, es decir en 19º Libra), algo que cuando se disparen los efectos mundanos derivados del acontecimiento astronómico/astrológico, lo que suponemos sucederá entre las dos fechas en las que se cierran partiles los dos aspectos mayores que estaban en formación en el momento de producirse el eclipse. Nos referimos a las conjunciones de los dos maléficos proverbiales, Marte - Saturno (aspecto que se cierra partil en 14º40’ Piscis en tan solo dos días más, el 10 de Abril, y el segundo aspecto de conjunción que se estaba cerrando también en el momento del eclipse, la conjunción Júpiter – Urano (que se cierra partil en 21º48’ Tauro el próximo 21 de Abril, momento en el que Marte se sitúa también en tránsito en 22º37’ Piscis, desde donde forma oposición a la posición en tránsito que ocupará la Media de la Luna Negra, Lilith, la reina de las mentiras y el engaño, que en ese momento estará situada en 22º19’ Virgo, siendo activada además de por el violento planeta rojo, por la susodicha conjunción partil (Júpiter–Urano) que desde 21º48’ Tauro compondrá, en este caso y dados los protagonistas que aunan sus fuerzas, una dinámica, enérgica y apresurada figura estructural en cartabón, que invita a una acción radical y apresurada de carácter violento, (¿algún atentado de bandera falsa, o acción terrorista y/o contra una figura pública de la máxima relevancia?), al formar un cerrado aspecto de sextil con Marte, orbe de 00º31’, que incita con claridad a la acción y de trígono, orbe de solo 00º18’, con la Media de la Luna Negra, Lilith, una figura estructural combinada que se cierra en ese momento, que, con bastante facilidad, podría proporcionar alguna sorpresa de carácter amplificado y violento, que de producirse conduciría las ya extremas y difíciles relaciones internacionales actuales, aún más si cabe, poniéndolas en el disparadero.
Habrá que observar atentamente este periodo y el momento del próximo plenilunio en el que lo "sembrado" durante el eclipse total solar podría concretarse, y los próximos meses, cuando tendremos también el resto de eclipses del año en curso, un eclipse lunar parcial que se producirá el 17 de Septiembre en 25º39’ Piscis/Virgo (durante el momento que Plutón retorna por última vez en Capricornio), y finalmente el eclipse solar anular de 2 Octubre en 10º04’ Libra. Ambos eclipses suceden antes de celebrarse las Elecciones Presidenciales estadounidenses del 5 de Noviembre y de que Plutón complete su ingreso definitivo en Acuario, que tiene lugar el 19 de Noviembre de 2024, (solo 14 días después de celebrarse la que a todas luces se presenta como crucial cita electoral).
Cómo funcionan los eclipses
Un eclipse solar es un novilunio que se produce en conjunción con uno de los nodos lunares, mientras que un eclipse lunar es un plenilunio en conjunción con ambos nodos lunares. Es por eso que los eclipses están siempre asociados con el funcionamiento de los nodos de la Luna. El Nodo Norte, de naturaleza Júpiter-Venus muestra lo que se absorbe a medida que se liberan otras energías a través del nodo Sur, de naturaleza Marte-Satuno. Tal cómo los Nodos son activados por el Sol y la Luna, indica si los efectos estarán asociados con la línea de desarrollo evolutivo (lo que sucede cuando existe énfasis en el Nodo Norte) y/o una línea de demostración de lo que ya conocemos (cuando el énfasis es con el Nodo Sur).
Los eclipses funcionan por tanto como las lunaciones. La Luna Nueva (novilunio) trae nuevas formas a modo de semillas, que se cumplen en la Luna Llena posterior.
Los eclipses lunares también cumplen lo indicado por la Luna Nueva (novilunio) anterior, pero se consideran más influyentes y funcionan durante un período de meses en lugar de solo las dos semanas posteriores a la Luna Llena o plenilunio normal.
Es importante por tanto conocer el orden temporal en el que se producen los eclipses. Si un eclipse solar precede a uno lunar o viceversa. En ocasiones la secuencia se inicia con un novilunio normal, seguido de un eclipse lunar, después por un eclipse solar y a continuación un plenilunio normal. Otras veces comenzamos con un plenilunio normal al que sigue un Eclipse Solar, continuando por un eclipse Lunar, y finalmente de un novilunio normal. Puedes ver cómo éstas secuencias siguen una “línea de operaciones” muy distinta de la sucesión normal novilunio/plenilunio.
Si primero ocurre un eclipse lunar, siempre es seguido por un eclipse solar, que restablece las formas de semillas que se materializan a través de la siguiente Luna Llena. En este caso, (generalmente) el eclipse solar inicia un período de varios años en el que algo se “apaga” relacionado con el signo y la casa que ocupa. Esas formas de semillas llegan a su fruto específico en la próxima Luna Llena, pero esa energía no está relacionada con los efectos del “eclipse lunar”, que ya se pusieron en marcha en la Luna Llena anterior.
Por otro lado, si un eclipse solar ocurre antes del eclipse lunar, el eclipse solar comienza el proceso de "reciclaje" relacionado con sus formas de semillas, que alcanzan un enfoque y cumplimiento específicos en el eclipse lunar posterior. Como puede ver, existe una diferencia entre dos eclipses que abarcan dos Lunas Nuevas y dos eclipses "autónomos" en un ciclo de Luna Nueva.
Es aquí donde tenemos que examinar otro factor importante al analizar los eclipses, así como cualquier lunación. La otra consideración muy importante involucra dos situaciones posibles: cuando el signo solar de la primera lunación es el mismo que el signo solar de la segunda lunación y cuando el Sol de la segunda lunación está en el siguiente signo.
Esto es importante, porque cuando el signo solar en la Luna Nueva y el Sol de Luna Llena son iguales, proporciona una continuidad de iluminación en un signo específico. Sin embargo, cuando los soles de Luna Nueva y Luna Llena están en signos diferentes, se combinan dos energías de signos diferentes. El segundo patrón “une signos” en lugar de operar en un único signo autónomo.
En el caso de los eclipses, esto ofrece algunas posibilidades interesantes, especialmente porque sabemos que los efectos del eclipse solar duran años, mientras que los efectos del eclipse lunar duran unos meses.
En el año 2021 tuvimos un eclipse lunar el 26 de Mayo en 05º28’º Sagitario/Géminis, y un eclipse solar el 10 de junio, en 19º44’ Géminis. Aquí es donde el eclipse lunar fue el cumplimiento de la anterior Luna Nueva sin eclipse y condujo a un eclipse solar. donde el Sol estaba en el mismo signo que el eclipse Lunar.
Luego, 6 meses después tuvimos un eclipse lunar parcial el 19 de Noviembre de 2021 en 27º18’ Tauro/ Escorpio y finalmente un eclipse solar total el 4 de diciembre de 2021, en 12º20’ Sagitario. Esto también significa que el eclipse lunar cumplió con la anterior Luna Nueva Sol en el 12º42’ Escorpio, mientras que el siguiente eclipse solar en 12º20’ Sagitario proporcionó las formas semillas para la Luna Llena que siguió, el 18 de Diciembre con el Sol en 27º28’ Sagitario.
Sin embargo, en 2023 nos enfrentamos a otro patrón, cuando el Sol en el novilunio cae en signo diferente al Sol del plenilunio. Ese año tuvimos un eclipse solar el 20 de Abril en 29º51’ Aries, seguido de un eclipse lunar penumbral el 5 de Mayo en 14º57’Escorpio/Tauro, y un eclipse solar anular el 14 de Octubre en 21º’07’ Libra y un eclipse lunar parcial el 28 de Octubre en 05º07’Tauro/Escorpio. El signo del Sol en el plenilunio previo al eclipse Solar coincidió en el mismo signo que el del eclipse solar, mientras que en el eclipse Lunar que le siguió el Sol estuvo en un signo diferente al que hubo en el previo novilunio.
Algunos años, el eclipse solar ocurre antes del eclipse lunar, lo que muestra que los temas de siembra del eclipse solar encontrarán cumplimiento inmediato en el período de dos semanas después de los temas del eclipse lunar y, hasta cierto punto, los temas del eclipse solar encontrarán cumplimiento. En los meses siguientes se producirá el siguiente eclipse lunar. Si el eclipse lunar precede al eclipse solar, entonces los finales lunares allanarán el camino para los finales solares que se cumplirán en la próxima Luna Llena sin eclipse.
En la primavera de 2023, ambos eclipses tuvieron el Nodo Norte en Tauro y el Nodo Sur en Escorpio, con la diferencia de que en el eclipse solar el Sol estaba en Aries y en el eclipse lunar el Sol estaba en Tauro. Eso significa que el eclipse lunar del 5 de Mayo de 2023 en 14º57’Escorpio/Tauro cumplió la “sembrado” durante el eclipse solar anterior del 20 de Abril de 2023 en 14º57’Escorpio/Tauro Aries. En la serie de eclipses de Octubre, ambos tuvieron el Nodo Norte en Aries y el Nodo Sur en Libra, con sol del eclipse Solar del 14 de Octubre de 2023 situado en 21º07' Libra y el Sol del eclipse Lunar del 28 de Octubre de 2023 en 05º07' Tauro/Escorpio. Esto significó que las las semillas del 21º07' en Libra fueron cumplidas de alguna manera por la Luna Llena en 05º07' Tauro/Escorpio.
El último eclipse solar total en 19º26' Aries que sucedió a las 11:21 a.m. PDT el pasado 8 de Abril, siguió al eclipse lunar penumbral del 25 de Marzo en 05º07'' Libra/Aries. Entonces, este par de eclipses, si bien comparten el mismo signo solar, no comparten el Sol de la Luna Nueva previa del eclipse Lunar ni el Sol de Luna Llena correspondiente de después del eclipse Solar.
En este momento, los Soles de Luna Nueva están en un signo diferente al siguiente Sol de Luna Llena. La Luna Nueva previa al eclipse lunar de 25 de Marzo tuvo lugar el 10 de Marzo de 2023 con el Sol en 20º15' de Piscis y lo sembrado se cumplió con el eclipse lunar en 05º07'' Libra/Aries .
La "siembra" en el pasado eclipse solar con Luna Nueva en 19º26' de Aries debería comenzar a cumplirse en la próxima Luna Llena del día 23 de Abril en 04º13' de Escorpio/Tauro.
PLENILUNIO
23 Abril 2024
Dado que el plenilunio se produce tan solo 3 días después de concretarse la conjunción partil Júpiter- Urano, lo que sucede el próximo 20 de Abril en 21º49' Tauro y con el apoyo del sextil de Marte que ese día estará situado en 22º37' Piscis. Es de temer un fuerte incremento de la tensión, que se elevaría un nuevo peldaño más sobre la ya extrema tensión reinante, máxime porque sabemos que la conjunción Júpiter-Urano está intrinsecamente asciada con el nacimiento y desarrollo de la denominada Iniciativa de Defensa Estratégica, más conodida coloquialmente como el Escudo Antimisiles estadounidense. Un proyecto que comenzó a gestarse bajo esa misma conjunción (Júpiter-Urano) y cuyo arranque tuvo lugar en la presentación pública que de él realizó el expresidente estadounidense Ronald Reagan en su famoso discurso televisado desde el despacho Oval de la Casa Blanca a toda la nación realizado en la noche del 23 de Marzo de 1983.
JÚPITER CONJUNCIÓN URANO
20 Abril 2024
ESTADOS UNIDOS
SIBLY CHART
SINASTRÍA
INICIATIVA DE DEFENSA ESTRATÉGICA
INICIATIVA DE DEFENSA ESTRATÉGICA
SINASTRIA
ECLIPSE SOLAR TOTAL
8 Abril 2024
En el último par de eclipses se han combinado una enorme cantidad de influencias diversas
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